"Algunos demonios no saben cómo ocultar el pecado de admirar a un ángel."
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Mierda maldita.
Enserio que tengo la peor suerte del mundo. Osea.... ¡No llevo ni un día en la maldita universidad y ya estoy en dirección! ¡Y todo por culpa del idiota de Astro!
El director nos sonrió cínicamente a los dos y entrelazó los dedos. Esa mirada... decia muchas cosas. Cómo que nos expulsaría. O nos mandaría a hacer trabajos indecentes durante todo el semestre. O peor todavía...
—¿Y bien? ¿Me repiten que fue lo que pasó para que estén aquí?—dijo en un tono suave pero acusador.
¿Todavía no se había enterado? Pero si toda la universidad ardía en chismes sobre como el alien que tenía a mi lado acabo con mi paciencia y se comió un puñetazo. Sobre todo por qué no era cualquier alien por desgracia.
Era el cantante mas famoso del momento.
"Virgen de los abdominales, Hayle. ¿En que nos has metido ahora?"
—¿Señorita Jones? Proceda usted.
Respiré hondo y fingí una temblorosa sonrisa. Asentí y agarré el borde de mis pantalones, creyendo sudar la gota gorda.
FLASHBACK:
—La pregunta es... ¿Cómo conoces tú a ese patán?—dijo Gia medio chillando. Lo cierto era que cuando me llevo a mi casa, nunca pensé que ocurriría eso.
Tlin~
Se me tensaron músculos.
Número desconocido:
"Aléjate de Edgar Ashford, preciosa. Si no quieres acabar en el tanatorio antes de tiempo"
Palidecí y me sentí desfallecer. Llevaba una semana recibiendo está mierda. ¿Quién era tan sádico para que estás cosas le divirtieran? ¿Quién querría hacerme algo, si no he hecho nada jamás?
La pregunta era estúpida a más no poder, cuando el recuerdo de mi padre en la pesadilla me abarcó.
—¿Liet? Te has quedado más pálida que un fantasma— apuntó Gia. Sacudí la cabeza con rapidez y me apresuré a cerrar la pantalla del móvil y a sonreír con timidez.
—Eeeeh, sí. Es que mi madre me ha mandado un mensaje diciendo que este fin de semana es el cumple de su mejor amiga y quiere que vaya.—cerré los ojos en un gesto amigable. Realmente no era del todo mentira.
Evie cumplía años dentro de poco y mi madre me había pedido (obligado) que fuera a felicitarla. Así que vería de nuevo a Astro.
—Oh, ya veo.—se limitó a responder. Cada una se fue para sus aulas respectivas. Yo tenía clase del cine contemporáneo. Drew clases de dibujo técnico y Gia de Emprendimiento económico. Y la verdad es que la mía no había sido tan mala. Pero por los mensajes de ellas dos, las suyas estaban para usar las mesas como almohadas y los cuadros como mantas.
Chat:
Yo: "¿Alguna tiene hora libre? Yo tengo una ahora"
Drew: "Nop, yo no puedo Liet"
Gia: "A mi no me miréis. Mi profesor está que trina jsjsj"
Suspiré frustrada y puse mi teléfono en la mochila, saliendo del aula en lo que tocó el timbre. ¿Y ahora que haría? ¿Mis amigas? Estudiando. ¿Yo? A saber.
La única idea que sobrevino a mi mente fue una cosa: ¡Biblioteca!
Caminé con rapidez y casi matándome, llegue a mi querido destino. Y juro que cuando entre y vi todas esas hermosas estanterías repletas de libros... Me dieron cuarenta infartos. Y muy bien dados. Los estantes eran de un precioso color caoba, y su diseño era algo parecido a la de la biblioteca de la bella y la bestia... Una completa pasada.
—¡No permitiré que lo hagas! ¡Olvídalo!—soltó una voz masculina entre susurros, elevando la voz. Fruncí el ceño y entrecerré los ojos.
¿Es que sus pequeños cerebros no entendían que significaba el silencio?
—¡Más te vale que te alejes de ella Ashford!—susurró alterada una voz, está vez femenina. Un momento. ¿Ashford? ¿El apellido de Edgar no era Ashford o acaso me volví loca?
Y justo, como si me escuchase, salió de entre los libros con una expresión de furia que no le había visto jamás. Su cara completa estaba roja y una marca cubría su mejilla.... Cómo si se hubiese llevado una buena bofetada. Atravesó el perímetro y se sentó en una de las mesas con un grueso libro.
Tragué saliva y volví a lo mío, diciéndome que por mucho que me gustase el chisme, no podía permitirme el lujo de preguntarle algo a una persona de la que sospechase. Y no por falta de ganas.
Tlin~
Acosador:
"¿Por qué no te acercas y saludas a tu amiguito? Está deseando que levantes los ojos y lo mires"
Instintivamente, levante la mirada y me quedé petrificada. Los profundos ojos del chico que tenía delante, me observaban con una sonrisa petulante en el rostro.
¿Que carajos? ¿Él estaba aquí? Eché un vistazo por todos lados, metiéndome entre dos estantes.
— ¿Buscas a Nemo, pequeña?—abrí muchos los ojos cuando sentí el susurro de esas palabras en mi oído. Esa voz.... Al darme la vuelta, esos ojos color ámbar que tanto me había esforzado por olvidar a lo largo de esa semana, me parecieron de lo más fantásticos.
A esa distancia, podía verle cada ápice de sus iris, que eran ambarinos con motas azules. ¡Joder! Tenía que decirle que me cambiara los malditos ojos, por Dios. En su rostro, se formó una expresión indescifrable. Ya ni me sorprendía esa expresión de poker de todas las veces que se la había visto. Vi como esa perfecta sonrisa se fue formando poco a poco, como quien observa el florecimiento de una preciosa flor.