Carne de Cañón

38

 



 

Fritz abrió los ojos en el preciso instante en que la vaina abría la puerta y la luz entraba a raudales al pequeño espacio, pero sus ojos de Zentradi resistieron la cegadora luz y sus pupilas se adaptaron rápidamente para no dejarlo momentáneamente sin visión de su entorno.

Lynn estaba frente a él con la mano extendida para ayudarlo a salir de la vaina. El joven extendió la suya y estrechando la mano de su compañera fué extraído de dentro del aparato de un fuerte tirón.

—¿Estás bien? —preguntó sosteniéndolo con firmeza por si se encontraba algo mareado.

—Si… estoy bien. —respondió él dando un rápido vistazo a la habitación. Las dos guardias Meltran lo observaban detenidamente con sus armas en posición de descanso, pero listas para matarlos a ambos si cometian alguna estupidez. Vió también que ambas sonreían al ver su cuerpo desnudo y comprendió que aquella reacción estaba en concordancia con la exposición a la cultura que habían recibido en la nave de Homs. Era muy probable que incluso un beso no sería 100% efectivo contra ellas y rogó porque Lynn no intentara ese viejo truco.

Pero Lynn no tenía intenciones de besar a Fritz y en cambio lo cubrió con una manta para ocultar sus vergüenzas de las curiosas miradas Meltran. —Tu traje está allí. —dijo señalando un casillero al costado de la vaina.

 

Fritz suspiró y agradeció internamente que los constructores de aquella nave hayan tenido la gentileza de dejar al menos un traje de Zentran como parte de los pertrechos del reformado acorazado Meltran. El traje de vuelo era una simple vestimenta protectora que los Zentradi usaban por debajo de sus armaduras o uniformes, pero también ofrecía algo de protección aislante para salir al espacio (siempre y cuando recordara ponerse un casco). No vió ningún casco allí y deseó no tener que necesitarlo pronto. 

—Aprisa. —lo apremió una de las guerreras. Fritz asintió y se vistió rápidamente ante las miradas atentas de los guardias, quienes no se movieron de su sitio durante todo el proceso.

 

Una vez que hubo terminado de vestirse fueron conducidos fuera del camarote en donde se encontraba la enfermería (Y que contenía la vaina de micronización) y tras caminar por los pasillos se dirigieron hacia el elevador, pero para sorpresa de Lynn se separaron frente a las puertas del mismo. 

—Tú vendrás conmigo a las barracas. —dijo una de las guerreras. —El Zentran tiene que ver a la Capitán.

—Pero… —intentó protestar la chica-gato aunque fué acallada rápidamente por un violento empujón dado por la guerrera que tenía que escoltarla. —Silencio. —dijo simplemente.

Fritz y Lynn intercambiaron miradas de angustia pero sabían que estaban a merced de la voluntad de aquellas mujeres. Se despidieron en silencio sin saber cuando podrían volver a verse y Fritz se dejó conducir nuevamente al puente de mando de la nave.

 

Cuando entraron al mismo el cambio de atmósfera fué evidente para el científico, pero lo que realmente hizo que se erizaran los pelos de la nuca fué la mirada gélida con la que la Capitán Hyle y su Segunda al Mando lo recibieron.

—Vamos a mi camarote. —dijo Hyle en cuanto la soldado empujó a Fritz para dejarlo frente a ella. —Tenemos que hablar en privado. Tú quédate aquí. —dijo volviéndose hacia la meltran que lo había escoltado hasta allí. —Nosotras nos encargaremos a partir de ahora.

La soldado se llevó el puño al pecho y se apartó para dejar paso a Fritz y las dos guerreras, quienes salieron del puente de mando ante las atentas miradas de las demás oficiales.

 

—¿Qué van a hacer con Lynn? —preguntó nervioso Fritz una vez que hubieran salido del puente y hubiesen caminado un rato por los pasillos de la nave.

Hyle caminaba adelante y Zlyna cerraba el paso para no dejar que Fritz se retrasara. La Capitán del SDFN-13 ni siquiera volvió para responder. —Ella quiere ser una de nosotras, así que la enviamos a las barracas para que la entrenen como es debido… si sobrevive, claro. —respondió con desprecio.

El joven tragó saliva y guardó silencio hasta que llegaron al camarote de Hyle. 

La oficina tenía el mínimo de mobiliario posible para ser considerado el camarote del Capitán de un navío, pero dado que las Meltrans no se preocupaban en absoluto de la decoración de interiores, aquello no molestaba en absoluto a Hyle. 

La guerrera se sentó en el sillón tras un escritorio de metal y esperó a que Zlyna cerrara la puerta tras ella.

—Tienes muchas cosas que explicar, Microniano. —dijo tras unos instantes de silencio.

 

Fritz estaba de pie delante del escritorio y notaba la mirada penetrante de la otra guerrera a sus espaldas, bloqueando la única salida del cuarto. —Haré… haré lo posible para responder sus preguntas. —respondió nervioso.

Hyle cruzó sus manos por delante de su pecho y se inclinó sobre el escritorio. —Lucy. —dijo en voz alta.

El holograma de la IA apareció a su lado haciendo que Fritz se sobresaltara de pronto. —Ella está ahora bajo mi mando. ¿Comprendes? —preguntó en forma cortante.

El joven miró el avatar holográfico y Lucy le devolvió una fría mirada con aquellos ojos penetrantes ojos dorados que la caracterizaban. —Co-comprendo. —dijo.

—¿Eso no te molesta? —preguntó Zlyna desde la puerta.

—Lucy nunca estuvo realmente bajo mi mando. —explicó Fritz volviéndose. —El Capitán Owen me dió la autorización para utilizar sus funciones y ayudar con mis investigaciones… pero es un programa que responde solamente a la cadena de mando de la NUNS y yo… bueno, soy solamente un civil colaborando con la milicia. —reconoció encogiéndose de hombros.

—¿Quién es la autoridad máxima de esa NUNS? —preguntó Hyle.

—Esa persona debería ser el Capitán Hawk. —respondió el científico. —Es quien ha asumido la autoridad de los remanentes de las fuerzas de la Humanidad durante la guerra civil.



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En el texto hay: espacio, robots, macross

Editado: 09.05.2024

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