Capricho (arte y Destino)

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     - Ma, ma, ma

Llegó corriendo a casa, pegándole un susto a su madre que colocaba las compras en el refrigerador.

     - ¡Que pasa niña! – se agarraba el pecho.

   - La encontré – jadeaba por el cansancio – a la usurpadora – trataba de recuperar su respiración – la encontré.

     - ¿La encontraste? – preguntó sorprendida - ¡Como!

     - Fue casualidad – mostrándole su celular

La señora Asher observó la imagen en silencio.

     - Ella es la que está engañando a mi hermano.

     - Él… se ve feliz – sonriendo

     - ¿Eh? Todo es una mentira, es mejor decírselo ahora

     - Ella parece simpática

     - ¡Mamá! – hacía un puchero – Ella no es su tipo, es muy tosca, y no tiene imagen. Prácticamente obligó a Daniel a subir a los juegos, el pobre salía pálido de ellos.

     - Ja, ja, ja – rio - ¿Enserio? Me gusta.

     - Creo que no estas entendiendo la magnitud del problema, es probable que ella solo esté interesada en su dinero

     - Puede que tengas razón, pero… - sin despegar su vista – Él se ve feliz. Si hay alguien que por un instante es capaz de sacarle ese brillo en su mirada, yo la aceptare.

 

Chitó su lengua. Con una tasa de café, observaba el amanecer desde la cocina, detestaba admitirlo, pero su madre tenía razón, no lo había visto de esa forma en mucho tiempo.

    - Padre

Tuvo la sensación de correr a abrasarlo cuando Daniel llegó a casa. Él llevaba el pelo despeinado, la camisa ligeramente desabrochada, parecía pensativo, era como si su padre hubiera rejuvenecido. Se quedó viéndolo dormir junto a su madre por un largo tiempo.

 

     - Por el momento, esperemos un poco – dijo la Sra Asher al despedirse

 

     - Está bien – respiró hondo

.-.-.-

Buscó el reloj de la pared en cuanto despertó, tarde nuevamente, se volvió a echar en su cama y suspiró frustrado. Se alistó rápidamente y salió de su habitación en dirección a la salida.

     - ¿No desayunaras? – escuchó la voz de su hermana

     - Lo haré en el trabajo – Observó la mesa, Saly le había preparado el desayuno. Miró el reloj – tengo un poco de tiempo – sentándose, dando un sorbo a su café – ¿Y nuestra madre? – preguntó

     - Se fue esta mañana

     - Porque no me despertó – sorprendido – la hubiera llevado a la terminal

     - Lo hizo, pero estabas profundamente dormido

Pudo observar cierta melancolía en la mirada de su hermana.

     - Debió despertarme – bajó la mirada - ¿Se siente bien? – preguntó

     - Ah… sí, estoy bien – respondió su hermana

     - Hoy estas libre, descansa. No te presiones demasiado.

.-.-.-

No era la primera vez que tenía el mismo problema

     - No puedo administrar mi dinero, que irónico

Conducía una nueva motocicleta, mientras que su conciencia le reprendía por haberlo hecho.  Detestaba admitirlo, pero no era bueno ahorrando. La razón por la que ocultaba los cheques que tenía esparcido por toda la casa era para no gastarlo, una medida algo infantil que le funcionó por un buen tiempo, hasta que Lina llegó. Ahora no tenía autocontrol.

     - Debería deshacerme de ellos – pensó – tal vez debería dárselo a Lina, para que lo guarde por mí

.-.-.-

Ya había perdido las esperanzas, es por eso que se sorprendió cuando los vio, la señora a la que ayudó en la mañana se encontraba ahí, junto con Alan.

     - Lamento la tardanza. Seguir direcciones no son lo mío

Ahora caminaban juntas, Alan las seguía por detrás.

     - No se preocupe – contestó Isabelle - ¿La conozco de algún lugar? – pensó

Notó que la mujer la observaba inquisitivamente, al igual que a Alan, era como si ya la conociera, Isabelle se esforzaba por recordar si ya la había visto en algún lugar. Como gratitud decidió acompañarla hasta la terminal, aparentemente la mujer planeaba viajar.

    - Que, ¿Por qué me miras asi? – le preguntó a Alan – lo descontaré de tus intereses, no te preocupes – continuó caminando de regreso – Gracias Galan

Le había acompañado a dejar a la señora a la terminal, le pareció un buen chico.




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