☆♡ Canciones para Hayle Jones♡☆

Vulnerabilidad

Ella era un huracán y a él le gustaban los desastres. Pero por desgracia, no podrían estar juntos jamás

- ANÓNIMO.

HAYLE JONES 

No podía dejar de caminar. Las piernas no me respondían a las órdenes. Y para colmo, cada vez que pensaba que ya se me habían pasado los nervios, volvía a emprender la marcha de un lado a otro de la habitación.

—Liet, cariño...—me llamó Elijah con un tono dulce pero autoritario.—Para quieta, anda.

Me lo quedé mirando de soslayo. Entre sus manos sostenía el cuerpo dormido de su mujer. Evie ya se había calmado, después de un largo rato llorando. Y es que amaba tanto a su marido, que una vez le dijeron que había despertado y estaba bien, ella se abalanzó sobre él y comenzó a llorar con desespero, sollozando un: Te amo.

Mi madre en cambio, había regresado a nuestra casa, en las afueras de París, con la única excusa de "querer controlar a mi labrador, Tam"

—Perdón— susurré. Pero no paré. Simplemente no podía. Astro se había ido esa misma noche, y no había dado señales de vida hasta que yo lo había llamado.
Y tampoco había sido demasiado amable.

—¿Qué es lo que te tiene tan nerviosa?—preguntó mi padrino, enarcando una ceja.—¿Tienes algún examen para el que no hayas estudiado?

"No. Es que tu hijo es bipolar y al parecer le gusta desaparecer sin avisar a dónde va" pensé, sarcástica. 

—No, para nada. Lo llevo todo al día.—repuse forzando una sonrisa.

—Entonces me has mentido sobre algo—soltó de repente, acariciando el pelo de Evie.

—¿Qué?—grazné, nerviosa. 

Eso no podía saberlo él, ¿Verdad? Sin quererlo, noté como todo el color rojizo que habían adquirido mis mejillas se iba desvaneciendo deprisa, dejándome un tono ceniza bastante preocupante en su lugar.

—Te conozco, Hayle Jones.—anadió sobre la marcha—Y conozco la cara que pones cuando mientes.

—Yo...

—Mi hijo no ha ido a por café, ¿Cierto?-—nquirió. Me limité a sentir como me iba el corazón a mil por segundo y a mirar por la ventana en la que toda la nieve se había alojado.—Y quiero la verdad.

—Esto...

—¡Ya estoy aquí!—gritó Astro, entrando por la puerta de golpe. Se acercó hasta sus padres y besó sus mejillas con desenvoltura, como si no acabase de desaparecer durante casi cinco horas.

"Justo en el momento más oportuno, idiota" suspiré, aliviada.

—¿Ocurre algo?—preguntó al ver mi rostro pálido.

—Claro que n...

—¿Dónde estabas?—Elijah, aquel que siempre era pura amabilidad y diversión. Adoptó una expresión tan severa que me hizo dudar si realmente ese hombre fue el mejor amigo de mi padre durante tantos años.

—He ido... A por café.— elevó el cartón que sostenía cuatro vasos de café, sumamente desconcertado. Obviamente, fingía.

—Ya, claro—ironizó.—¿Pretendes que me lo crea viendo lo que tienes en el cuello? ¿La camarera era una piraña o algo?

Fruncí el ceño, desconcertada. ¿Qué marca? Desvié mis ojos hasta su cuello, donde vi que, efectivamente, tenía un chupetón bastante visible y grande.
Tragué saliva con dificultad, sintiendo como mis manos se me volvían temblorosas y mis ojos se volvían cristalinos.

Pero no iba a llorar. Y menos por el imbécil de Astro Widson.

"No tenemos derecho a protestar, Hayle. No somos más que amigos"

Ya. Amigos que se besan. Amigos que se tocan como amantes. Amigos que se desean... ¡Nosotros éramos algo más que amigos! ¿El qué? Pues no lo sabía.

Aún así, mi consciencia me reprochó el hecho de haberme sentido mal a la hora de haber querido preguntar un: "por qué"

Recordé como me dijo que la chica le había roto el corazón y como yo le había dicho que estaba enamorada de alguien que él no conocía.
Quizás si le hubiese dicho que estaba enamorada de él, las cosas irían peor. 

Astro sonrió de manera burlona y acarició su marca con suavidad.

—¡Ah, esto!—la señaló y me miró fijamente.— Ya sabes cómo se ponen las chicas cuando estoy cerca y pues....

—Será que están ciegas—dije yo, visiblemente irritada

—¿Perdona?-Astro me miró con diversión y malicia, como si hubiese previsto que yo iba a saltar con ese comentario suyo.
 

A la mierda. Estoy celosa. MUY celosa.

Pero si mi queridísimo amigo creía que iba a decir algo al respecto de su rato libre, se iba a quedar con el dedo metido en el culo. 

—Nada—negué con la cabeza, intentando disipar mi malestar.—Me marcho a Lyon en un rato.

—Liet...—me llamó Elijah—¿Estás bien?


—¡Claro!—fingí una sonrisa enorme— Es solo que mañana empieza la universidad y tengo a mis dos amigos en el hotel. Ella no lo soporta y no quiero encontrármelo muerto. Lo aprecio mucho, ¿Sabes?

Los preciosos ojos ambarinos de Astro se ensombrecieron de repente, causándome un profundo escalofrío, que llegó a lugares en los que no debería haber estado.

"En este juego pueden participar dos, cariño"

—Oh, entiendo—mi padrino apretó el hombro de su hijo, que se había agachado para abrazar a su madre—. As, ¿Vas con ella?

Mi "amigo" abrió la boca para decir algo, pero lo interrumpí. 

—¡No!—Carraspeé, nerviosa—Quiero decir... Que voy yo sola con ellos. Me corre prisa. Astro puede quedarse aquí, contigo e Evie.

Sin dejar que hablasen, dejé la chaqueta de As en la camilla, cogí mi bolso y salí a toda prisa de la habitación, como si estar ahí fuese como quemarse en el Infierno.

~Tlín~

Rodé los ojos, molesta. ¿Es que no podía dejarme en paz no dos horas?
Abrí el mensaje. Y no era el único. Tenía una llamada perdida de Drew.

"¿Problemas en el paraíso?"

Fijé mis ojos en la salida del hospital, por si veía de casualidad a alguien con pintas de psicópata acosador.
Pero no había moros en la costa.

"¿No das la cara porque no quieres o porque me tienes miedo"




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