Capitulo 11 El mago secreto, mi maestro

– ¿Sabes siquiera lo que está sucediendo en este momento? – decía estas palabras mientras me encontraba jadeando sin cesar, sólo podía sentir como mi aliento se empezaba a apagar y se sentía demasiado pesado el aire en mi pecho – no puedo ni pensar que en verdad estamos haciendo esto – mi mirada que parecía estar sumiéndose en la perdición, ahora parecía como si mi alma se iba yendo de mí y… mi cuerpo que empezaba a temblar ante esta experiencia del cual no pude ni prepararme en absoluto, más bien, esto fue algo que fue posible por cuestiones de pura emoción y calor del momento, sin embargo, ahora me veo completamente sudando sin parar y sin ver nada por delante.

Mientras mis ojos se van perdiendo y quisiera detenerme, pero, quizás sea por orgullo, no lograba ceder en este momento, sino que deseaba continuar avanzando hasta llegar al final, ese final en el cual pueda ver la gloria en todo su resplandor. Mi compañero, que parecía mantener el paso certero, era como si se burlara de mí inocencia – ya… ahhh… ya no puedo más, por… p… por favor… ah~… tomemos un descanso primero… ya que y-yo… – en ese instante me encontraba completamente furiosa, pero por alguna razón él no dijo ni una sola palabra. No entiendo si era el silencio el que me asustaba en ese instante, pero también al verlo como se mantenía sin parar, pero tratando de ir a un ritmo en el cual pudiera seguirlo, me reconfortaba.

Este lugar que era tan empinado, en donde debía de mantener el ritmo, aunque me tuviera que apoyar de aquel bastón para poder continuar avanzando hasta el final de esta gran lucha, sólo sentí como era que mis expresiones que debí haber colocado en ese momento debió haber sido como el de un moribundo, ya que en realidad sentía que mi corazón latía tan fuertemente que hasta me podía dar un paro cardiaco, pero eso no sucedería en absoluto.

Por puro orgullo, seguí y seguí mientras me apoyaba en él en una que otra ocasión para cuando ya sentía que no aguantaba más. Es cierto, tuvimos una que otra parada para dejarme respirar y así lograr regresar avanzar. Mientras miraba hacia adelante, una gran satisfacción recorrió todo mi cuerpo en el instante en que pude ver un rayo de luz en el cual marcaba la meta a la que debía de llegar – ya… ya falta un poco… sólo debo de ir un poco más rápido, no puedo dejar que esto sea en vano, ya casi llego… ahh… pero… no puedo desfallecer en este lugar – esa luz se volvía más y más grande y mi respirar parecía estar completamente destrozada en ese instante, para ser sincera, creo que ya ni mis pensamientos podía estar en su lugar. Sólo podía sentir que caería en cualquier momento, pero al ver la meta tan cerca, empecé a correr, después de terminar de inhalar fuertemente. De esta manera, al llegar a la meta, estiré mis brazos hasta lo alto, mientras mis temblorosas piernas se desplomaban y terminaba cayendo de rodillas. En el momento en que sentí la gloria en todo su esplendor, él vino y me dijo – bien hecho, lo has logrado – esto era un hermoso sonido para mis oídos, hasta que agregó – a partir de ahora deberás de hacerlo todos los días – fue como si algo en mí se quebrara, en ese instante, mientras tenía una sonrisa ironica, empecé a llorar por dentro y luego grité a todo pulmón - ¡¡¡¡NNNNOOOOOoooooo!!!! – el eco se debió haber escuchado en todo el lugar, para luego decir entre lamentos – ya no quiero tener que volver a escalar el volcán otra vez todos los días, no creo que pueda resister, por favor apiádate de mí y dame un ejercicio más fácil – pero él, con una sonrisa malévola, respondió – si quieres superarte, deberás de hacerlo sin falta – en ese momento supe que mis días iban a ser un infierno. Así es, mi maestro que me rescató en aquella vez, hoy por fin me empezó a entrenar – Cori, debes de seguir esforzándote si es que quieres tener la suficiente fuerza y poder para cuidar a tu familia – después de eso, sólo caí rendida y preferí quedarme viendo el cielo mientras veía unas cuantas nubes pasar, mientras me mentalizaba para hacer todo esto todos los días.