Caos

XVIII. El ayer que se fue.

Los despertares nunca me gustaron, siempre significaron un nuevo día más de vida y eso no me gustaba. No lo soportaba, no soportaba el abrir los ojos y darme cuenta de la realidad en la que siempre viví. 

La realidad en la que mis padres me despreciaban, donde tenía que estar internada en un hospital psiquiátrico para estar bien, una realidad en la que no se me permitía estar con mi hermana. Una realidad que detestaba. 

El día en que desperté por mi desmayo repentino, ese día solo quise pensar en lo mal que estaba para que me recomendaran seguir en ese lugar más del que me estipularon primeramente. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Negarme? No era posible, no había vía. 

Yo solo quería estar bien, ser suficientemente buena para poder estar con mi hermana, solo quería ver la vida de otra manera, como lo hacía Alessandro, quien a pesar de haber sufrido tantos golpes en la vida siguió adelante. Yo solo quería ser feliz. ¿Era a caso un pecado? 

No solo pienses en ti, piensa en lo que no quisieras que te hicieran en un futuro. 

Una frase que escuché cuando era adolescente y que siempre llevaba conmigo, pero nunca me sirvió de nada. El pensar en alguien más nunca me dio beneficios, solo una tremenda depresión. El pensar en mis padres solo me hizo querer morir y el pensar en mi hermana me aferró a la vida que tanto detestaba. 

Ese día había tocado fondo, me di cuenta que las pastillas solo me llevaban a un puente donde me solía perder en las lagunas de mi mente. 

El día en que desperté luego de mi desmayo repentino causado por mi ataque, fue el día en que me di cuenta que siempre odie la vida, pero odiaba más no tenerla de la manera en que la quería. 

¿Qué duele más, el no sentir o sentir todo a la vez? Supongo que la duda siempre me dejaría ahí, muerta en el vacío. 

— Nuestro trabajo es siempre asegurar ayuda a nuestros pacientes. — logré escuchar que alguien dijo al fondo, mientras yo estaba llena de lamentos y nadaba en lagunas inexistentes. 

— Y ustedes saben que no confío en nadie de aquí, ¿Asegurar? No lo creo — en el lugar había una segunda voz que gritaba rabia, dolor, tristeza y tal vez decepción — traje a mi hermano a este lugar a que estuviera bien, el me lo suplicó, lloró porque algún día fuera normal, que algún día pudiera sentirse bien consigo mismo — la voz se cortó al final de la oración — pero nada sucedió, al final no perdí a mi hermanito una semana, lo hice para toda la vida. — y eso fue todo para que yo pudiera abrir los ojos. 

— El tiempo no nos sirve de nada — dije con la voz ronca, no sabía cuánto tiempo llevaba dormida — nunca sabremos cuánto tiempo estaremos aquí, cuándo escucharemos a los pájaros cantar por última vez y nunca sabremos cuándo será la última vez que veamos a ese ser amado.

Mi cabeza dolía y mi cuerpo ardía como si estuviera en llamas y las flemas del infierno al fin estuvieran alcanzando mi débil cuerpo. Recordé lo que había pasado antes de caer en la oscuridad, recordé el cómo se había sentido. 

Al fin bajé mi mirada a mis brazos y estos se encontraban pálidos, en mi brazo izquierdo había una intravenosa conectada y el derecho estaba simplemente existiendo, al igual que yo. 

Al retumbar mi voz por el lugar, los dos individuos habían dejado de hablar, una de las voces que pude reconocer como Alessandro vino corriendo hacia mí con un rostro lleno de preocupación. 

— Aisha, hola. ¿Cómo estás, te sientes mejor? — con un poco de dificultad logré asentir, aún me encontraba aturdida — lo lamento, lo que te sucedió fue mi culpa — se sienta al borde de la cama — juro que no fue mi intensión — la culpa era palpable en su voz, eso me hizo sentir mal a mi. 

— No fue tu culpa — voltee mi mirada hacia la ventana que había en la habitación, miré a mi alrededor y solo había blancura y un gran espacio, lo único con un color fuerte que había, era Alessandro y su llamativa chaqueta roja. 

— Claro que fue mi culpa, si no te hubiese hecho esa pregunta no estarías aquí. 

Negué — No tenías cómo saber que yo iba a reaccionar así.

— No — susurró — debí pensar más en lo que te estaba preguntando, debí suponer que estabas mal. No quería hacerte pasar por tan feo momento. 

Hablar sobre lo sucedido me dolía, más de lo que me gustaría admitir. Es por eso que decidí llevar la conversación por otro rumbo, uno en el cual no podía ser tan vulnerable. 

— ¿Qué fue lo que pasó después de que me desmayé? — pregunté y si Alessandro se dio cuenta de mi cambio de tema tan abrupto, no dijo nada al respecto. 

— Aisha, tú no te desmayaste — lo miré confundida — no sé si lo recuerdas, pero estaba entrando en pánico, te inyectaron un calmante y eso te hizo dormir por casi ocho horas, fue muy fuerte. 

Y una vez más las ganas de llorar ¿Es que algún día iba a dejar de descargar mi frustración con el llanto? Me hacía ver patética. No me di el lujo de llorar, no podía, mucho menos a alguien que no conocía, aquel que ha me hubiese visto en varios momentos de debilidad. 

— Sé que esto puede ser un poco abrupto — la tercera voz que estaba en el lugar y que no había dicho nada, hizo que girara mi cabeza de manera veloz — pero necesitamos que vuelvas a tomar tu medicamento — dijo mi psiquiatra. 

— Siempre las estoy tomando — dije a la defensiva.

Él negó con la cabeza gacha y masajeando un poco su cabeza como si estuviera muy estresado, tal vez lo estaba y ahora tenía que lidiar conmigo. Un problema y una carga. 

— No lo creo, Aisha. Revisamos.tu habitación y las miles de cámaras y encontramos más de la mitad envueltas en un papel en la cabecera de tu cama, las únicas que no logramos encontrar fueron los antidepresivos y las que te ayudaban a dormir. 

Suspiré y una leve punzada apareció en mi cabeza haciendo que un pequeño quejido salga de mi boca y mi mano se dirija a el lugar afectado. 

— El medicamento que te suministramos mientras dormías es un poco fuerte, es por eso el dolor de cabeza — dijo el psiquiatra al darse cuenta de mi quejido — deberás descansar y te mantendremos bajo observación, sabemos que tu salida estaba firmada para dentro de dos semanas, pero en serio necesitamos que te quedes durante un tiempo más ¿Estás dispuesta? 



#1538 en Detective
#951 en Novela negra
#2968 en Joven Adulto

En el texto hay: caos, drama, caos familiar

Editado: 18.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.