Canciones al mar

Capítulo 12

Sostengo la mano débil de mi hermana, está más pálida de lo normal y aunque parece tranquila aún puedo ver rastros de lágrimas en sus mejillas. Así como se pueden ver todas y cada una de las marcas de defensa, fueron muchas. Ella intentó detener lo que iba a ocurrir. Se lo advertí, le dije que no hablase con ese hombre porque Vicens debía tener muy buenos motivos para golpear al periodista. No sabía cuales eran, pero sí sé porque el periodista ha elegido a mi hermana. Lo crucifiqué después de que Vicens lo golpease, dije públicamente que algo debía haber hecho para la respuesta violenta de mi compañero. Lo que nunca pensé es que fuese a cobrar venganza de esta forma, dañando tanto a mi hermana.

Los médicos siguen entrando cada hora para comprobar los signos vitales de Candela, así como su ojo. Tienen miedo de que lo pierda, la cortada fue rápida pero profunda y dolorosa. Tienen claro que Candela gritó cuando se la hicieron, y saben que no se desmayó hasta un tiempo después. Ella fue consciente por mucho tiempo de lo que le hacían. Hubiese deseado sufrir yo eso antes de que lo hiciese mi dulce hermana mayor.

— Einar. – me llama Andrómeda.

Ella entra con una pequeña sonrisa, la pequeña Amatista ha decidido adelantarse y nació ayer con casi tres kilos y medio. Ella es lo único que nos hace sonreír en estos días, es nuestra pequeña esperanza. Ella es nuestro pequeño rayo de luz.

— ¿Quieres tomarla?

— No… yo no quiero separarme de Candela.

— Sé que no quieres hacerlo pero tienes que ducharte y comer algo, y quizás contestar los mensajes de tus amigos. – miro a mi hermana con tristeza. – No va a despertar hoy, y no va a hacerlo pronto. – dice más desanimada.

— Iré a darme una ducha.

Salgo de la habitación de mi hermana, veo a mis compañeros de la banda y a Arlene pero no tengo ni ganas ni fuerzas así que paso sin saludarlos ni dedicales una sola mirada y voy directo con el guardaespaldas de mamá. De seguro él me llevará a mi apartamento.

Mientras voy en el coche leo los mensajes de todos, mi representante me ha bombardeado a mensajes, en una semana tenemos que volver a la gira pero yo no voy a hacerlo. Ella dice que tengo que cumplir con lo que resta de contrato, un poco insensible de su parte, y al final dice que mi madre ha pagado lo que los jefes estaban pidiendo para que no me vea obligado a ir a lo que resta de la gira. Ya le devolveré el dinero a mi madre, pero creo que deberían ser un poco más humanos y entender que no puedo hacer a un lado mis sentimientos y que mucho menos puedo apartarme en estos momentos de Candela.

Al llegar a mi apartamento abro mis redes sociales, a miles de mensajes de apoyo a pesar de que yo no he dicho nada. Sin embargo la noticia sobre lo que le ocurrió a mi hermana y de su estado de salud actualmente fue trending topic toda esta semana. Todo el mundo lo sabe, y quien no lo haga está viviendo bajo una piedra.

Abro mis historias de Instagram y escribo: “Gracias a todos por su gran apoyo a mí y a mi familia. En estos momentos nosotros estamos viviendo una verdadera pesadilla, esperamos que pronto se haga justicia y que Candela se recupere lo más pronto posible.

Espero que puedan seguir apoyándome en el tiempo, pero debo darles malas noticias. No continuaré con la gira, no puedo abandonar el país en estos momentos. Ahora mismo solo puedo pensar en que mi hermana se recupere y yo poder estar a su lado durante todo ese tiempo.

Espero que me comprendan.

Un saludo y mucho amor para todos”

Apago mi teléfono y lo pongo a cargar mientras me doy una ducha que en verdad necesitaba. No necesito que se haga justicia, ya se hizo, mamá ya se manchó las manos para que ese desgraciado no pueda hacerle nada más a ninguna mujer. Con mancharme las manos me refiero a que mi madre dio la orden de que lo asesinasen en prisión. No queremos que por alguna circunstancia saliese inocente cuando sabemos que es culpable. Si, puede que el asesinato no sea la solución y tomarse la justicia por nuestra propia mano sea lo peor que podamos hacer pero nadie iba a hacer más justicia que nosotros. Él ya no podrá hacerle lo que le hizo a mi hermana jamás, y eso es suficiente para que yo tenga la consciencia tranquila.

Al salir de la ducha Max está en el sofá de mi sala, mamá le dio hace poco la llave de mi apartamento. Y debería estar molesto pero entiendo porque lo ha hecho mamá, quieren que todos estén al pendiente de mí y mi ansiedad o mi dolor de espalda. Mamá está teniendo cuidado con todos sus hijos, con los que no están en coma mientras que ella centra toda su atención en Candela.

— No has llorado. – me dice con su voz calmada, me sorprende que pueda estar calmado. – Einar, puedes llorar, gritar y ser humano.

— No quiero, si lo hago….

— Será más real. – termina por mí. – Einar por desgracia es real, y contener tus emociones va a ser peor, vas a enfermarte y no podrás estar con ella. Ni con ninguno de nosotros. Einar, sácalo todo.

Max se levanta del sillón y me abraza y por primera vez desde que supe lo que le había ocurrido a Candela, lloro. No quería hacerlo, quería ser el único que todavía no asimilase lo que había ocurrido porque podía albergar una mayor esperanza que el resto pero igual que siempre necesito ser racional. Necesito asimilar que mi hermana está en cuidados intensivos y la probabilidad de que ella despierte son tan bajos como nulos. Ella recibió muchos golpes y sangró demasiado. El corte que atraviese su cara no solo la dejó casi sin ojo sino que estuvo a punto de cortar la aorta y matarla en ese momento. Y yo no logro concebir un solo día sin Candela. Mi hermana es mi todo, mi otra mitad.

— Está bien Einar. – me habla como si volviese a tener cinco años pero así me siento en estos momentos.

Dejo que todas las fuerzas abandonen mi cuerpo, sollozo y suplico para que mi hermana esté bien. Debí intuir que ese desgraciado intentaría hacerme daño, debí llevar más cuidado y proteger más a mi familia pero yo no soy mamá. Yo no sé proteger a mi familia desde lejos, pero debería aprender para que lo que le ha pasado a Candela no le pase ni a Andrómeda, ni a mamá, ni a Amatista. No me perdonaría que algo así volviese a ocurrir.




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