Carpe Díem

Capítulo 24

Capítulo 24

-Luca-

Después de meses de aquel suceso no tuve visiones, yo tomaba ese tiempo como unas vacaciones, una persona normal, disfrutaba viajando o haciendo lo que para cualquiera fuese motivo de descanso, yo sentía tranquilidad cuando mi maldición no violentaba mi mente de esa manera tan retorcida, si algo odiaba de todo eso, es que esa extraña sensación de no tener visiones me incomodaba, estaba tan acostumbrado a mi maldición que no tenerla me ponía  al defensiva por lo que pudiese pasar.

De a poco  mi maldición se encargaba de regresar y todo volvía a ser lo mismo. Una tarde cuando regresaba a casa, entre a mi habitación, estaba en penumbras, solo el gran balcón abierto de par en par iluminaba todo allí, a un costado estaba Lanz sentado en una silla, esperándome, estaba ebrio, tenía una botella de whisky vacía tirada en el suelo, y otra en la mano. Caminé hacia él. A medida que me acercaba note varios cortes en su rostro y un oscuro magullón cerca de su cien, tenía la camiseta rota y manchada de sangre.

—¿Qué te ocurrió?— dije  quitándole la botella de whisky que traía en la mano.

— Déjame…— susurró molesto. Yo lo miré.

—Estás otra vez ebrio—confirmé.

—Sí, ¿Y qué?— reconoció de forma provocativa, no le respondí caminé hacia el baño y abrí la ducha.

—Vamos— ordené  intentando levantarlo, pero él forcejeo soltándose de mí.

—Ben, volvió a golpearme—comentó con amargura sentándose una vez más en la silla— es irónico— sonrió de mala gana— a fin de cuentas ocurriéndome esto me doy cuenta de que  eres tú Luca quien puede ganarle, no yo. Todo este tiempo me he engañado.

—¡Basta!— vociferé quitándole una vez más la botella que cayó al suelo produciendo un sonido seco sobre la alfombra.

—¡Déjame! ¡Doy asco! ¡Soy un maldito perdedor!— gritó al borde del llanto, deslizo su puño sobre su boca— ¿Sabes por qué no me reventó a golpes hoy?—me miro, sus ojos expresaban decepción— porque alguien lanzo varios disparos al aire—Su rostro se endureció—gracias a eso, se asustó y me dejo allí tirado—yo sin hacer caso a sus palabras lo levanté llevándolo al baño casi a rastras,  lo ayude regañadientes a quitarse la camiseta lo empujé dentro de la  ducha, él una vez más se resistió saliendo de allí.

—Estás ebrio, si papá te ve así…— le advertí

— Al diablo con él… —  susurró, apoyo sus manos sobre mis hombros, se tamaleaba y su boca apenas si se movía de manera errática— fuiste tú ¿Verdad? Fuiste tú— balbuceó conteniendo las lágrimas cayendo hacia abajo—Tú y tu mierda de don…—musitó comenzando a llorar.

Yo sabía hacia días que Ben se cobraría venganza, si yo no hubiese lanzado esos disparos al aire escondido entre los árboles, Lanz habría terminado internado en un hospital al borde de la muerte.

— Luca…Luca… — murmuró aferrándose a mí, yo lo contuve tomándolo entre mis brazos—¿cuándo va a ser el día en el que yo pueda hacer algo por ti?—sollozo.

— No te preocupes, ese día va a llegar—le aseguré.

Mis visiones comenzaron a atormentarme por las noches, una y otra vez con lo mismo en una de ellas me veía quitándome la ropa, muriendo, sintiendo frío y una densa humedad recorre todo mi cuerpo. Una vez más mi maldición me lleva al momento de mi muerte, repitiéndome la escena, cada vez que eso ocurría  mi cuerpo se entumecía perplejo, y otra vez  me mostraba quitándome la ropa, mi vaga consciencia tomó un pequeño detalle de esa secuencia aterradora…

 Entre mi ropa cae un móvil de color negro.

Salté de la cama a toda velocidad, abrí la puerta de la habitación de Lanz, la luz del pasillo le daba justo sobre la cara, mi hermano  de manera molesta  irguió su cabeza.

—¿Qué ocurre Luca?—me dijo aún somnoliento.

Mi pecho se agitaba nervioso y aterrado, inmediatamente la certeza que hacía tiempo estaba buscando comenzó a brotar en mi de manera siniestra devorando todo tipo de esperanza que yo pudiese tener.

Mi móvil era de color azul.

Pase una mano por mi nuca en un vago intento por  calmarme, tenía la boca seca y la garganta me dolía, sentía mi cabello húmedo de tanto sudar viendo esa aterradora secuencia.

—Lanz…—susurré entrando, mis pies se arrastraban devastados. Debía hacer lo que fuere por él, la vida me estaba poniendo al borde de la desesperación total y yo era capaz de todo por retener a mi hermano conmigo—¿Puedo acostarme contigo?— pedí sin más.

Lanz frunció el ceño algo molesto.

— ¿Te volviste loco? — me reprochó 

—Por favor— rogué, era incapaz de decir otra cosa más, mi boca en esos momentos estaba preparada solo para suplicar una y otra vez.

—Es lo mismo de siempre ¿verdad?— comentó de mala gana echándome un vistazo

—Por favor…— insistí, no podía decirle lo que mi maldición auguraba, si yo llegaba  a revelar algo de eso, Lanz no lo soportaría, preferí callar e intentar bajo todas las circunstancias cambiar el curso de las cosas para ello mi desesperación me llevaría  cuidar de él como fuere.

—Bien— accedió de mala gana— pero antes cierra la puerta con llave, no quiero que por la mañana alguna de las empleadas nos vea así, como un par de idiotas— se quejó molesto  mientras cubría su cabeza con la almohada. Hice lo que me pidió. La cama era lo suficientemente amplia para los dos, me acosté, estaba sintiendo como mi desesperación me llevaba a ser un paranoico, mientras Lanz dormía yo cuidaba de él. Difícilmente  lograba dormitar, apenas sentía que Lanz se movía yo reaccionaba. Sin abrir los ojos atrape su brazo  en uno de sus movimientos.




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