—¡Ah! —Su cuerpo brincó y miró con rencor al juguete entre sus nalgas, que manipulaba su agujero y lo agrandaba con cada vibración que daba—. Ah... —Echó la cabeza hacia adelante, su cabeza tocando la almohada y su culo alzado frente a la cámara de la computadora.
Con el labio entre sus dientes, acarició sus nalgas con sus manos, suspirando cuando el placer por fin llegó y lo atacó como una corriente. Tuvo que hacerlo con un rodar de ojos, golpear su culo con su palma abierta y jadeando, alejándose de su propio toque de forma patética.
—Arde —susurró, seguro que lo estaban oyendo.
Volvió a sacudirse cuando el vibrador dentro de él dio otra movida a su próstata, empujándola y haciéndolo temblar sobre las sábanas. Sus manos solo pudieron aferrarse a la piel en sus caderas, que se movían de un lado a otro por las fuertes sacudidas. Sucedían cada dos minutos, aumentando su velocidad.
Louis no estaba orgulloso del lubricante que caía sobre sus tobillos y resbalaba por sus muslos. No estaba orgulloso de como estaba disfrutando de la sensación de sentirse lleno, sin comentarios que pudiera leer ya que les daba la espalda.
—Hum —gimió cuando el juguete se detuvo y le dio tiempo de respirar, de volver a golpearse con más fuerza que la vez anterior, saltando por sus propios dedos y por la sensibilidad que se ubicaba en todo su cuerpo—. Demonios...
Se giró solo para ver la cantidad de dinero que le habían donado, poco le importaban los comentarios que aparecían en la pantalla. Tampoco le importaba la cantidad de espectadores que lo veían hacer el ridículo.
Tenía 200 dólares.
—¿Les gusta? —preguntó, sacudiendo su culo y sonriendo de lado hacia la cámara. En esa extraña posición, miró donde el juguete todavía se encontraba para hundirlo más y erizarse por como rozó sus paredes con lentitud.
Pensó en sábanas nuevas. Pensó en un tarro de nueva fórmula para su cachorro antes de se cansara de beber por su pecho. Pero sobre todo, pensó en una escena imposible donde encontraba a alguien que le hacía sonreír de forma automática. Pensó en ser amado.
—¡Ah! —chilló cuando el vibrador dentro de él comenzó una vez más con su placentero movimientos, cerrando los ojos con fuerza y balanceando sus caderas mientras se imaginaba a alguien detrás de él.
Unos brazos fuertes le sostenían la cintura de forma delicada, pese a todo. Le acariciaba la espalda y le abría el trasero para que lo tomara mejor, susurrándole lo bien que lo estaba haciendo y lo lindo omega que era.
Se corrió con lágrimas de excitación máxima en sus ojos, su cuerpo convulsionado en el aire y cayendo sobre sus tobillos cuando sus rodillas no pudieron soportarlo más. Rodó sobre la cama, acostándose de lado y parpadeando con rapidez, queriendo ver una sonrisa encantadora y unos labios besando su frente por haberlo hecho magnífico. Pero solo observó la pantalla iluminarse otra vez, anunciando que tenía 50 dólares más en su cuenta bancaria.
(...)
—¿Por qué eres tan rebelde? —Louis rodó los ojos, jugando con los dedos del bebé en su regazo.
Niall rodó los ojos y soltó una risita, encogiéndose de hombros.
—Yo no soy rebelde —dijo no creyéndose—. Mi padre se ha estado acostando con la rectora de la institución, y me deja salir sin que nadie se entere.
—¡No puedo creerlo! —Louis rió y negó, mirando de reojo al notable caro abrigo que llevaba su amigo—. ¿Y todavía no...?
El castaño negó, suspirando y mirando al bebé de Louis.
—No —dijo con la misma expresión—. No quiere que su colegio se vuelva una guardería.
Louis tembló, agachándose para besar los cabellitos que apenas tenía su bebé. Quiso llorar pero terminó sonriendo cuando su hijo le metió una de sus manos a su boca, como si buscara consolarlo.
—Solo sería yo —susurró todavía sin mirarlo—. Podría estudiar y tener a mi bebé al mismo tiempo, solo necesita intentarlo. Darme una oportunidad.
Miró a su amigo, solo para verlo encogerse de hombros y soltar un suspiro demasiado extenso.
—Te daré algo —le dijo segundos después, sonriendo y tirando a su regazo la bolsa enorme que Louis había notado cuando Niall entró a su departamento—. Es más bien...una donación.
Louis observó mientras abría la maleta, sacando una guitarra que el omega reconoció enseguida.
—¿Tu guitarra?
—Ahora es tuya —respondió chillando de la emoción, una enorme sonrisa extendiéndose por su rostro—. La vez pasada, cuando venía a verte, me encontré con un tipo que tocaba la guitarra y cantaba en la calle, como un trabajo.
—Niall —negó y miró la guitarra, sabiendo lo cara que era—, no necesitas hacer esto.
—¡Puedes hacer lo mismo! —exclamó el omega castaño, sosteniendo el aparato en su regazo y sonriendo como un desquiciado—. Tendrás algo se dinero. Sé que no es mucho, pero tienes una hermosa voz y he oído de cómo ahora los cazadores de talento caminan por las calles en busca de personas como tú. Yo no dudo de que lo logres, Louis.
—Niall —Louis suspiró, negando y recordando el valor sentimental del instrumento para Niall—, yo no podría.