Candado (la Boina Azul)

LA OFERTA DE NELSON

Las cosas se pusieron tensas en el gremio Roobóleo después de esa misteriosa llamada. Nadie quería que Candado fuera a encontrarse con ese tal Nelson, pero ellos mismos no se atrevían a decirle que no fuera, ya que tenían miedo de que sonara como una orden, y a Candado no le gustan las órdenes, y mucho menos de las personas que las dan, porque podría enojarse, y eso daba un miedo enorme al grupo. Estaba claro que podía ser una trampa, pero se estaba hablando de Candado, "El niño que no siente dolor", al menos así era conocido por sus enemigos, y con ese nombre ya lo explicaba todo. ¿Quién se enfrentaría a alguien que no teme ser lastimado? Es muy tenebroso. Pero también caía la posibilidad de que pudiera ser peligroso. Anteriormente, Candado estuvo en grave peligro en dos ocasiones con mercenarios y con los Circuitos. Así que tomaron confianza y se lo dijeron porque la vida de su amigo estaba en peligro.

—Candado, ¿estás seguro de ir allá con un individuo desconocido? —preguntó German.

—Sí, lo estoy —afirmó Candado.

—¿Incluso si parece ser un asesino pagado por los Circuitos o de cualquier otra agencia? —preguntó Héctor.

—Aún más, ya que sería interesante —dijo Candado con un intento de sonrisa.

—¿Incluso si es peligroso? —preguntó Hammya.

—Claro que sí —reafirmó Candado.

—¿Incluso si te matan y quedo yo a cargo para despedazarte ya muerto y así poder vender tus órganos y ganar mucho dinero vendiéndolos a un precio más alto a los Circuitos para que los usen como trofeo?

—Matlotsky... cállate, porque al hablar nunca sale nada inteligente de tu parte —dijo Candado —Continuó con—. No sé por qué se preocupan tanto, si pasa algo que se me vaya de las manos, prometo llamarlos. No se arruguen ni se inquieten tanto por eso.

Poco después, salió del gremio y se dirigió a su restaurante favorito para encontrarse con el sujeto llamado Nelson, pasando por el bosque y las veredas, mirando el cielo despejado de nubes, y pensando que ayer había llovido. Así de extraño es el clima del Chaco. Mientras caminaba, Tínbari se le apareció y comenzó a hacer preguntas.

—¿Te parece correcto?

—¿Correcto qué?

—El seguir este camino, recuerda que no lo conoces y es más probable que intente asesinarte. Podría causar tu propia muerte o algo peor.

—¿Peor? ¿Doble muerte?

—Hablo en serio, Candado. Puede que sea peligroso y tendría que ayudarte en un peligro prominente.

—¿Prominente dices? ¿Qué me puede hacer una persona? Nada, absolutamente nada.

Entre discusión y discusión, Candado no se dio cuenta de que, mientras más hablaba, más se acercaba al restaurante, hasta que, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba en la puerta del local.

—Qué rápido, ni cuenta me di.

—¿Estás seguro de seguir adelante?

—Ya te lo dije, presta más atención —dijo Candado de mala manera.

—Ja, como quieras. Buena suerte… muchacho —dijo Tínbari con un tono burlón mientras desaparecía.

—Oh, cállate y déjamelo a mí.

Cuando él entró al restaurante, estaba vacío, no había ningún cliente. A Candado esto no le parecía algo como para llamar la atención, así que se dirigió a la mesa donde siempre se sentaba a esperar a ese sujeto.

Estar allí esperando era aburrido para él, y nadie lo atendía, hasta que pasó el mesero Luan, a quien Candado le tenía mucho disgusto debido a que le había dicho que su forma de atender a los clientes era de manera cretina.

—Servicio, por favor.

Luan se detuvo y miró a Candado.

—Estoy ocupado, hay muchos clientes acá —dijo Luan molesto.

—Escúchame, pelirrojo, no hay nadie, soy el único aquí.

—Lo siento, estoy ocupado.

—¿Con quién estás ocupado? Si no hay nadie.

—Para ti no hay nadie, para mí hay muchas personas —dijo Luan de manera soberbia.

—¿Ah, sí? Mira vos, che, así que el señorito no le importa mi dinero, pero sí el dinero imaginario. No sabía que tú, Luan, eras un esquizofrénico. ¿Por eso abandonaste la escuela?

Al decir esto, Luan se molestó tanto que se fue del restaurante con la bandeja en la mano y diciendo:

—Que te atienda Dios, pelotudo.

Cuando Luan se fue, se escuchó una risa jovial que se acercaba a las espaldas de Candado.

—Eres un poco brusco con la gente, ¿no te parece? —dijo la voz entre risas a su espalda.

Candado se volteó.

—¿Perdón? ¿Y usted quién es? —preguntó Candado.

—¿Yo? Soy el que te ha llamado por teléfono.

—¿Usted es Nelson?

—Exacto, Candado, soy el que te ha citado a este lugar —dijo mientras se sentaba en la misma mesa de Candado.

El Nelson que estaba al frente de él era un señor anciano que tenía los ojos azules, una pequeña cicatriz en su mentón, cabello blanco producto de la vejez con patillas de color castaño todavía, tenía un bigote estilo candado blanco, vestía una bata blanca de laboratorio igual a la que usa Lucas, una camisa celeste con una corbata negra, pantalones marrones de gala y zapatos del mismo color. Usaba un bastón de madera con una esfera de diamantes.

—Hola, muchacho.

—Vine aquí para saber quién mató a mi abuelo, no para tomar café y hablar de cosas sin importancia. Ahora dime, ¿quién fue?

—Eres igual a tu abuelo, misma vestimenta, misma boina, pero no usaba esos guantes blancos sino marrones.

—Espera, ¿conociste a mi abuelo? —preguntó Candado sorprendido.

—Fui su mejor amigo cuando tenía tu edad, y lo seguí siendo, hasta ahora.

—Entonces, dime, si de verdad eres su mejor amigo, ¿cómo es posible que yo haya escuchado de ti por él?

—Bueno, eso es porque Alfred usaba siempre un seudónimo de animales y mencionaba una "yarará" al contarte sus aventuras, ¿no?

En ese momento, Candado comenzó a recordar todas las historias que le contaba su abuelo cuando era pequeño. Siempre la historia era repetitiva con respecto a los personajes, siempre eran los mismos: el león rojo, la tortuga, el armadillo, la paloma, el gallo, el lince, el ñandú y la yarará. Ellos siempre eran los héroes en los cuentos del abuelo de Candado, y eran los mismos animales que peleaban contra un malévolo halcón. Para Candado, esto era muy extraño, ya que solo tres personas en el mundo conocían esa historia: Candado, Gabriela (fallecida) y su madre.



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En el texto hay: filosofia, misterio romanse, misterio accion

Editado: 14.10.2024

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