Hana
Al llegar a mi casa me encuentro con una soledad devastadora, quizás no debí decirle a Ángelo que se fuera, menos hablarle como lo hice y mucho menos irme a ver a Ares, fue un error aunque no me arrepiento de ello. Me dejo caer en la cama y llevo mis manos a mi vientre cerrando mis ojos, mi padre quiere que trabaje con él y no pienso decepcionarlo, la mejor forma de derrotar al enemigo es estando cerca de este y conociéndolo, pienso recuperar la empresa que Isaac logró construir desde cero y devolvérsela aunque eso implique hacer que mi padre pague por todos sus crímenes, lo peor de todo es que en verdad él cree que me hace bien obligándome a estar con un hombre como Ares que es capaz de cualquier cosa por hacer que nuestro hijo no nazca y que sé que hará de mi vida un infierno aunque a veces finja lo contrario y me haga feliz.
—Acepto —digo mirando a mi padre directamente a los ojos, él sonríe, pero su sonrisa se borra cuando alejo el contrato que me ha dado de mí —pero no con estas condiciones.
—¿Y qué quieres?
—Un puesto decente papá, no serviré café a otros, no nací para eso
—Hana, tú misma me dijiste que no sabías hacer nada —se encoge de hombros —así que
—Me darás algo decente o no trabajaré aquí, prefiero morir de hambre en la calle padre —diciendo esto el desafío de miradas comienza, pero sé bien que no me dejará pasar hambre, sed o frío, menos ahora que estoy embarazada, mi padre bufa cansado y se rinde apartando la mirada.
—Trabajarás con Ares —aprieto mis dientes —solo así te dejaré sacar tu dinero del Banco
—¿Por qué me quieres aquí?
—¿Es mucho pedir que mi hija tenga un trabajo decente al menos una vez en su vida? —suspiro —sé que lo harás bien Hana
—Perfecto papá, pero no lo haré gratis —me pongo de pie —quiero un buen sueldo, uno mejor que el de modelo y claro, quiero tener el mismo poder que Ares tiene dentro de esta empresa —él solo se sonríe y camino hacia la puerta, al salir de su oficina miro a la derecha en donde está la oficina de Ares, doy solo un paso hacia esta y me detengo al ver a su secretaria salir de ahí arreglando su ropa, aprieto mis puños sintiendo rabia, pero al instante algo cruza por mi mente, sé que Ares me desea así como sé que está celoso con Ángelo, si él no me es fiel, ¿dónde dice que yo debo serlo? Además, aún no nos casamos, veremos cómo actúa cuando comience a comportarme justo como él lo hace.
Camino con paso lento hacia la chica que ya está en su puesto y que al verme se pone de pie rápido y sus mejillas se tiñen de rojo, sé que no tiene culpa de tener un jefe tan atractivo y seductor pero en fin.
—Señorita Mils —me saluda con una pequeña sonrisa
—Maya Cruz —leo su nombre que está en su puesto —estás despedida —sus ojos se abren como platos mientras procesa mis palabras
—Señorita
—Solo recoge tus cosas y por favor no hagas berrinches, deberías saber que ir a la cama con uno de los jefes no es profesional
—Tampoco despedir por celos —la voz de Ares llega hasta mí y volteo, él está cruzado de brazos mirándome y los recuerdos del día de ayer inundan mi mente haciéndome sonreír —Hana, que seas hija del dueño no te da derecho a despedir a nadie, menos por celos —sonríe el desgraciado
—Ares —me acerco a él —querido —pongo una de mis manos en su pecho y noto como su corazón comienza a latir con prisa —no solo soy la hija del dueño —sonrío —ahora trabajo aquí y haré lo mismo que tú —su sonrisa se borra
—¿De qué hablas?
—De que vamos a trabajar juntos, cosa que me hace pensar y preguntarte, ¿no tenías ayer una reunión con unos posibles inversionistas?
—No te interesa —gruñe para luego ir casi corriendo a la oficina de mi padre, solo río y miro a la secretaria que parece congelada en su sitio.
—Recoge tus cosas y tienes 10 minutos antes de que llame a seguridad —digo con voz neutra y me alejo de ella.
Dispuesta a pedirle disculpas a Ángelo llego a su casa, sonrío con bonitos recuerdos de este lugar y es claro que pasé buenos días aquí a pesar de que mi relación con Isaac no era la mejor, pero definitivamente Isaac es mucho mejor que Ares o al menos nunca fue tan cruel conmigo. Espero paciente en el salón a que Ángelo llegue luego de que una empleada fuera a por él.
—¿Qué haces aquí? —volteo al escucharlo, pero al contrario de las otras veces él no sonríe como cuando me ve.
—Quería pedirte disculpas por
—No te preocupes, ya me quedaron claras muchas cosas
—¿De qué hablas?
—De que pensé que no eras tan tonta Hana —lo miro confundida —solo tuve que darle unos golpes a Ares para que corrieras a sus brazos —ríe —eres más fácil de lo que pensé
—No tienes derecho a hablarme así
—No, claro que no —él se acerca a mí —Ares te humilla, te ofende, te maltrata y tú te lanzas a su cama en la primera oportunidad, ¿es así entonces como te gusta que te traten? Debiste decirme antes
—No sigas por ahí Ángelo
—¿por qué? —Ángelo se acerca más a mí —no quieres que te diga lo que todos saben y lo que tú no quieres ver —me quedo mirando sus ojos perdida en estos sin querer responder
—Ángelo
—Te vas a la cama con todos Hana, pero, sin embargo, yo estoy ahí y pareces no verme
—No sigas por ahí Ángelo, no quiero que nuestra amistad acabe.
—No quiero ser tu amigo Hana —asegura haciendo que mis ojos se llenen de lágrimas —no mientras seas alguien que no se da su lugar y se va a la cama con alguien como Ares —él respira hondo —vete de mi casa por favor —me alejo unos pasos de él y le doy la espalda, camino hacia la puerta, pero al abrir esta me detengo y lo miro, él no ha quitado su mirada de mí.
—Eres el único hombre al cual podía llamar amigo, solo no quería perder al único amigo que tenía Ángelo, lamento no poder sentir lo mismo que tú, te juro que si pudiera dominar los caprichos de mi corazón, te escogería a ti —salgo de ahí con un nudo en la garganta y lágrimas en mis ojos intentando no derrumbarme aunque es difícil no hacerlo cuando se pierde lo único que te mantenía de pie.
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Editado: 16.10.2024