Leonis
—¡Estás loca Emily!—exclame con molestia acomodando a Lexi en su cama.
—Precioso, vamos afuera que está dormida, por favor—pidió tomando mi cara la cual aparte—. Leo no seas infantil.
—Precioso nada—me queje abandonando la habitación tras ella.
Le pedí que utilice el rayo para dormirla cuando estuviera calmada y justo así lo hizo, pero la había cagado en decirle que la apoyaba. Alexis siempre hacia locuras y se arrepentía a los días. No quería que sufriera si se arrepentía en esta situación y esto era más complicado que elegir el color en que pintaría un lienzo o una entrada a un concierto, era una vida que dependía de su impulsividad.
—¿Por qué le dijiste eso?—pregunte mirándola.
—La apoyo aunque no quiera, Leonis
—¿Y si se arrepiente?—sus ojos esmeraldas me analizaron y un deje de molestia apareció en ellos.
—Pues vivirá con eso y si es un error la apoyare también—soltó—Amor, sé que quieres protegerla pero sabes que siempre consigue lo que quiere y si no la dejas lo hará igual.
Tomo mi cara entre sus manos para que la mirada y acaricio mi mejilla, cerré los ojos ante su toque disfrutándolo aunque estuviera molesto.
—Alexis no quiere un hijo ahora y no creo que se arrepienta luego.
—Ese niño podrá traer su felicidad roja—afirme
—Un hijo no arregla los problemas de nadie, amor-sus caricias se detuvieron y me obligo a mirarla— Ella necesita resolver muchos problemas y dejar de aferrarse a los dolores del pasado sé que mi primo la ayudara pero esto solo complicará las cosas para todos nosotros –gruñí ante la mención del idiota de Micah.
—¿Y si lo es?
—Leonis Hellmoon entiéndeme por favor— pidió soltándome—Estas haciendo esto difícil amor—sonrió haciendo que yo la imitara—. Deja tu terquedad y escúchame. Aunque intentes protegerla de todo y todos no puedes protegerla de ella misma y esa es su peor tortura.
>>Lexi es fuerte pero tiene una batalla interna en este momento y necesita concentrarse en ella y repararse para darle todo su amor y atención a algo tan frágil como un pequeño. Llegará el momento en que este bien y sé que disfrutara la noticia tanto que sus lágrimas ahora serán de alegría y no de terror. Y nosotros la apoyaremos como siempre y sostendremos su mano cuando tenga miedo y la alentaremos a seguir adelante junto al hombre que ella escoja, porque ella siempre tendrá la elección. Eres un buen hermano precioso y ella lo agradece pero déjala decidir esta vez. Si se equivoca está bien y yo me comprometo a hablar con ella y arreglarlo pero déjala.
Y esa era mi chica, una persona sabia para sus 21 años que siempre sabía que decir y como convencerte de algo y eso aterraba algunas veces, que con solo un movimiento de su mano ya tenía la convicción de lanzarme de un acantilado porque ella me lo pedía y no porque con su poder lo podía hacer fácilmente sino por el amor y confianza que le tenía. Emily era una chica increíblemente amable pero podía ser el infierno cuando se lo proponía.
La amaba ciegamente con cada una de sus virtudes y sus defectos que aunque no eran muchos yo no era nadie para juzgarla. Porque cuando se ama no importa nada más que el bienestar de esa persona, y aunque su felicidad no este contigo la dejarías y si no te amaba tú lo harías por los dos enseñándole que el amor repara y no lastima. Que enfrentarías a todo el mundo por su amor y que no te daba vergüenza amarla y adorarla frente a nadie. Eso era estar enamorado y yo lo estaba de mi pelirroja.
—Gracias por estar allí amor—dije abrazándola, se acomodó en mi pecho y dejo un inocente beso en mi cuello.
—Prometí que ahí estaría Leo y que te regañaría cuando no tengas razón o estas siendo un idiota egocéntrico y maldito…
—No te pases tampoco—me queje haciéndola reír, ese sonido era tan majestuoso que me provocaba oleadas de sensaciones. Ella no era de esas chicas que se reían y sonreían por todo y eso hacia cada uno de los momentos especiales.
—Te amo—susurro antes de juntar nuestros labios.
Envolví un brazo en su cintura y con la mano libre tomándola de la nuca la volví a besar, ladeo su cabeza para profundizar el beso y la recibí gustoso. Sus labios se movieron en una perfecta sincronía sobre los míos un beso inocente para lo que nos dábamos normalmente solo para demostrarnos el cariño que nos teníamos y las palabras que no podían ser dichas. Jadeo cuando el aire falto en mis pulmones y reí contras sus labios separándome para después dejar un casto beso en sus carnosos labios rojos.
—Yo no tengo pulmones de acero como tu roja—bromee haciéndola negar antes de alegarse— También te amo—grite logrando que me lanzara un beso antes de seguir contoneándose lejos de la habitación.
Puse mi mano en la perilla girándola lentamente para que no sonara tan fuerte y jale la puerta rápidamente para caminar y tomar el cuerpo inconsciente entre mis brazos para trasladarlo a otra habitación. Camine por el pasillo cargando a mi hermana hacia la habitación que usara los próximos días hasta que sea seguro para ella y no se hiciera daño.
Abrí la puerta poniéndola sobre la cama y me arrodille buscando por debajo de la cama lo que necesitaba, sonreí cuando lo vi casi al fondo y lo tome haciendo que el sonido metálico resonara contra el suelo. Acomode las pequeñas cadenas incorporándole los brazaletes recubiertos en diamantes que nos debilitaban y las cerré en sus muñecas, la cadena era lo suficientemente larga para que se levantara y se moviera en la habitación pero no para que saliera de esta. No se podía hacer daño ya que la habitación no tenía más que la cama atornillada al piso en una esquina y lo demás era un blanco y vacío espacio, no me sentía mal al encerrarla porque era por su bien.
Me levante y la observe por unos minutos antes de dejar un beso en su sudada frente y caminar hacia la salida, asegure la puerta acomodando la pintura y tapiz que cubrían la puerta antes de encaminarme a mi habitación un piso arriba en busca de mi móvil.
#14165 en Fantasía
#5403 en Personajes sobrenaturales
vampiros brujas y demonios, manada equipo muerte, asesinato muertes dolor seducción
Editado: 30.08.2021