Caos

Cuatro

ℂ𝕌𝔸𝕋ℝ𝕆

¿Qué ocurrió realmente con Mitzi Russo?

 Una oscuridad sórdida invadió mi mente cuando desperté sobre el piso gélido del pasillo.

Recordé haber estado merodeando muy cerca de ahí la noche anterior. Sin embargo, en mis recuerdos se suponía que había regresado a la habitación, ¿por qué estaba tirada, sola, y hecha un jodido desastre?

La mescolanza de emociones me aturrulló el pecho vertiginosamente. Fue una explosión de confusión, miedo y cólera. El nombre de Yerik causó eco en mi consciencia y, casi como acto reflejo, murmuré una maldición. Había sido él…, tenía que haber sido él. No importa cuán tonto sonara, yo estaba más que segura. Tenía la certeza. A Yerik no le caía bien, estaba intentando reducirme, fastidiarme… ¡era un grandísimo idiota!

—Brutal —escuché una voz conocida. Me incorporé para encontrarme con Cédric. Su ceño estaba hundido y en sus ojos resplandecía la curiosidad—. No sé si debo preguntar.

Sacudí la tela de mi pantalón, suspirando.

—No sabría responderte si lo hicieras.

Cédric bufó.

—Eres rara, je —se burló— y luego te preguntas por qué tuviste que terminar justo en la habitación seis.

Opté por no responderle. Tampoco sabía qué decirle. Las ideas en mi cabeza eran inconexas y, hasta cierto punto, absurdas, pero todo me decía que ellos me habían dejado ahí porque… porque...

¡Mitzi!

Me incorporé en apenas un segundo. Cédric me miró como si estuviese loca. Su uniforme destacaba lo delgado y alto de su figura; no era desagradable a los ojos, empero, comparándolo con Mak, o Lev, o cualquiera de ellos, Cédric era una pobre cosita fea: delgaducho, de facciones ásperas, tez paliducha y acné. Además de que tenía una cara de amargado que fácilmente podría competir con la inexpresividad de Alain.

Cuando me despedí de él y corrí hacia mi dormitorio, supe que permaneció un rato considerable admirándome correr. Honestamente, seguro pensaba que yo era la chica más extraña que había conocido durante mucho tiempo. Y es que tenía razón, Lev y su grupito de inútiles estaban volviéndome loca y, ahora que recordaba lo que habían hecho con Mitzi, el enojo y desagrado hacia ellos burbujeaba, y no paraba de crecer.

 Una vez dentro del cuarto me percaté de que no había nada fuera de lo normal: el mismo desastre en el lado de Flora, la pulcritud en el de Lev. No había rastro alguno de raíces, o sangre. Absolutamente nada que delatara que, como contaban mis recuerdos, alguien haya fallecido ayer. No obstante, me rehusaba a creer que había sido producto de mi imaginación.

—¿Dónde estuviste, Lolie? —la suave voz de Flora me recibió. Una minúscula sonrisa adornaba su rostro libre de imperfecciones.

Fruncí el ceño, desconfiada.

—¿Cómo me llamaste?

—Lolie —repitió, sin inmutarse por mi humor desagradable—. La verdad es que no había tenido tiempo de platicar contigo, Loralie, y me gustaría que nos llevásemos bien, ¿sabes? —suspiró, como si un recuerdo refulgiera en sus pensamientos—: no tengo muchas amigas aquí. La mala fama de Lev y sus amigos tiende a… salpicarme.

La discordia en mi expresión incrementó. No sabía si Flora me consideraba estúpida o si su ofrecimiento era autentico porque, por lo que había escuchado, era cierto que no congeniaba con muchas personas, pero dudaba que las razones. Lev y Mak no parecían tener problemas con nadie, es más, eran queridos, por lo que había alcanzado a presenciar en la cafetería.

—Lev y Mak aparentan tener muchos amigos. No veo por qué tú no —dije lo que pensaba.

—Ellos son distintos —restó importancia—. Probablemente sea también el hecho de que soy una persona cerrada, pero dormiremos juntas durante mucho tiempo, ¿por qué no llevarnos bien? —insistió—. Casi siempre fuimos solo Lev y yo, quisiera tener alguna amiga con la que platicar y pintarnos las uñas —y alzó la mano, mostrándome las filosas uñas tintadas de carmín.

Desvié la mirada.

—No eres muy diferente a todos ellos. Lo sé.

Flora sopesó mis palabras, como tratando de descifrar a qué me refería. Avanzó hacia mí con un destello distinto en su expresión. Había algo en ella que la hacía parecer peligrosa, contrastado con aquella apariencia frágil y delicada. A simple vista, Flora era de esas chicas bonitas que te reducían la autoestima a nada, sin embargo, con lo que yo sabía, estaba segura de que no tenía un pelo de estúpida.

—Tienes razón —concedió, después de unos segundos—. ¿Quieres saber qué tenemos todos en común?

Su cercanía no me afligió.

—¿La hipocresía y arrogancia?

—La lealtad y fraternidad, Lolie —corrigió—. Así que, si confías en mí, puedo garantizarte eso. Espero que tú también puedas prometerme al menos lealtad.

—No me generas confianza —zanjé.

La observé llevarse una mano al pecho, mientras simulaba una mueca, como si mi comentario le hubiese herido.

—Bien, escucha —endureció un poco el tono, enseriándose al instante—. Sé que has debido escuchar un montón de estupideces sobre nosotros, pero no todo es cierto. Seré honesta contigo —inhaló—: necesito saber que eres de confianza. Creo que sí, pero no puedo estar segura. Si me dejases conocerte mejor…, te prometo que nadie te hará daño, Loralie. Solo queremos asegurarnos de que nadie incapaz de comprendernos venga a juzgarnos.

»Vitam oculta más cosas de las que tú te imaginas y, si aceptas al menos permitir que me acerque a ti, podrías conocer algunos. Probablemente no soy la mejor persona, pero estoy diciéndote cosas que no debería. Estoy siendo honesta contigo, ¿entiendes? —se pasó las manos por el rostro—. No me hagas arrepentirme, por favor.

Dudé. En verdad que sí, por lo que había escuchado. Sin embargo, ella no lo había negado, más bien terminó confirmándolo: querían saber si era alguien confiable. Flora podía ser cualquier cosa, pero yo no podía ignorar el hecho de que había sido honesta conmigo y, a la vez, me ofrecía su amistad, aunque sabía que eso, hipotéticamente, ocurriría solo si ella comprobaba que yo no iba a traicionarlos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.