Caoz

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No tardé mucho tiempo en darme cuenta de lo diferente que era yo en comparación a ellos, no tarde ni siquiera un poco, mejor dicho, me di cuenta al instante de que yo era diferente a todos.

Si el sol brillaba más de lo normal, Eva se cubría con la sombra de los árboles para evitar el contacto directo de los rayos amarillos y brillantes que desprendía el sol, de su cuerpo salía agua y ella parecía estar más fatigada. Cuando del cielo caía agua, ni Adán ni Eva salían al campo, en lugar de eso, hacían una guarida y se cubrían con toda clase de pieles para evitar que sus cuerpos se enfriaran. Cuando Adán caía o se lastimaba, su cuerpo se desgarraba y desprendía agua de color rojo, Eva mostraba una cara pálida y desgastada ante su herida y rapidamente busca la manera de detener aquel liquido de su cuerpo. Cuando los animales eran perforados por la lanza de Adán, ninguno de ellos se movía, solamente escurrían sin parar aquel color rojizo y poco después, desaparecían.

Yo no sabía nada, nada de nada. Y ellos no me veían como su igual, aunque Eva era amable conmigo, no dejaba ni siquiera un poco su atención constante en Adán para dirigirla hacia mí. El, simplemente era repelido por mi presencia. Ella siempre me hablaba de amor y de dolor, de sueño, de hambre y de felicidad. Me hablaba de tantas cosas que yo desconocía y sin darme cuenta, mi cabeza se lleno de preguntas y dudas que nadie me podía contestar. ¿Por qué yo no sentía hambre ni necesidad?, ¿Por qué yo no sangraba si me caía?, ¿Por qué no sentía nada al tocar el fuego o al introducirme al agua?, ¿Por qué yo era el único que no podía sentir?. Aunque le pedí muchas veces la respuesta a mi creador, el simplemente me ignoro, cada pregunta que yo le hacía, era pregunta que desaparecía con el viento, él ni siquiera se preocupa en escuchar mi vos, el solo estaba para atender las suplicas y dudas de su amada creación, Adán y Eva.

El tiempo era algo que yo no podía ver en mí, pero era algo que rápidamente pude percibir en todos los demás. A Eva le salieron canas y de su vientre brotaron hijos, Adán se debilito y su cuerpo se volvió endeble. Los arboles se secaron y muchos animales murieron.

Todo a mi alrededor cambiaba, todo se volvía diferente, ni siquiera Adán y Eva permanecieron iguales, aunque fueron amados desmesuradamente por el señor, todos ellos cambiaron. Solamente yo permanecía igual, mi piel seguía tan pálida como la leche y mi cabello seguía marrón y lacio como el primer dia. Nada, ni siquiera mis ojos que se la pasaban mirando todo el tiempo tuvieron un cambio, no, seguían absolutamente iguales, tan grises como las nubes en los días nublados, tan iguales como si nunca hubieran mirado algo, pero ellos ya habían visto de todo, ni la influencia del clima o el paso de los años, nada, absolutamente nada me afectaba, nunca pude cambiar. Mientras ellos evolucionaban y vivían cosas nuevas, yo seguía ahí estancado en mi constante y nada cambiante cuerpo.

El día en el que me di cuenta del porque fui creado, fue tan absurdo como una mosca en primavera.

No sé cuánto tiempo había vivido, pero era lo suficiente como para ver morir 10 veces a Eva. Los humanos eran demasiados, ya se habían establecido en lugares definidos y permanecían en un solo sitio agrupados con los demas, también los animales habían cambiado, los hijos de Adán sabían cómo domarlos y vivían junto con ellos, dominándolos y comiéndoselos, creciendo y reproduciéndose. Las hijas de Eva eran tan hermosas como ella, aunque eran diferentes, todas me la recordaban a cada segundo. Yo vivía en el bosque, pero visitaba a los humanos muy seguido y todas las hijas de Eva eran muy cálidas conmigo. Me daban comida que yo ni siquiera probaba y me vestían con ropas que yo no necesitaba, todas ellas hacían cosas innecesarias y los hijos de Adán lo sabían. Cada uno de ellos me recordaban mi origen y mi existencia, todos ellos eran fuertes y protectores, ninguno de ellos me necesitaba. Me despreciaban, que podía hacer yo por ellos si ellos eran capases de hacerlo todo, moldeaban el barro y partían los arboles, daban vida y también la quitaban, yo era un chiste y nada más para ellos, yo no hacia algo útil para los humanos, yo, simplemente vivía y veía.

Cierto día, el clima se encontraba bastante fuera de lo común, ya habían pasado muchos meses desde que no caía ni una sola gota de lluvia en aquel lugar en donde todos los hijos del señor se agrupaban, las mujeres que normalmente se encontraban hacendosas limpiando la casa y cocinando comida, no tenían nada de energía, todas ellas estaban sentadas sin energía mirando al cielo, pero lo que me pareció aun más extraño, fue el comportamiento de todos los hombres, aunque ellos eran muy fuertes y habilidosos, aun no sabían cómo hacer caer del cielo agua y aunque pensaban mucho en el problema, la solución no les venía a la cabeza, sus caras pálidas y cansadas solo miraban con desdén el cielo, los animales que con trabajo habían logrado domar, comenzaron a morir de deshidratación junto con los niños más pequeños, los hijos de Adán y Eva solo se miraban sin poder decir nada, no podían hacer más que rogarle al señor para que la lluvia llegara, pero por alguna extraña razón, el agua no cayo del cielo.



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Editado: 25.02.2018

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