Después del 21 de Abril
Hora:10:30 Am
Estación de policía
Despierto en una pequeña habitación sobre una cama blanca. Miro mi ropa y veo la sangre seca sobre el vestido azul que llevaba anoche. Al verlo, recuerdo por un momento, y entonces la rabia y el desprecio llenan mi corazón otra vez. Con un brusco movimiento, me lo quito y lo lanzo al piso, quedando en ropa interior.
No puedo seguir sintiendo su olor o algo que tenga que ver con él. Me repugna, da asco. Y también trae consigo recuerdos dolorosos.
Después de estar unos minutos sentada en la habitación, perdida en mi mente y recapitulando poco a poco lo que sucedió.Llegan dos personas que parecen ser oficiales de policía. Para llevarme, me hicieron bañarme, cambiarme, me dieron de comer. ¿A qué se debe este trato tan especial? Después de todo eso, me llevaron de nuevo a esta sala de interrogación. Allí me esperaba la mujer que conocí anoche.
—Buenos días, señorita Alisa William. Espero que haya descansado bien y que hoy pueda responder adecuadamente las preguntas y dar su declaración.
—Señorita William, -Señorita Wiliam —vuelve a llamar.
Silencio.
—Bien empezemos señorita William...
—Llamame Alisa —interrumpo con una voz hostil,—ya me estás estorbando con William,William.... ¡ya basta!.
—Esta bien Alisa—,se aclara la garganta y sonríe de lado.—Primera pregunta; ¿Qué tipo de relación tenía usted con su hermanastro?
—Ninguno.
—Bien. —Dice y anota en su libreta. Estuvo a punto de hacer otra pregunta pero yo la interumpo.
—¿Qué es lo que no entendieron en mi anterior declaración?Creo que dije todo lo que paso, dije toda la verdad. ¿Cuáles la maldita necesidad de hacerlo de nuevo? Pueden dejarme en paz ya, dije todo lo que tenía que decir, gracias.
Me observa un instante y solo asiente con la cabeza para después abandonar la sala.
La verdad es que no quiero hablar de eso de nuevo, me aterra el hecho de que me gusto y me siento liberada...Matar a alguien es algo grave y aterrador pero disfrutarlo y el hecho que no sentir ningún tipo de remordimiento es aún más aterrador.
¿Acaso soy un monstruo?
Me aterra el hecho de haber cometido semejante acto y haberlo disfrutando. Me da miedo el hecho de no haber sentido nada después de eso. ¿Será porque estaba en shock? Pero eso no explica mi comportamiento.
***
No sé cuánto ha pasado, pero los dos mismos oficiales regresaron y me llevaron a otro lugar. Allí están Martina, mi padre, y la mujer de antes. Me hacen sentarme en una silla, cara a cara con ellos y los oficiales a cada lado mío.
—Bien, señor Erick William, estamos aquí para tomar una decisión definitiva de este caso. Según nuestros análisis, su hija tiene muchos problemas tanto mentales como psicológicos. No es capaz de explicar lo que pasó ya que no estuvo consciente de sus actos.
¿Qué dices, mujer? Hasta lo disfruté.
—Por lo tanto, su hija no irá a prisión sino que irá a un centro de rehabilitación para recibir ayuda profesional. 1. No estuvo consciente de sus actos. 2. Es menor de edad.
—¡Qué! Pero este monstruo mató a mi hijooo —Grita Martina con lágrimas en los ojos y una cara devastada. Puedo sentir su alma rota al ver que maté a su único hijo.
—Señora, acabo de explicar la situación. Ella no irá a prisión y punto. Irá al centro de rehabilitación Dufort, donde se encargarán de su educación y de su salud mental hasta nuevo aviso. Además, ya lo habíamos discutido anoche, ¿cierto? —Pronuncio lo último lanzándole una mirada asesina a mi padre. —¿Algo más que añadir, señor Erick William?
Él solo sacude la cabeza mientras intenta sujetar a Martina, quien está a punto de derrumbarse en el suelo del dolor. Nadie más dijo nada, así que los oficiales están dispuestos a escoltarme afuera. Pero antes de irme para siempre, quise decirle unas últimas palabras a mi padre. Todo lo que siempre quise decir y no pude por razones obvias.
Para siempre no estoy segura.
—Sabes, no te amo y nunca te amé, y nunca jamás lo haré.Te agradezco mucho por todo el infierno que me hiciste pasar, es gracias a ti que soy lo que soy hoy. Así que gracias, papá. —Es la primera vez en mucho tiempo que lo llamo papá. Puedo ver su expresión horrorizado al escucharme. Su cara dice que no reconoce a este monstruo que tiene frente a sus ojos.—Juro por la muerte de mi madre que el mismo infierno que me hiciste vivir y lo que le hiciste a ella no se quedará así. Te prometo que volveré y traeré el mismo infierno a sus vidas y no descansaré hasta verlos morir de dolor y sufrimiento que yo misma causaré. Adiós, papá —Digo este último en tono de burla.
—¡Eres un monstruo! —grita Martina con la voz temblorosa y lágrimas en los ojos. —Sacala de aquí.—Añada antes de darse la vuelta para llorar desconsoladamente.
Los dos se quedaron congelados. Puedo ver el miedo en sus ojos al ver esta versión de mí que no conocían y que nadie había visto nunca.
Me llevaron a la misma sala de antes.
—Tendrás que esperar aquí. En una hora llegarán los empleados de Dufort a buscarte y llevarte al centro de rehabilitación, y estarás bien. Y no te preocupes, tomarán todas tus pertenencias y las llevarás contigo allá.
Hasta aquí todo es muy sospechoso sobre el trato que me están dando aquí. Según yo los procedimientos políticos no se hacen así.
—No tengo problemas psicológicos y estuve consciente de lo que le hice a ese hijo de perra.—Susurro entre dientes cuando está a punto de dejar la sala.
Ella se detiene y me mira un par de segundos, y después sonríe.
—Lo sé, Kat... pero estarás mejor allá que en prisión, créeme -me guiñó el ojo y sale sin darme tiempo de reaccionar o decir algo.
¿Kat? Pero... pero... La única que me llamaba así era mi madre, quien murió hace catorce años. Este nombre ni siquiera está registrado en mi acta de nacimiento. Mi madre me llamaba así por su novela favorita y por mi parecido con la protagonista de esta.
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Editado: 23.07.2024