LEO.
De niña soñaba con ser la princesa de un castillo, quería sentir lo que era ser alguien importante de la realeza y esas cosas. A medida que crecía me iba dando cuenta que hay diferente tipos de castillos, y de princesas.
Me convencí de que era mejor que ni siquiera soñara con ser algo que no estaba en mis manos y solo lo dejara como un deseo prohibido, un sueño que nunca iba a salir de mi imaginación.
Con el tiempo me dí cuenta de que tu castillo tienes que ser tú misma y decides: si tienes pilares fuertes o se caen con un simple viento, decides si eres rey, reina, princesa, plebeya, bufón o mendigo.
Nada mejor que una decisión propia y un castillo propio donde eres dueña de tí misma. Y quién sabe, quizá abrirle las puertas a alguien que esté dispuesto a entrar a tu vida, a tu castillo.
Me sentía feliz de que uno de mis sueños de niña se cumpla, más cuando entre a la gigantesca estructura. Me sentía como una reina, yo era la reina y era algo que creía firmemente aunque todo eso no fuera mío.
Por dentro era incluso más precioso.
Deslumbrada y fascinada con la decoración y el lugar me atreví a preguntar sobre el dueño de todo esto. Sin embargo Mila solo cambiaba y cambiaba de tema explicándome a detalle qué era lo que haríamos y cuanto duraría todo el campamento.
—Generalmente dura entre siete o nueve días, dependiendo de cuando terminemos la agenda que tenemos preparada—asiento— . Solo nos quedaremos aquí por las noches, excepto por las dos noches en las que estaremos en el bosque al aire libre.
Me tenso casi de inmediato.
—¿Es seguro? —pregunto temerosa.
Ella sonrió, comprensiva y asintió guiándome por el pasillo de la derecha, bastante largo a decir verdad.
—Iremos a explorar la naturaleza y a nosotros mismos—mueve sus manos dando énfasis a lo que dice—. Pero esos son los últimos dos días, Claire. Por ahora solo preocúpate de disfrutar, lo tenemos todo controlado—sonríe y se detiene frente a una puerta de color negro, la única a decir verdad. —Les daremos el cronograma en la cena y para que sepas, todos están en la obligación de participar en las actividades—apunta y abre la puerta.
—Por mi no es problema, para eso vine—la sigo cuando entra. Detrás de nosotros viene el chico que trae mi maleta.
—Esta será tu habitación la siguiente semana, espero que te sientas cómoda—expresa— . Ten buena estadía.
Se va dejándome a solas con una gigantesca habitación. Sus paredes de color marrón con algunos estampados en figuras de rombo. Tiene una cama grande que a simple vista se ve suave y cómoda , un pequeño tocador, estante repleto de libros y un pequeño balcón por donde se puede ver claramente el laberinto de girasoles del que me habló Mila.
Este castillo es bastante grande, tiene tres pisos, cincuenta habitaciones con baño propio, gimnasio , cocina, salón de eventos, sala de juegos y pintura, un jardín enorme además de diferentes tipos de canchas para los juegos recreativos.
Respiro hondo y arrastró la maleta para sentarme en la cama y sonreír como tonta, embobada con lo bonito del lugar. Alrededor solo hay árboles y aquí sí se puede sentir el aire fresco y el olor a bosque junto a un toque de lluvia en el ambiente.
Ambiente digno de un descanso. Al menos para mí.
Retiro mi ropa de la maleta y acomodo todo en su lugar. Paso las manos por mi pantalón y salgo hacia afuera para ir al jardín y a ese laberinto de girasoles que desde el pequeño balcón; se veía increíble. No es muy grande pero estoy segura que no voy a pensar en eso una vez esté abajo.
Cuando estoy por bajar siento que alguien me jala del brazo y me devuelve al pasillo por donde salí acorraladome entre la pared y su pecho.
Chilló por la impresión y el miedo que crece en mí ante la idea de que alguien pueda hacerme algo.
No soy capaz de levantar la mirada pero siento la respiración del sujeto en mi cabeza.
—¡Mierda! —sisea y me tapa aún mas cuando se oyen voces a lo lejos.
—¡No, Nessy! —grita alguien, es una mujer—¡Yo lo vi, lo juro! —casi puedo sentir que quiere llorar.
Abro la boca para decir algo pero me quedo quieta cuando el sujeto me toma de la cintura y entierra su cabeza en mi cuello aspirando mi olor. Me asustó más cuando en lugar de sentir miedo, me reconforta estar entre los brazos de quién sabe quien.
—¿Q-ué ha-aces? —balbuceo.
—¡¿No es ese?! —la misma mujer vuelve a gritar en nuestra dirección, siento el cuerpo del hombre tensarse. Mis manos están sobre sus hombros.
Trago saliva cuando escucho que se acercan.
—Lo siento—escucho que susurra el hombre antes de que su boca se encuentre con la mía y me de el beso de mi vida.
En lugar de correr o separarme, me uno más a él y corresponde su arrebato. Siento que ambas manos se posan en mi cintura y me apega más—como si eso fuera posible—. por mi parte enrollo mis manos en su cuello y empiezo a dar caricias en su cabello, muy suave cabello con pequeños rizos.
Su boca empieza a moverse con más agresividad sobre la mía haciendo que pierda el ritmo por un momento y tenga que sostenerme más de él para no caerme. El ambiente se vuelve más pesado y más cuando sus manos empiezan a bajar.