Ares
Entro a la oficina de Stefano y una vez que tomo asiento frente a él me comienza a hablar cosas de la empresa, estoy aquí frente a él, pero mi mente está en otro lado, ¿qué hacía Hana aquí? No me interesa, pero si lo que pasó, miro la tasa en la que ha quedado algo de café, aún echa un poco de humo, miro mi mano en donde cayó un poco del líquido, está algo roja, si así está mi mano, ¿cómo quedó ella? Casi todo el café cayó en su abdomen y este estaba muy caliente, aprieto mi mandíbula sintiendo rabia y miro la hora en mi reloj, Hana es demasiado orgullosa y fuerte como para ir por eso a un hospital, pero es más que seguro que se ha quemado y yo solo la mandé a ver a un doctor sabiendo de sobra que no hará nada de eso.
—Ares —gruñe Stefano y le miro —no me estás escuchando —me remuevo incómodo en la silla
—Sí que lo hago
—Claro —bufa —te decía que los hermanos Adams se fueron y necesitamos de ellos —respiro hondo
—Los vi salir, iban enfadados
—Hana interrumpió la reunión —él deja de mirarme y sé que oculta algo —en fin, habla con ellos, convéncelos de otra reunión y ahí convéncelos de invertir en la empresa, los necesitamos —asiento con lentitud
—Bien, ahora debo hacer algo importante —me mira incrédulo, pero me pongo de pie y salgo de su oficina con paso rápido, una vez fuera de la empresa llamo a Ángelo, al segundo toque este responde.
—¿Qué quieres Ares? —respiro hondo buscando en mi mente las palabras adecuadas
—Saber si estás con Hana en el hospital, es que hay periodistas y
—¿Hospital? —su voz sale alterada —¿de qué demonios hablas?
—Le tiré un café caliente encima y se quemó, pero —la llamada se cuelga y sonrío viendo mi objetivo cumplido, sé que él cuidará de ella, aunque saber eso no evita que encienda mi auto y conduzca hasta su lugar de trabajo, si está ahí, significaría que está bien, ¿por qué me preocupo tanto? Bueno, no quiero que Stefano sepa y quiera matarme.
—Ariana —llamo a una de sus amigas, la chica al verme camina hacia mí, mientras llega no evito pasear la mirada por el estudio y algunas chicas me sonríen en respuesta.
—¿Qué quieres? —espeta de mala manera con sus brazos cruzados.
—Busco a Hana —miro sus ojos
—Ya no trabaja aquí —mi ceño se frunce —ella
—No me interesa —le doy la espalda y camino hacia la puerta, ¿cómo que no trabaja aquí? es todo muy raro.
—Es una lástima que le gustes tanto —mis pies se detienen de golpe, pero no la miro —no la mereces
—A Hana todos le gustan —sonrío mirándola —tampoco es un privilegio gustarle cuando ella es así
—Contigo es distinto —suspira —está enamorada Ares —sus palabras me hacen achicar mis ojos —deberías preocuparte más por ella y ese bebé —la chica al ver que no digo nada solo niega con la cabeza y vuelve a su sitio, con lentitud salgo de ese lugar, ¿de verdad Hana está enamorada de mí? Ahora todo tiene sentido, siempre pensé que había planeado todo, pero no sabía la razón, maldición, está arruinando mi vida, pero sus propios sentimientos los usaré contra ella, sonrío, no me va a importar jugar un poco.
Mi mirada está fija en el techo mientras la chica a mi lado pasa su mano por mi pecho, han pasado horas desde que hablé con Ángelo y no sé nada sobre este, menos sobre Hana, ni siquiera he podido disfrutar de la mujer a mi lado como siempre hago y la verdad no sé por qué.
—Has estado distraído
—¿Esa es tu forma de decirme que no te gustó? —Bella sonríe
—Siempre me gusta estar contigo jefe —sonrío por su forma de llamarme —pero tu mente hoy ha estado en otro lado, puedes hablarme —tomo su mano y detengo sus movimientos.
—Deberías irte ya —suspiro y salgo de la cama —¿sabes que me preocupa? —ella niega —estoy seguro de que Ángelo querrá matarme.
—¿A dónde vas? —cuestiona al verme arreglándome rápido.
—A buscarlo —su ceño se frunce, pero luego de vestirme solo salgo de la habitación sin decir más nada.
★★★
Hana
—Voy a matarlo —vocifera Ángelo caminando de un lado al otro frente a mí mientras estoy sentada en el sofá del salón, justo cuando llegó estaba curando las quemaduras causadas por el café y luego en silencio él me ayudó, aunque el enojo traspasaba su piel, pero no dijo nada, se contuvo, aunque es obvio que ya no puede más y me da miedo ver cómo aprieta sus puños.
—Ángelo
—¡Te echó el café caliente encima Hana!
—Fue un accidente —ríe con rabia al escucharme
—No lo defiendas —Ángelo mira mis ojos —debió ayudarte, llevarte al hospital o tan siquiera preocuparse —abre sus brazos diciendo lo obvio y suspiro.
—No tiene por qué —me mira más enojado aún —no somos nada y él me odia
—No, no son nada, pero ¿y ese bebé? —señala mi vientre —es tan hijo de él como tuyo, Hana, no lo hiciste sola ¿verdad?
—Pero él no quiere ser padre Ángelo —me pongo de pie —yo tomé la decisión, él no, lo estamos obligando prácticamente a ser padre
—Sigues defendiendo a ese inútil —masculla acercándose a mí
—No, claro que no, solo digo la verdad
—Estás enamorada de él
—Joder no Ángelo —le grito sin poder aguantar más —solo trato de entenderlo, ¿qué harías tú en su lugar si te obligaran a casarte y a ser padre? —Ángelo mira directo mis ojos y puedo jurar qué está imaginando la escena, segundos después sonríe.
—Aceptaría a ese bebé Hana —su mano toca mi vientre con cuidado —él o ella no tiene culpa de nada, es inocente, si Ares no quería hijos debió cuidarse y si no quería estar contigo no debió irse a la cama junto a ti —aparta su mano de mi vientre y la lleva a mi rostro —entiende eso y deja de defenderlo —acaricia con cuidado mi mejilla —entiendo que no quiera casarse y que te odie por ello, pero ese bebé, no es culpable, no merece ser odiado por él, existe y no dejará de hacerlo —termina casi en un susurro y es entonces que me percato de lo cerca que está de mí, mi mirada viaja hacia la puerta y le veo, mis pies retroceden de inmediato alejándome de Ángelo.
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Editado: 16.10.2024