Canciones al mar

Capítulo 15

Anoche le quitaron el respirador a Candela, no ha despertado pero puede respirar sola. Es un avance mínimo, tan pequeño que no debería ser importante pero lo es. Ha sido una semana tranquila, sin paros cardíacos y con la buena noticia de que hay buena actividad cerebral. Tomos decidimos dormir una hora más de lo que habituamos a hacer por eso. No sabía cuanto necesitaba esa hora extra hasta que la dormí. Esa hora hace una diferencia tan abismal que parece impresionante. Ya no despierto con alarmas de reloj, Arlene me despierta todos los días. Ella siempre vuelve a dormir porque mis horarios son una puta mierda, pero cuando se despierta viene a ver si alguno de nosotros necesita algo.

— ¿Ya aquí? – dice mamá, dejando un beso en mi mejilla.

Su cabello negro está en un moño desordenado, está tan bien vestida como siempre, volvió ayer al trabajo. Andrómeda tenía razón, mamá se estaba volviendo loca con la espera. Está yendo ahora a un psicólogo que le ayude no solo con el hecho de que Cande esté en coma sino con tener manchadas sus manos de sangre otra vez. Es obvio que el psicólogo está metido en la mafia, sino no se le podría confiar nada y no ayudaría a mi madre.

Si, mi madre no tiene ni un arrepentimiento en haber asesinado a ese desgraciado pero ella no es una asesina y las pesadillas le persiguen. Igual que hace años le perseguían las pesadillas por Philip, ahora lo hacen por ese reportero del que todos deberíamos llevar cuidado.

— ¿Has hablado con los chicos?

— Un poco por encima, parece que hay tres propuestas de discográficas.

— Seguro encontráis una buena, sino yo estoy dispuesta a crear o comprar una. – sonríe, un poco de esa sonrisa antigua, esa de antes de que todo esto ocurriese. – Cualquier cosa, estoy para ti.

— Lo sé mamá. – le devuelvo la sonrisa.

Los días son un poco más fáciles, claro que han pasado dos meses desde que todo se vino abajo. Necesitamos seguir, avanzar aunque sigamos pendientes de Candela. Ella lo querría, mi preciosa hermana querría que nuestra vida siguiese a pesar del dolor que soportamos todos los días. Yo, de verdad, no puedo imaginar un día de mi vida sin ella. No puedo imaginarla sin sus ojos azul oscuro mirándome con diversión y expectación. Mi hermana siempre estaba pendiente de mis datos random que a nadie le interesaban. Da igual si ella entendía o no lo que yo quería decirle, pero siempre escuchaba. Y algunas veces tengo la sensación de que yo no estuve el suficiente tiempo con ella.

— ¿Irán tú y Arlene al mar?

— No, pretendo ir solo. – miro a Cande. – Quiero, quiero escribir mis emociones. Todas, y con Arlene solo podría escribir de cuanto la deseo y de cuanto la anhelo. – mi madre suelta una pequeña sonrisa.

— Nunca pensé que escucharía eso de ti. – me señala.

— Como tú siempre dices, las personas cambian. – le guiño un ojo. – ¿Te quedarás toda la tarde?

— Si cielo, me quedaré. Tu padre vendrá enseguida. – me levanto de la silla, beso su mejilla y me marcho.

En la entrada del aparcamiento veo entrar el coche de Andrómeda. Ella es la que se hace la más fuerte, no puede permitirse hundirse, es madre de una princesa que la necesita. La entiendo, pero sé que llora en silencio, cuando se excusa para ir al baño o cuando está sola en su casa. Sé que esto puede con ella, que le duele como a cualquiera de nosotros, pero no lo deja ver.

En estos momentos nuestra familia se sostiene con cimientos de papel, solo falta algo más, un dolor más y se vendría abajo. Sé cuanto se aman mis padres, pero también sé donde están sus límites. Por eso mamá va al psicólogo, porque el camino por el que iba la llevaba a divorciarse de papá. El dolor la consumía, la culpa la corroía y no podía seguir así. A veces, pienso que yo también debería ir al psicólogo pero alargo en ese momento hasta que ya no haya otro remedio.

Conduzco tan tranquilo como puedo, la ansiedad es un demonio con el que lucho desde hace muchos años. A veces es incontrolable, es como… no sé como explicarlo, es una sensación de constante pánico que a veces exteriorizas y otras te consume por dentro. Puedes estar normal, como si nada ocurriese pero ser un manojo de nervios por dentro. Nunca tuve pánico escénico, pero al principio, cada vez que baja del escenario, tenía un ataque de ansiedad. Me encerraba por horas en mi camerino, lloraba, me frustraba, no podía respirar y temblaba como un cachorro. Con el tiempo mejoré, con el tiempo y la medicación. ¿Me gusta la medicación? No, pero tampoco me gusta la sensación constante de insuficiencia e intranquilidad. Si puedo calmarla por algún tiempo, seguiré tomandola.

Mi teléfono suena, respondo la llamada con el manos libres del coche. Me gusta este tipo de coches modernos en los que puedo hacer esto.

— Hola. – escucho la voz de Arlene. – Tu madre me dijo que ibas a la playa.

— Necesito alejarme, un poco, solo hoy.

— ¿Vendrás a dormir?

— No, me quedaré en un hotel.

— Lleva cuidado, llámame si pasa cualquier cosa. – sonrío por su tono preocupado.

— Lo haré.

Arlene es un año mayor que yo, ¿Se nota? No, bien podría yo ser el mayor pero habrá gente que lo critique. A fin de cuentas a las mujeres se les critica hasta por lo más mínimo, y lo sé porque tengo una madre exitosa a la que se criticó por marcharse de Estados Unidos y por esconder que estaba embarazada de mí. Tengo una hermana mayor a la que criticaron por casarse a los siete meses de relación y otra por dedicarse a la pintura en vez de a las empresas de papá. En cambio, a mi nunca me han criticado por nada, y si lo han hecho no ha tenido mucha repercusión mediática a diferencia de las noticias sobre las mujeres que más amo.

— Arlene, dile a tu hermano que me llame.

— Lo haré. – suspira. – Te quiero Einar.

— Yo también, te prometo llevar cuidado.

Abro las ventanas del coche cuando veo la playa, respiro el aroma del mar. Suspiro y una lágrima solitaria resbala por mi mejilla. No sé cuantas veces habré venido a la playa con Cande. Cuando Biel y yo la sacamos de la casa en la que ese imbécil estadounidense la tenía secuestrada, pensé que ella odiaría todo lo que tuviese que ver con el mar pero lo ama con locura. Siempre ha dicho que quiere mudarse al mar y vivir cerca de él para siempre poder verlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.