Caos

II. Dulce tormento

Una vez escuché que todo sucedía por algo ¿Es acaso eso cierto? Porque no recuerdo haber querido todo lo que viví, mi vida solo es un chiste mal contando que solo da lástima en vez de risa. 

Una vez creí que todo lo que sucedía a mí al rededor era algo que me merecía con todas las ganas ¿Soy una mala persona? Era un pensamiento principal de mi día a día. Aún vive dentro de mí. 

Pero estando desde esta altura, de verdad me planteo la idea de que todo es cierto, una buena persona nunca se sentiría tan mal consigo misma, una buena persona no seguiría la voz de su cabeza, la cual solo la va a llevar al suicidio. 

No soy una buena persona, estoy lejos de serlo. 

El mundo estaría mejor si tú no existieras. — Esas fueron las palabras que me gritaron a la cara cuando apenas tenía ocho años, algo cruel, lo sé. 

Mi vida ha sido algo que yo llamo y conozco como dulce tormento. Sufrí ¿Pero de verdad sufrí lo suficiente? 

Mis dedos se resbalan, todo se vuelve borroso y los recuerdos golpean mi cabeza, al igual que como lo hace el viento.

Imagino que nadie en casa se dio cuenta de mi salida, ni siquiera mamá, la persona a la que yo consideraba mi ejemplo a seguir. 

— Solo hazlo. — Me susurro a mí misma. — no es tan difícil, solo suelta tus manos y déjate llevar por el viento. 

— O mejor no lo hagas. — Escucho una voz a mis espaldas. 

Genial, lo que me faltaba, un don nadie que quiera intentar “ayudarme” ¿Por qué existen este tipo de personas? ¿Por qué no me dejan morir en paz? ¿Por qué no me dejan ser un caos andante?

— Niña, es mejor que no te muevas. — dice la voz a mis espaldas. — Te podrías caer. 

Río sin gracia, es justo lo que quiero. Dios ¿Es que acaso no se da cuenta? O ¿Es tonto? La va se escucha joven, pero no lo suficiente como para ser de un niño. 

— Por favor, no me hable, si yo quiero saltar, lo hago. — Digo con la voz quebrada. 

Para este punto, lágrimas corren por mis mejillas y llegan hasta mi boca, paseándose por todo mi rostro, como si fueran bailarinas a las cuales les gusta recorrer todo el escenario, como hojas que caen de un árbol en otoño y llegan hasta el piso, hasta ser pisoteadas por cualquier persona, al igual que mis sueños. 

— Niña, no sé por lo que estás pasando y tampoco te puedo asegurar que va a mejorar, no te conozco, pero lo que sí te puedo asegurar es que lo que sea que esté pasando, tú serás capaz de sobrellevarlo, porque en la vida hay que luchar por ser el más fuerte. 

— ¿Cómo estás tan seguro? — le pregunto sin mirarlo — ¿Cómo estás seguro de que soy fuerte? Si estoy buscando la muerte es por algo, es porque la necesito, porque la merezco. 

— Nadie merece la muerte, a todos nos llega algún día, pero no porque la busquemos, sino porque es un ciclo de vida. 

De repente siento unas manos sobre las mías, mi cuerpo se tensa y busco con todas mis fuerzas no romper en llanto frente a un desconocido.

Tiemblo como nunca lo he hecho, ni aun con mis ataques de ansiedad he temblado como ahora, el nudo en mi garganta se cierra cada vez más y no puedo soportarlo, ¿Qué me sucede?

— ¡No me toques! — Grito para alivianar la tensión que siento en mi cuerpo — no se atreva a dar un paso más, o me soltaré de su agarre y saltaré — susurro de nuevo, con miedo, lo único estable en mi vida. 

— Solo quiero ayudarte. — dice el joven, con voz calmada y soltando mi mano. 

— ¿Y es que acaso tengo cara de querer ser ayudada? — Pregunto con ironía, sé que tengo cara de mucho más. 

— Aún no te veo la cara, pero yo creo que sí, una persona que no necesita ayuda, no estaría ahora mismo intentando acabar con su vida, eso te lo puedo asegurar. 

Esa simple oración hace que al fin me rompa, que mi cuerpo dejara salir todo lo que he guardado por años y las lágrimas retenidas al paso del tiempo.

— Por favor, ayúdeme — digo con mi voz quebrada y mirada gacha. 

Todo se ve tan alto, tan tentador, tan… hermoso. Como si dijera mi nombre cada vez más alto.

De repente siento la misma mano, pero esta vez en mi cintura, que me ayuda a impulsarme hacia arriba y pasar por encima de la valla y pasar al el lado seguro del puente, al el lado de los transeúntes. 

Cuando estoy junto al joven que me ayudó, este me da un abrazo muy fuerte y mi cara se entierra en su pecho, lágrimas corren como cascadas por mis mejillas y sollozos salen como palabras, pero puedo sentí algo nuevo, el joven que me ayudó está temblando incluso más que yo. 

— Dios mío, pensé que no podría ayudarte. 

Y así, fue como fui salvada por un total desconocido de la muerte, al final, muerte no quiso contestar mi llamado, tal vez fui muy osada al tocar su puerta, tal vez ella no quiso tenerme cerca, como muchos o quizá me tiene un buen puesto. 

No lo sé, solo sé que alguien me envió ayuda para que no sufra sola. 

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Hola, hello, hey. 

Nuevo capítulo, qué deprimente anda la escritora. Vótenla y cámbienla por otra, no quiere escribir y cuando aparece, lo hace con algo que te deja llorando. 

En fin, espero que estén bien, esta escena la cambié de la historia original, porque no me gustaba para nada. Así que aquí vamos, Aisha debe estar expectante a lo que va a suceder con su vida. 

Los I love you. Bye. 

 

 



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En el texto hay: caos, drama, caos familiar

Editado: 18.12.2023

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