"Todos necesitamos que nos sujeten cuando nuestras piezas estén a punto de caer"
-Si las personas fueran constelaciones.
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⚡️🌌ASTRO WIDSON 🌌⚡️
¿Qué es el amor?
¿Qué entendemos cuando escuchamos esa palabra, protegida por un aire soñador?
¿A qué podemos asociarlo?
¿Equlibrio? ¿Dolor? ¿Felicidad?
Para pocas personas, (solo las más realistas), significa lo que realmente es.
Escape.
Usamos el amor como una puerta de escape de nuestra realidad, carente de emociones y aventuras.
Como un dulce método de distraccion, que nos atrapa, nos asfixia y nos ciega, dejándonos sin más salidas ni opciones que la de doblegarnos.
Muchos sopesan que la persona que creen amar los ha salvado del gran abismo que se cernía sobre ellos, aunque realmente ese sentimiento sólo sea una ilusión hecha para hacernos caer.
Por que lo peor viene después, cuando esa persona se va y te deja un gran vacío en el corazón.
Cuando te das cuenta de que cometiste un grave error al dejarte caer a la oscuridad sin arnés y con el racionamiento nublado.
La mayoria lo llama amor.
Y yo, lo llamo dependencia emocional.
Por que buscan en aquellas personas lo que ellos no tienen.
Coraje, valentía, sinceridad... amor propio.
Y lo cierto es que al pensar que al hacerlo su dolor remitiría, sólo le da impulso a la vida para dispararle.
Directo al corazón.
Para mí, el amor es algo que se da recíprocamente.
El amor es un sentimiento que no se oculta.
Uno, que delatan los ojos.
El ejemplo más claro son mis padres.
Y se nota a tres millas.
Sus miradas, sus gestos, sus palabras... todo ellos grita: ¡Nos amamos!
¿Y yo?
Pues yo quiero a Hayle, sin duda.
¿Ella me ama a mi?
Posiblemente no.
Pero es algo con lo que puedo sobrevivir.
Espero, claro.
Y sobre todo puedo, por que así llevo desde los nueve años.
Antes de saber lo que era el amor, yo ya la quería a ella.
Antes de pensar siquiera esa posibilidad, mi cabeza ya tenía su sonrisa grabada a fuego.
Porque Hayle es de esas chicas a las que una vez conoces, no te la puedes volver a sacar de la cabeza.
Con sus sonrisas, sus reproches, sus muecas... todo.
—Astro cariño, ¿sabes dónde se ha metido mi hija?—Lorraine apareció tras de mí, con el ceño enfurruñado, sacándome de mi ensoñación. Ese gesto era lo que te hacía reparar en el parecido que tenían mi tormento con su amable madre.—He ido a su habitación hace poco, y no estaba.
Dejé la copa de champán sobre la bandeja de la mesa principal y me giré, enseñándole la mejor de mis sonrisas.
¿Qué si sé donde está su hija? ¡JA! Si lo supieras, Lorraine, te daría un infarto.
—Pues la verdad es que no tengo ni la menor idea.—mentí con descaro.—Creo que le ha surgido un imprevisto, así que agarrese cuando....
—¡¿Pero que demonios?!—gritó la madre de Hayle.—Dios santo, dime que ese no es Edgar Ashford...
Lorraine salió corriendo en la dirección contraria a la de ellos, como si temiese encontrarse con ese chico.
Un tanto sospechoso...
—Sí....—abrí los ojos como platos y tragué saliva con dureza.
Oh, Hayle... acabas de despertar a la bestia...
Estaba simplemente jodidamente sexy.
Hermosa, pero tan sensual que todos los chicos se giraron a verla mientras esta bajaba las escaleras, con un elegante contoneo de caderas.
Tenía un vestido negro de satén que le llegaba a los tobillos, con uno de los lados abiertos a la altura de la parte superior de sus pierna.
La prenda no tenía tirantes y la espalda estaba abierta, a excepción de unos hilos que se cruzaban por su delgada espalda.
Su cabello rizado parecian cascadas de oro fundido y su rostro... ¡Por el amor de Dios! Sus ojos, decorados de una manera exquisita, estaban dotados con una mirada felina.
Sexy.
Inolvidables.
Su piel tenía un color crema perfecto para lamer cada parte de ella.
¿Y sus labios?
¿Por qué coño me mantienes con vida después de esto, Dios?
Era de un rojo sangre demasiado apetecible para estar legalizado.
"Después me dejarás comprobar si es aprueba de besos, ¿verdad?"
Sonreí divertido y negué con la cabeza. Creo que después de lo de anoche, lo mejor era mantener las distancias con ella, para no volver a cometer un error.
Aunque mi corazón agonizaba por no tenerla a mi lado. Aunque cada parte de mí ser la reclamase como suya.
Aunque sea arisca y que con cada caricia mía se deshaga bajo mi cuerpo.
—As, te toca cantar colega.—me comunicó Jerry, mi manager. Me entregó un micrófono y sonrió con compasión.—No te comas mucho la cabeza.
—¿Alguna novedad sobre esos extraños mensajes?—dije ignorándolo.
—Archie ha estado investigando y no sabemos de dónde proceden. Se hacen con un móvil de prepago, así que lo más probable es que el sujeto que te los envía, los destruya.— informó rascándose la nuca con nerviosismo.—¿Quieres un consejo? Así, de amigo a amigo...
—Dispara—susurré caminando hacia el escenario. Él me siguió con prisas.
—Quizás te le estás dando importancia a algo que no la tiene.
—Ya te lo he explicado, Jer. Esa persona sabia cosas que...
—¡Sí! ¡Ya me has dicho que sabe cosas que nadie sabe!—terminó de decir.—Pero piénsalo un segundo. ¿Y si tan solo es una fan más? Ya sabes que algunas pueden estar muy locas y...
—Ya te he dicho que no. Me gustaría que por una ves me hicieras caso, "colega"—molesto, me subí al off del escenario— Yo sé lo que me digo. ¿Tocaba Fire on fire?