Pude ver en sus ojos las estrellas mas brillantes y hermosas del universo, y aunque mis pensamientos eran desbordados por su grandeza, mi corazón sabia que lo único grandioso era su existencia. Sus labios eran tan finos y rosados como el pétalo de rosa más puro y jamás creado, la comisura de sus labios era tan profundo y bello como lo hondo del mar, en ellos me hundía sin parar. Creía que solo con verla podría deshacerme de mi tiempo inútil.
Yo la miraba desde lejos y creaba para ella los paisajes más hermosos e inimaginables, y aunque no sabía nada de dulzura, pude crear para ella las frutas más deliciosas. Deshice cada piedra suelta de su camino para que ella caminara o corriera sin peligro alguno. Le puse calor a su invierno y frescura a sus primaveras, me esforcé tanto en atesorarla e hice de todo para que ella feliz viviera.