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Lynn recibió el alta el día anterior al salto de la Bramante y pudo regresar al campamento junto a los demás niños. Nicola incluso permitió al anciano Voldoriano visitar brevemente a Margarita, quien si bien continuaba sedada, había respondido de forma favorable a los antibióticos y la infección había podido ser controlada a tiempo.
Aquel grupo de chicos y chicas se había vuelto rápidamente el centro de atención de todos los que visitaban el Hangar Principal y su presencia era celebrada por todos, incluso los más hoscos y veteranos soldados de la Bramante.
Si bien los niños no abandonaban la seguridad de las tiendas de campaña, solían espiar el movimiento de la tripulación colgados de las lonas o asomando las peludas cabezas por entre los pliegues de las carpas. Incluso llegaron a aprender y repetir las canciones que los tripulantes que trabajaban limpiando los pisos cantaban a coro durante su tarea, para delicia de todos los hombres que los escuchaban en el hangar.
Lynn pronto se recuperó por completo y asumió las tareas de limpieza y organización del campamento. Era una escena común verla recorrer el hangar de un lado a otro mientras ayudaba al personal de cocina a llevar las viandas a los niños, la ropa sucia o cualquier otra tarea que requiriese de manos fuertes y ágiles.
Pronto fueron confeccionadas ropas especiales para ellos (Incluso con el requerido orificio para acomodar la cola felina típica de aquel pueblo) y todos los niños vistieron versiones en miniatura de los uniformes de trabajo de los tripulantes de la Bramante.
Los ingenieros del hangar pusieron especial cuidado en proteger a los niños durante el peligroso FOLD en el espacio desconocido. Varios asientos fueron atornillados al piso y asegurados con anclajes especiales, de modo que todos los niños pudieran resisitir las sacudidas y no salir heridos en caso que las cosas se pusieran feas.
Camila se ofreció a permanecer en el campamento durante el peligroso salto y aquello alegró a los niños, especialmente a la propia Lynn, quien si bien parecía haber perdido un poco la agresividad contra los tripulantes, solo hablaba con Camila cada vez que la chica pasaba por allí.
—Todo va a salir bien. —aseguró la oficial Hughs mientras ayudaba a ajustar los arneses de seguridad en donde se habían sentado los niños. —Será como una montaña rusa.
—¿Que es una montaña rusa? —preguntó el niño llamado Nano?
—Es como un tren, pero para divertirse. —explicó Camila cerrando las hebillas con cuidado. —¡Va muy rápido y pega vueltas y hasta puedes ir cabeza abajo! ¡Es muy emocionante!
Una vez que todos estuvieron preparados, Camila ocupó su propio asiento junto a Lynn y el anciano Tobias e informaron por radio que todo estaba listo en el campamento.
Las luces se atenuaron en cuanto los capacitadores se descargaron de toda la energía acumulada desde hace días. Cuando los temblores comenzaron, algunos de los niños dieron exclamaciones de temor a pesar de las palabras reconfortantes de la oficial.
Tal y como lo temían, no era un Salto FOLD normal. Si bien la Super FOLD GATE que los había llevado allí había resultado ser una transición casi imperceptible, intentar escapar de aquella dimensión usando una burbuja WARP tradicional demostró ser un proceso mucho más difícil de lo que esperaban.
Lo primero que notaron fué la oscuridad total que envolvió a toda la nave. No era la ausencia de luz, claramente la iluminación de emergencia estaba activa por toda la fragata, pero las luces estaban como atenuadas, sin brillo; apenas unos círculos de colores apagados que resaltaban con el resto del ambiente.
Los mismos colores parecían haberse extinguido; como si uno de esos filtros de películas antiguas hubiese sido aplicado a la misma realidad.
Los hombres y mujeres del puente de mando permanencia en silencio a medida que los minutos pasaban. No había ningún indicio de movimiento dentro o fuera de la nave; ni siquiera las distorsiones ópticas típicas del subespacio FOLD que creaban un efecto de imagen doble o triple a medida que los fotones entraban en un estado de enlazamiento cuántico que los hacía multiplicarse en varios estados del espectro.
Boris fué quien rompió el silencio y su voz sonó áspera y casi desesperada.
—¿Qué es lo peor que puede pasar? —preguntó inclinándose hacia atrás en su silla.
—Por lo pronto, podríamos aparecer en otro lugar completamente desconocido. —dijo Jarvis. —Eso de por sí ya sería bastante malo.
—Tal vez podríamos aparecer en otra galaxia. —observó Gabriel. —¿Recuerdan lo que sucedió en esas ruinas de la Protocultura hace unos años? Salió en todas las noticias.
Boris sacudió la cabeza. —Para mi era todo un show mediático de esa PMC que esponsorea a Rankia Lee. —¿Una conexión de datos hacia otra galaxia en tiempo real? ¡Imposible! —afirmó.
Owen levantó la cabeza desde su silla. —El peligro mayor no es aparecer en una u otra galaxia… sino en ninguna de ellas. —dijo.
Los hombres asintieron en silencio. Si la Bramante aparecía en medio del espacio intergaláctico, estarían condenados a una muerte lenta y agobiante.
Los minutos pasaron lentamente mientras los hombres miraban las pantallas con nerviosismo. ¿Estaban realmente yendo hacia algún lado? Las vibraciones no habían cesado del todo, pero eran apenas un ruido de fondo en lo que parecía ser una calma previa a la tormenta; el aire mismo parecía pesado, cargado de expectación.
¡Bang! La sacudida fué tan fuerte que Boris perdió sus auriculares cuando su cabeza se zarandeó de un lado a otro. Hubo un chasquido eléctrico y las luces recuperaron su brillantez.
—¡Mierda! —exclamó Jarvis. —¡Eso se sintió fuerte!
—¡Reporte! —ordenó el Capitán Owen.
—Burbuja WARP intacta. —reportó Fritz.—Seguimos en viaje subdimensional… ¡Oh!