Paula
Han pasado tres días desde que tuve mi último encuentro con Isaac y aún sigo nerviosa, quiere una prueba de ADN, ¿por qué? ¿No es más fácil pasar de mí y de los niños? Según él a él no le gustan los niños, entonces, ¿qué demonios quiere? Estos tres días lo he evitado por completo, para salir de mi habitación he estado pendiente a lo que pasa en el pasillo, mirando a todos lados siempre que camino por esta casa y lo he conseguido, no nos hemos visto. Espero paciente a que los gemelos terminen de arreglarse, hoy irán a su nuevo colegio, pero no parecen felices, tardaron bastante desayunando y ahora tardan demasiado arreglándose, no quiero ponerles prisa, todo es bastante difícil para ellos y quiero que se sientan bien en esta ciudad.
—¿Y un profesor privado como dijo Ángelo? —Oliver me mira —sería mucho mejor mamá
—Deben hacer amigos
—Nos cuesta hacer amigos —admite Amy sentándose en la cama —es muy difícil y siempre se burlan de los nuevos
—No siempre es así —ambos me miran
—Mamá —Oliver suspira —hemos cambiado tres veces de escuela y siempre pasaba lo mismo —asiento, es verdad y todos esos cambios fue por falta de dinero —ya teníamos amigos en nuestra anterior escuela, nos gusta esta casa, pero volveremos una vez más a pasar por lo mismo.
—¿Por qué se burlaban? —me tenso cuando lo escucho y me levanto rápido para mirarlo, Isaac está en la puerta con un traje elegante mirando a mis pequeños, sus pequeños.
—Somos pobres —dice Oliver tomando la mano de su hermana —y no tenemos papá —bajo la mirada al sentir la de Isaac sobre mí —además, siempre le buscan problemas a los nuevos y más si son como nosotros.
—Mis amores —me acerco a ellos —hablaré con la directora y
—Los acompañaré —los niños dejan de mirarme para mirarlo a él —yo mismo los llevaré y seré yo quien hable con la directora
—Isaac —lo miro —usted no puede
—¿Por qué no puedo? —sonríe mirando mis ojos
—Tiene mucho trabajo como para
—Oh no —niega con su mano —hoy me tomo el día libre, es más, lo hice desde que Ángelo les buscó escuela a los niños y supe que debían ir hoy, pequeños —mira a los niños —fuera los espera su vehículo para llevarlos a la escuela —los gemelos se miran entre sí para luego tomar sus cosas y salir de la habitación, salgo detrás de ellos sintiendo los pasos de Isaac cerca de mí.
—¿Por qué lo hace?
—¿Por qué me evita? —ruedo los ojos con su pregunta
—Hice primero la pregunta
—Y creo que ambas preguntas tienen la misma respuesta —detengo mis pasos y lo miro —los niños —me guiña un ojo y sigue su camino, hago lo mismo y ya estoy estresada, estrés que aumenta al salir de la casa, mis hijos gritan de asombro al ver la limusina que hay fuera y mis ojos no dan crédito a lo que ven.
—Mira mami —señala Oliver el auto —es igual a la del presidente —grita tocando el auto
—¿Podemos subir? —Amy mira a Isaac haciendo un puchero, él solo asiente con una sonrisa en sus labios y un chofer les abre la puerta a los gemelos
—¿En serio? —cuestiono y me mira
—Mañana irán en helicóptero —dice como si nada, no sé si reír o no, es broma ¿verdad? —y luego en un auto y al día siguiente en otro, todos modernos, costosos y de lujo, créeme Paula, los niños de esa escuela harán fila para ser sus amigos —expresa y sube al auto, subo también rápido aún desconcertada por todo, dentro el espacio es enorme, hay globos de varios colores y muchos dulces, los gemelos están felices y hablan con Isaac como si le conocieran de toda su vida, miro a este el cual les sonríe y responde todas sus preguntas, ¿cómo es que dicen que no le gustan los niños? No entiendo nada y ya la cabeza comienza a dolerme.
—Piensas mucho —expresa sentándose a mi lado mientras los gemelos hablan entre sí mirando por una ventanilla, miro sus ojos notando como toda mi piel se eriza por su cercanía
—Todos dicen que no te gustan los niños, tú mismo lo dijiste Isaac
—Y no lo hacen —él sonríe —me gusta la tranquilidad, la paz y el orden, la limpieza también y los niños son todo lo contrario, pero me gustan estos niños Paula
—También dicen que no te gustan los dulces, ni el sabor chocolate, ni sonreír, ni hablar mucho —le sostengo la mirada esperando su respuesta
—No me gustan, tampoco el café, ni hacer el amor, ni expresar lo que siento, ni hablar de otros sobre mi vida —lo dice todo mirando mis ojos, sabiendo que todo eso ya lo hizo conmigo
—Pero tú
—Pero contigo si Paula —murmura sonriendo —contigo me gusta el café, el que tú haces, tus dulces, el chocolate, contigo me gusta hacer el amor, hablar de mi vida y reír —su mano roza la mía y me tenso —me gusta todo lo que haces y esos niños —él los mira —son tuyos, Paula y quizás míos —su mirada vuelve a mí
—¿Y si la prueba de ADN da negativa y demuestra que no son tus hijos? —su mandíbula se tensa, pero no deja su sonrisa
—Me gusta todo de ti —el auto se detiene, los gemelos van eufóricos hacia la puerta cuando es abierta y soy la primera en salir de ese auto sintiendo que se me hace difícil respirar, está mintiendo, fingiendo o yo que sé, pero no puede ser real, miro hacia el frente notando que todos nos miran y mis pequeños toman mis manos, camino hacia la escuela siendo el centro de atención, pero cuando veo a los gemelos sonriendo el miedo se va, ellos están felices con todo esto y ahora yo también.
Cuando dejo todo organizado en esa escuela me despido de mis pequeños, ya no tenían miedo de nada y los dejé hablando con otros niños, mi sonrisa se borra al ver que Isaac sigue cerca de su auto esperándome
—Tomaré un taxi —comento cuando abre la puerta de este y sigo caminando
—Paula espera
—Isaac basta
—Hablemos —pide mirando mis ojos —por favor —sus ojos me ruegan y respiro hondo
—Bien —entrecierro mis ojos —hablemos.
Isaac mira todo mientras esperamos nuestros pedidos, la cafetería está abarrotada y hay bastante ruido, sí, lo he hecho aposta, vi el lugar cuando íbamos caminando y simplemente entré en él, Isaac me siguió y ahora está rodeado de todo lo que a él no le gusta, pero a mí si, las personas, el desorden y por supuesto, los dulces y el olor a café, sonrío viendo que está algo incómodo, estoy siendo demasiado mala, pero necesito que deje de molestar, sí, me enamoré de él en el pasado, pero ahora se va a casar y yo también lo haré y aunque es de mentira mi matrimonio, sé que el suyo no.