Capricho (arte y Destino)

22

- No lo defiendas

¿Defenderlo?, era lo último que haría, solo estaba diciendo la verdad. Se sentó, su mente daba vueltas, habían ocurrido muchas cosas en tan corto tiempo, el incidente de Nathan, el encuentro con los Dugan y para variar con el mejor amigo de su padre.

- ¿Daniel?

Lo llamó Nathan, al menos su amigo estaba bien, una preocupación menos.

- Ok – se levantó siguiéndolo

A su amigo no le gustaba quedarse mucho tiempo en el hospital asi que solicitó su alta, no era la primera vez que lo hacía. Ahora se encontraban conduciendo en dirección a la casa de Nathan, él había prometido que descansaría ahí.

Lo miró de reojo, él viaja en el copiloto, ahora dormido.

- No fue un buen día para usted también – susurró.

Trataba de concentrarse en conducir, volvió a mirarlo.

- Pórtate bien Daniel, esta es una fiesta muy importante para tu padre – decía su madre orgullosa en el copiloto.

- ¿Qué se porte bien? – respondió su padre – esa advertencia es para Saly

- Oye – se quejaba Saly detrás suyo

Daniel sentado al lado de su hermana se limitó a asentir con la cabeza, mientras seguía leyendo un libro.

Su madre se aseguro de arreglarle el pelo antes de entrar en la fiesta, el centro comercial donde en ese entonces su padre trabajaba, realizaba una fiesta con los empleados cada año, pero ese era la primera vez que la familia Asher llevaban a sus hijos

- Campeón – le agarró del hombro su padre - el Sr. Dugan tiene un hijo que es de tu edad, estoy seguro de que ustedes dos se llevarían bien.

En esos momentos pensaba que lo estaba utilizando para que él pudiera acercarse al jefe del centro comercial, ahora entendía que era porque quería que encontrara un amigo que le sacara de la burbuja que se había construido para si mismo y que dejara de preocuparse por asuntos que les correspondían a los adultos.

- ¿Eres un robot? – fue lo que primero le dijo este

- No

Ahora sabía que era mala idea hablar con él, se dio media vuelta, pero ya era tarde, pues Nathan comenzó a seguirlo.

- ¿Cómo te llamas?

- Da…

- ¿Cuál es tu color favorito?, ¿Te gusta el helado?, ¿Quieres jugar conmigo?

El chico hacia muchas preguntas y no le dejaba responder. Tuvo que taparle la boca para evitar que siga preguntando.

- Daniel, azul, no y no

- ¿Por qué lees este libro? – le quitó – es aburrido leer.

- No – volvió a recuperarlo – es interesante, además debo estudiar mucho si quiero ir a una buena universidad.

- ¿Universidad?, que es eso

- Olvídelo

Volteo y se encontró con su madre, quien la miraba emocionada sacando una foto.

- Está bien – volvió hacia él – juguemos, ¿Qué podría salir mal?

Minutos después:

- ¿Daniel, pero que te paso?

Él miraba a su madre totalmente embarrado de pastel.

- Me dijo que jugara con él y eso hice.

Sonrió al recordar eso, a Nathan le pareció buena idea comer pastel, pero este se encontraba en mesón el cual no podían alcanzar.

- Ok, yo jalo el mantel y tu agarras el pastel. A la cuenta de uno, dos y

- No creo que esto funcione, no tiene lógica

- Tres

Esos fueron buenos tiempos, quien iba a saber que lo que vendría después, lo marcaria de por vida.

- Estas mas callado de lo que acostumbras a estar – Nathan había despertado – lamento haberte causado problemas.

- Realmente está afectado.

- ¡Oye! me estoy disculpando – salió del auto cuando llegaron – ve a descansar Sr. Icebergs, te ves terrible.

- ¿Sr. Icebergs?

.-.-.-.-

Decidió darse un baño, estaba agotado. Hubiera querido ir a descansar, pero tenia mucho trabajo que hacer

- ¿Cómo se convirtió en mi amigo?

Fue un día difícil y seguía preguntándose lo mismo. Después de lo ocurrido con su padre, no quiso saber de los Dugan, es más los odió y los culpó de su muerte, estuvo agradecido de que su madre decidiera ir a vivir al origen natal de su esposo.

Golpeo la pared varias veces, volver a ver a Antony Dugan fue lo que le lleno de rabia recordó su expresión cuando le dio la espalda a su padre, el había dado su juventud y eso era lo que recibía a cambio.

- Él es inocente – gritó – Mi padre es inocente – susurró tratando de creerse todo lo que se decía a sí mismo.

Comió un poco y trató de ponerse al día con su trabajo, mas no pudo, esas palabras lo atormentaban. Respiró hondo, las manos le temblaban




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