Miedo. Terror. Náuseas. Lágrimas y súplicas.
¿Parece un asesinato no?
Cuanto me gustaría, pero por desgracia, lo único que estaba siendo asesinado en este momento, era mi vida.
Y no me refiero de forma física, sino psicológica.
Había estudiado muchísimo para llegar hasta donde estaba. Me había costado mucho sudor, lágrimas, noches en velas a base de café, conseguir una beca para mi futuro deseado.
Ya no era una cría de 16 años que soñaba con tener un cuento de hadas con final feliz y que no tendría que mover un dedo en su vida.
No.
Ahora era una joven de 19 que empezaría una nueva etapa.
Una nueva vida.
Astro Widson ya era parte del pasado y ya no me acordaba de su aspecto, de sus gestos... de nada, más de que había hecho una salida de humo hace 2 años y no había vuelto a saber más nada de él. Mejor así.
Menos distracciones. No estaba para aguantarlo, sinceramente.
Había veces que mi madre me lo mencionaba, por que la pobre seguía pensando que yo había mantenido una relación de lo más íntima con el gilipollas de Astro. Que pena que no hubiera sido así, a lo mejor podría haberme casado con el y haberme quedado viuda "de repente".
Por favor, me subestiman.
Hoy era el día.
Cogería un vuelo a Francia, dormiría las horas que no había dormido en esta última semana y cuando saliera del avión, sería una nueva Hayle dispuesta a llevar una larga y plena vida en la ciudad de la luz. Estuve una vez de pequeña con mi padre, antes de que pasara lo de su accidente.
Era pequeña, sí, pero todavía recuerdo toda la luz, toda esa magia, realmente encantadora. Después del viaje, mi padre no paró de cantarme una nana típica en París, y yo siempre me dormía con ella de fondo.
Hablaba de hadas traviesas, duendes gruñones y una reina compasiva que dormía a los niños en sus brazos hasta que estos despertaban al alba y besaban las mejillas de la reina, haciendo que sus vidas se llenarán de felicidad.
Bonita nana para realzar la esperanza de una niña destinada al caos.
Quizás el accidente había sido culpa mía.
Quizás si no hubiera hecho lo que hice.... no.
Es mi día especial, basta de pensamientos fúnebres.
Mi teléfono sonó y descolgué la llamada, con pereza. La voz cansada de mi madre me recibió, haciéndome estremecer.
—¿Mamá?— dije en un tono bastante alto. En el aeropuerto el volumen era bastante elevado, y si quería oírla, no me quedaría otra opción que alzar mi tono de voz.—Dios, aquí hay más ruido que en los atascos.
—Cariño, no has cogido el vuelo todavía, supongo—dijo riendo suavemente— eres torpe hasta para eso, cielo. Volvió a reír y está vez yo reí con ella, ganándome unas miradas divertidas de varias personas.
Enrojecí de vergüenza.
—Todo controlado, ahora dentro de veinte minutos tendré que entrar al avión, así que significa que todo va bien—Respondí sintiendo como me ardían los ojos. 《Significa que pronto tendré que colgar y no te veré hasta dentro de 3 meses》quise añadir. Pero me callé al escuchar las voces de Evie y Elijah al otro lado del teléfono— ¿Están los Widson contigo?
—Sí, te tenemos una sorpresa~—dijo con una voz cantarina. Oh, oh, ese tono nunca era bueno. No en mi buen sentido.
—Tengo miedo. ¿Qué es? —dije entrecerrando los ojos como si ella pudiera verme. Juro que casi la escuché sonreír y todo.—Mamá...... juro que si es otro de tus sorpresas raras me tiraré a las vías del tren y te enviaré los trocitos—ella rio con nerviosismo.
—N-no, como voy a hacerte yo eso. Dime una sorpresa que fuese rara.
—Contrataste a un payaso que viste en la calle y resultó ser un stripper.—Escuche la fuerte risa de Evie y reí con ella.
—E-eso fue un pequeño error, Hayle. Pero no digas que no fue divertido echarlo a patadas de casa—lo admito, fue muy divertido ver a mi madre tirarle todo lo que encontraba, insultándole.
—Entonces, ¿Cuál es la increíble sorpresa que me tienes organizada?— enarqué una ceja con expectación.
—Si te lo decimos, ya no será una sorpresa Liet— dijo Elijah, que seguramente había sido sido elegido por ellas para contestarme, porque las dos eran pésimas para mentirme u ocultarme algo. Y sí, tengo dos nombres, pero solo mis familiares y amigos íntimos estaban autorizados para relucir ese nombre que debería estar betado por la CIA—sólo me dejan decirte que te gustará mucho, y te hará compañía en esos tres meses de soledad.
—Me habéis llevado Tamlin...—susurré casi como si fuera una ilusión.
No podía creer que fuera posible.
Amé a los Widson.
Amé a mi madre.
Incluso a las compañías de mensajería por bendecirme con la presencia de mi perro en ese tiempo en el me pudrirse como una rosa en invierno. Sí, soy exagerada pero así lo siento.
—¡Mucho mejor, pequeña!— gritó Evie desde la lejos, por lo mal que se la escuchaba.— A esto no hace falta sacarlo a pasear, ya se saca él solo
—¿Qué puede haber mejor que Tamlin? Espera, ¿Cómo que se saca a pasear el solo? ¡Mamá! —pero la llamada se cortó y yo me quedé ahí en medio, como una tremenda estúpida a la que su propia madre había colgado.
Minutos después, un mensaje de ni madre me llegó.
"La sorpresa te estará esperando en el aeropuerto, ¡Verás lo contenta que te pondrás!"
¿Emocionada de algo desconocido mandado por mi madre? No es como si estuviera loca para hacer tal cosa.
El sonido de la mujer que decía las puertas de embarque me alertó de ir hacia la que me correspondía para proceder a entrar en el gran avión con destino a mi nuevo futuro. Suspiré, cansada por el largo viaje y me metí dentro.