(Recordando aquella vez)
Brent se encontraba frente al aparato de televisión viendo un partido de béisbol, mientras Adam estaba sentado en un sofá con la laptop en sus piernas. Aquel fin de semana largo habían decido pasarlo los tres primos juntos, eso incluía a Sofía, la hermana de Adam, una chica veinteañera que en esos momentos se hallaba en el balcón entretenida con su celular de última generación que sus padres le habían regalado para su cumpleaños.
—¿Sabes, Brent? A ratos creo que lo tuyo con Vivianne es un capricho. Es la única que se te ha negado y por eso insistes. Déjala, ella no te quiere —habló Adam sin pensarlo demasiado luego de que Brent dijera que esa noche iría a ver a Vivianne a su casa.
—A ratos creo que tú estás interesado en ella. Sabes que una muchacha con el origen de Vivianne jamás caería bien en casa… pero por lo visto a ti te encanta ir en contra de lo que dice tu padre.
—Deberías decir «mi tío», no entiendo ese afán tuyo de ignorarlo. Y en cuanto a Vivianne no vuelvas a repetir esa estupidez. Solo la cuido de que tipos como tú para no jueguen con sus sentimiento. Peor aún, si piensas de esa manera. Vivianne puede llegar muy lejos, es una excelente profesional. La quiero como si fuese mi hermana.
—Tú lo has dicho «como si fuese» pero no lo es —le recalcó.
—No veas más allá, ni te inventes historias. Vivianne y yo no tenemos nada. Ella con sus cosas y yo con las mías, no hay nada más.
—Sé a qué te refieres… Estoy al tanto de tu relación virtual que tienes con esa tal Heller… ¿se lo has dicho a tu padre?
—¡No te metas en mis asuntos! Jennifer es solo una persona que conocí hace poco por Internet, no es nada serio y nada que a ti tenga que interesar. Son mis cosas y punto.
—Ambos sabemos cuánto odian tus padres el tema de Internet... Mal que mal eso es el causante de la crisis de la disquera y ahora tu apareces con una novia virtual conocida en la red. ¡No quisiera ver el rostro de tu papá al saber tu noviecita!
—Jenn no es mi novia. Además no es un tema que a ti te interese. Punto final. No quiero hablar de este tema. Y te agradecería que no te metieras en mis cosas.
—Lo mismo digo, Adam. Aléjate de Vivianne.
—No lo haré, pues ella trabaja conmigo. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
—No, no trabaja contigo. Ella pertenece a otra unidad… Te gusta, se te nota.
—¡Hablas estupideces!
—Admítelo, «brother», Viv te atrae... Sabes lo que yo siento por ella y se te ha puesto llevártela a la cama... o... ¿ya estuvieron juntos?
Recordar lo que ocurrió después para ninguno era agradable… la laptop en el suelo y los primos trenzados a puñetazos sobre la alfombra. Había sido Sofía quien a raíz de sus gritos y llantos logró que ellos se detuvieran.
Lo peor vino después cuando ambos tuvieron que rendir cuentas a John y Charlize, quienes nunca entendieron por qué habían peleado, pero ambos sospechaban que se trataba de una mujer. Tanto Brent como Adam sabían que si ellos se llegaban a enterar de que la riña había sido a causa de Vivianne, era muy probable que la cambiaran de unidad —en el mejor de los casos— porque corría el riesgo de ser despedida sin mediar palabra alguna en el embrollo.
—Lo siento, ya lo he dicho —dijo Brent.
Los primos se miraron luego de recordar aquel episodio y esperaban que no se repitiera, porque si bien la duda en Brent se mantenía, no quería volver a pelear con Adam y este último evitaría a toda costa insinuar que Vivianne era algo más que una empleada, porque si no volverían a caer en lo mismo y esta vez no tendrían cómo justificarse ante Charlize y John.
—Bueno, espérame. Voy a su oficina, no me voy a llevar trabajo para la casa… si me va bien, es posible que logres hablar con ella esta noche.
Adam salió de su oficina rumbo a la oficina de Vivianne llevando el obsequio que su primo le traía. Brent, al verse solo y echando a correr su curiosidad, aprovechó de meterse en la computadora de Adam, por lo rápido que había puesto en negro el monitor cuando él ingresó a la oficina, era indudable que debía estar conversando con la tal Heller.
Accionó el equipo, pero cuando quiso continuar la conversación que Adam sostenía, ella se había desconectado. Era extraño ver que esa mujer no tuviera ninguna foto identificándola, solo una rosa roja estaba en su ícono. Dio un bufido al leer parte de la conversación que su primo acababa de tener. Adam cada vez estaba más perdido. ¿Cómo se le ocurría pedirle a una mujer que había conocido por Internet que fuera su novia? ¡Y más encima con un hijo! De seguro que andaba cazando fortunas o quería escalar en el mundo musical, porque por lo visto, según lo que ya su primo le había adelantado, tenía fascinación por el canto. El iluso al final de cuentas resultaba ser Adam…
Con lo que había leído era suficiente. Su primo estaba cayendo en un abismo y no iba a ser él quien lo rescatara. Pero no todo estaba perdido para él… esa información podría resultar de utilidad.
Al cabo de unos diez minutos, Adam regresó sin la caja de regalo, Brent se sintió aliviado.
—¿Y? ¿Qué dijo? ¿Le gustó? ¿Va a hablar conmigo? —preguntó mientras se acercaba a Adam, pero quedó mudo al ver el rostro sin expresión de él.
—Sígueme —Adam tomó el brazo de Brent y lo condujo hasta la ventana de la oficina—. ¿Ves la pileta de allá abajo? —Brent asintió—. Pues bien, allí reposa tu presente… Viv dijo que no me metiera en sus asuntos y que no volvieras a molestarla, porque si no, el que estaría nadando en la pileta, serías tú. Ahora primo, si me permites, debo terminar mi trabajo.
Adam liberó el brazo de su primo y este tragó en seco, miró un par de segundos más la pileta, con la intención de analizar el actuar de Vivianne y luego lo miró.
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Editado: 11.07.2020