Capítulo 13
Alexis
Habíamos bajado a una especie de sótano acolchado, rara habitación para personas raras. Leo conversaba con una de las Blodymoon, podías diferenciarlas no solo por la voz y el tono que usaban al hablar sino con la manera de vestir. Hailee usaba un vestido suelto y unos botines, su hermana gruñona pantalones y una blusa manga larga y también con botas pero estas a la rodilla. Eran altas y con un precioso cabello negro y ojos tan verdes como un árbol en primavera.
–Hazme caso y podrás–Dimus dijo por tercera vez.
Ya me tenía harta, me “enseñaba” lo que tenía que hacer para manejar mis dones pero lo único que había logrado en 45 minuto será mover una puta lata de pintura que continuamente había lanzado a la cara de Dimus.
–No sé hacerlo joder–me queje– Me duele la cabeza
–Solo es eso– látigos de oscuridad salieron de sus dedos y se enredaron en la silla jalándola.
Leo termino en el suelo y un rayo de luz salió de su mano golpeando al chico a mi lado.
–Ves es fácil
–Para ti lo es dinosaurio fosilizado–espete– Desde que respiras puedes controlarlo a mí me castigaron 17 años prohibiéndomelo
–Y eres lo suficiente débil para no poder invocarlos
–Soporte la jodida muerte así que ni te atrevas a decirme débil–la ira recorrió mis venas.
Use eso como impulso y me moví directo a su cuello, la daga que se formó en mi mano paro incrustada su hombro. Lo apuñale repetidas veces, su sangre empapo mi rostro y parte de mi camisa. Gruño y me alegue con el cuchillo en mis manos. Leo había volteado y me observaba asombrado se intentó acercar pero negué, no quería su ayuda en este momento. Mire mis manos llenas de sangre pero no me arrepentía. Pase la mano por mi cara limpiando mi mejilla y chupe mis dedos. Mire a Dimus que tenía la mano contra su reciente herida.
Comida. Me ordeno mi mente pero no la complací.
–Tienes una camisa Hailee-le dije acercándome– Leo–ahora fue su turno de negar mirando a su amigo.
–Arriba–me quito el cuchillo que desapareció en sus manos con una mirada mía.
Me hizo un gesto para que la siguiera y le hice caso, subimos las escaleras y doblamos un pasillo hasta que abrió una de las puertas. Paredes blancas y aburridas nos recibieron, una maleta estaba en la esquina de la habitación acomodada junto a otras cosas se dirigió al armario y miro dentro.
– ¿Prefieres un color? –pregunto pasando uno de sus dedos por la ropa.
–Cualquiera menos blanco no quiero que termine como esta
–¿Estas bien?-los ojos de la pelinegra me evaluaron cuando me tendió un top de encaje.
–Odio que me provoquen y él siempre lo hace–me senté en la cama y voltee la camisa para que no manchara nada cuando me la quite.
Hailee me pasó unas toallitas húmedas evitando mirar mi torso desnudo, al parecer era algo tímida y a mí nunca me importo que me vieran sin ropa. Vinimos sin ella y no te tenías que avergonzar de lo que cubría. Pase una por mi cara y la deseche cuando esta ya roja, use otra para mi cuello y hombro.
–Perdiste el control
–Sanara
–¿Y si no?
–Triste por el
–La violencia está mal–sus ojos de corderito me observaron cuando ya estaba vestida.
–Perdón cariño ¿te asuste? –negó.
–No le tengo miedo pero no me gusta
– ¿Me perdonas? –asintió por lo que le sonreí– No lo hare cuando estés cerca
Frunció sus labios pero decidió callarse. Miro hacia la puerta y su desaprecio.
–¿Hailee?
–Shh-su cara se hizo visible y volvió a desaparecer.
Seguía en el mismo lugar pero por alguna razón no la podía mirar, fruncí el ceño mirando la puerta cerrarse y el colchón hundirse a mi lado. ¿Ok? eso había sido muy normal. La puerta se abrió y la cabellera roja se notó.
–Hola Barbie
–Hola bruja
–Heriste a mi primo
–Cosa que no me habías dicho–le rete.
–Quería dejar tu imaginación volar–sonrió– ¿Qué se te ocurrió? ¿Esta buena la película? –le lance la camisa que hábilmente agarro.
–Auch es un imbécil pero no debías
–rodeo los ojos– Creía que te acostabas con uno y por eso me dijiste que no durmiera con Micah
–No es mi tipo y además iugh ¿Cómo crees que esto podría estar con eso?- –se señaló antes de señalar la puerta.
–Micah es lindo–solté.
–¿Y cómo vas con eso de no te involucres con él? –Upsi pensé.
–Dijiste no te lo folles–le recordé–Y todavía no lo hice aún –remarque.
Negó intentando no reír.
–¿Te amo? –le dije y esta vez sí estallo en carcajadas.
–Yo también lo hago imbécil
Conversamos un rato de trivialidades hasta que le pedí un poco de agua. Se quejó per accedió a buscarla por mí.
–¿Sigues aquí?-dije recorriendo la mirada por toda la habitación
–Si–su cuerpo se revelo– Gracias por no decirle que estaba aquí
–¿De nada? –me sonrió– ¿Qué fue eso?
–Puedo camuflarme tanto yo como mi olor–hice un sonido dándole a entender que comprendía–¿Sería mucho pedirte que no le digas a nadie eso?
–Tranquila no me acordare cuando salga por la puerta
–Gracias
Como dije raro. Salió de la habitación dejándome sola lo cual agradecí por un rato hasta que vino el imbécil con un extraño olor a molestarme.
–Si esperas que me disculpe te aconsejo que te sientes
–No lo hago
–Bien–me levante de la cama y me dirigí a la puerta.
– ¿Por qué bloqueas tus emociones?
–Cállate
–Enfréntalos y deja de actuar como una cría
–Enfintiris–me burle.
–¿Ves? Eres una cría
–Chupatela imbécil –solté y seguí caminando fuera de la habitación.
–Oh ¿la niña sabe insultar? –escuche tras de mí.
Si lo ignoras no lo escuchas.
Si lo ignoras no lo escuchas.
Si lo ignoras no lo escuchas.
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Editado: 30.08.2021