Entro en clase y me coloco en mi asiento. Me dispongo a sacar mis libros y veo una nota en la mesa: ''Te veo sola muchas veces en el recreo. Quiero ser tu amiga. Nos vemos hoy en el patio.'' La nota es anónima. Miro alrededor para ver si alguien podría estar observando cómo leo la nota, pero todos están a su rollo. El profesor de filosofía llega.
-Bien, buenos días, chicos. Sentaros y atended. Hoy vamos a tratar el tema de la muerte.
¿Qué es para nosotros estar muerto? El simple hecho de no estar vivos. Pero, cómo nos afecta la muerte estando en vida? ¿o cómo nos sentimos si se encuentra cerca nuestra?
La clase se encuentra en silencio. Las clases de filosofía son el único momento donde la tranquilidad y la atención se encuentran presentes.
-Pero, hay diferentes puntos de vista de la muerte. Podemos ir al cielo, los que creamos en nuestra religión o simplemente morir y que no haya nada más al final de todo.-dice Paula.
-Es cierto, ¿quién tiene más teorías? Por ejemplo...Reéna.
-Pues, yo pienso que cuando nos morimos, vivimos la misma vida otra vez, pero sin los malos momentos.
-O fallecer y reencarnarnos en un animal.-comenta Álvaro.
-Aunque pasen todas esas cosas, no tenemos respuesta a ninguna. Y la ciencia tampoco la tiene. Todos tenemos miedo hasta el momento de morir. Nos asusta no existir más. Tampoco nos imaginamos cómo seremos de mayores. Qué facultades perderemos. No volveremos a ser los mismos que somos ahora. Muchas veces, soñamos con la libertad que no tenemos. Estamos impuestos a tener una vida con reglas. Nacer, crecer, estudiar, casarse, envejecer y morir. Y pensar en la muerte, nos hace desear más desatarnos de lo que ahora tenemos para ir a lugares y hacer cosas nuevas y libres.-digo.
-Es verdad, y tampoco sabemos cómo vamos a morir. Quizás hoy estemos aquí y mañana ya no. ¿Muerte natural o provocada? No deberíamos hablar sobre este tema.-reprocha Mikel.
Después de la clase de filosofía, me quedo mirando hacia la ventana pensando en quién podría haber sido él o la que hubiese escrito la nota. Estoy casi segura de que es una broma. Llevo sin amigos mucho tiempo y no me sorprendería nada que fuese una jugarreta. En la hora del recreo, me coloco en mi banco de siempre, esperando a esa persona.
-Hola.-me saluda una chica rubia de ojos marrones.
-¿Eres tú la que me ha dejado la nota?-digo.
-Sí, soy Emely, encantada.
-No te conozco de nada, ¿por qué quieres saber de mí?
-Nos conocíamos de hace tiempo, hace bastantes años.
-Yo no...no te conozco.
-Bueno, si quieres...me voy.
-No, perdona, es que, es raro. Yo soy Alba, encantada.
-Voy a 4ºC, la clase de enfrente.
-¿Qué estudias?
-Hago ciencias, me gusta mucho la biología-me dice sonriendo.
-Vaya, yo hago artes.
-¿Qué haces? ¿cantar? ¿bailar?...no lo había pensado, lo siento.
-No te preocupes, es un error común, tranquila. Hago dibujo.
-¿Me enseñarías alguna de tus creaciones?
-Bueno, no soy muy buena.
Se hace un pequeño silencio.
-Seguro que no. Esto...¿Te apetece que tomemos después del insti?
-Yo es que, tengo que ir a casa.
-Venga, quedamos en la heladería a las 7:00.p.m. Seguro que lo pasamos bien.
Cuando suena el timbre y toca volver al aula, me quedo pensando todo el rato en ese asunto en todas las clases que me quedan. Mikel ya no me recoge después de clase, puesto que apenas se le ve el pelo, así que es mi padre el encargado de esa tarea. Mientras vamos de camino a casa, le intento comentar el tema.
-Papá, he hecho una nueva amiga, creo.
-¿Y eso? ¿cómo se llama?
-Emely, va a la clase de enfrente. Dice que en el pasado fuimos amigas.
-No sé, ¿es maja?
-Sí, bueno, me ha venido en el patio y me ha invitado a tomar un helado hoy...
-Anda, ¿pero te recoge ella?
-Eh...sí, así que no hay de que preocuparse.
-Bueno, me alegra entonces que tengas una nueva amistad. Así haces más cosas fuera de casa. Pero yo te recojo cuando terminéis.
-Trato hecho-le digo sonriendo en mi interior.
Cuando entramos en casa, veo que mis cosas están en la primera planta. Recorro unos metros hacia el dormitorio. Sorprendida, observo que están todos mis muebles: mi mesita, mi lámpara, mi mesa de estudio, incluso mi armario.
-¿Qué es esto papá?
-Bueno, tú me dijiste que querías cambiarte de habitación y puesto que...tus notas son bastante buenas, creo que te lo merecías.
-No me han dad...-antes de que responda, sube al piso de arriba y cierra la puerta.
Al fin puedo tener más comodidad. Ahora sólo me falta decidir qué ropa me pongo para la quedada. Me siento nerviosa pero a la vez con ganas de estar con Emely. Es como volver a leer un libro que te gusta, cambiando el final negativo por uno positivo.
-Creo que...me voy a poner unas medias y una falda vaquera.-me digo en mi mente.
Una vez vestida decido maquillarme un poco. Me suelto el pelo y me quedo pensando en qué sombra de ojos me viene mejor con el conjunto. Finalmente elijo el rojo, por mi top. Antes de que mi padre se de cuenta de que ella no me va a recoger, apuro lo más rápido por salir de casa. No domino muy bien la anchura y suena un golpe brusco que hace retumbar toda la casa, pero al final consigo salir. Antes de que mi padre salga de la puerta para ver si sigo en la calle, consigo llegar a la esquina y perderle de vista. Con esfuerzo, vendas en las manos y poco a poco, consigo ir despacio hacia la heladería. Cuando llego, ya está Emely sentada en una mesa. Va con unos vaqueros largos y una blusa blanca. Me mira y me sonríe.