Capítulo 25
-Vera-
Había pasado una semana buscando algo que me llevase a entender todo, pero no conseguía nada, absolutamente nada que me acercase al pasado de Luca. Llamar a mi tío para preguntar sobre él, podía ser muy arriesgado, levantar alguna sospecha era lo que menos deseaba hacer en esos momentos.
Llegue a cuestionarme si todo aquello no era producto de mi mente, quizás estaba sufriendo alucinaciones y todo aquello no era más que un horrendo producto de mi mente.
Si me mente me estaba poniendo a prueba entonces, lo hacía muy bien, erguí suavemente mi cabeza hacia delante mientras bajaba por las inmensas escalinatas de la universidad, el día estaba extrañamente soleado, desde que había llegado allí solo habían sido días nublados.
Luca venía caminado en la misma dirección que yo, traía el cabello algo desprolijo como de costumbre, de gafas oscuros parecía ocultar un magullón algo violeta cerca de uno de sus pómulos, traía una camiseta blanca y sobre ella una camisa a cuadros de color gris desprendida, las mangas las llevaba arremangadas hasta la altura de los codos, de jean oscuro y zapatillas, sus nudillos estaban raspados y algo lastimados.
Mis ojos se detenían ante su imagen sin dudarlo ni siquiera quiera un segundo, mis oídos se hacían eco del latido acelerado de mi corazón, mi piel vibraba con suavidad a medida que él daba un paso más, me vi obligada a bajar la mirada, desviando mis pensamientos.
Oía la voz de la hermana de Jack salir tras mi espalda, bajó las escaleras como un rayo cuando vio a Luca. Jack no estaba para controlarla había faltado ese día a la universidad, entonces Katia se sentía libre de acercarse al enemigo más odiado de su hermano.
— ¡Luca!— exclamó entusiasmada sin quitarle la vista de encima. Luca se detuvo frente a ella, Katia estaba parada sobre el último escalón de la inmensa escalinata, de esa forma ella podía verlo directo a los ojos, mientras que Luca todavía no subía hacia arriba.
Fugazmente pensé en esperar a que se fuesen los dos para bajar por la escalera, pero concluí que si hacía eso, me convertía en una completa tonta.
Comencé a bajar los escalones. No me atreví a mirarlos, solo me remití escuchar sus voces.
—Luca, hace tanto que no vienes, yo tenía pensado que…
—Lo siento, no puedo—respondió Lucas cortándole a secas.
Bajé los últimos escalones deseando desaparecer de allí, lo más rápido posible, Luca estiro su brazo, sus dedos capturaron mi muñeca, yo me voltee hacia ellos dos, asombrada.
—Nina— sentir la voz de Luca pronunciar mi nombre adormecía mi corazón, miré a Katia que me observó frunciendo levemente el ceño, era evidente que aquello no le había gustado para nada—vine a buscarte—dijo sin más, sus dedos recorrieron con suavidad mi mano hasta detenerse en la punta de mis dedos. Yo asentí con sutileza ante aquello. Luca miro a Katia.
—Adiós—murmuró ella de mala gana, Luca movió levemente su cabeza.
—Adiós—respondió con sequedad.
Si todo aquello era una alucinación, entonces, Luca estaba haciendo de eso un pequeño, frágil y encantador sueño, mi corazón dormía ante su suave caricia. Me tomo de la mano, con cuidado, yo me aferre a ella con suavidad.
Comenzamos a caminar, pensé en millones de preguntas, pero sentí que debía elegir la más simple de todas.
—¿Ocurre algo malo?— pregunté mirándolo, él me observó fugazmente.
—No— respondió sin más—¿por qué debería pasar algo?—me cuestionó
—Porque has venido a buscarme—respondí, él alzó una ceja, sonrió suavemente ante mi respuesta, era la primera vez que lo veía sonreír de una manera tan tranquila.
—No soy bueno con los pretextos— dijo poniéndose serio— bien aquí va uno, hoy el pronóstico decía que iba a hacer buen día para salir a caminar—ahora era yo quien sonreía. Mis dedos rozaron las pequeñas lastimaduras de su mano, desprendí mi mano para evitar hacerle daño, pero él capturo mis dedos una vez más.
—No me duele—dijo sin mirarme. Yo con suavidad volví a aferrarme a su mano.
—Has estado mucho tiempo lejos…—comenté mientras caminábamos.
—Lo sé, voy a intentar desaparecer durante menos tiempo—susurró
—Cada vez que despareces vuelves peor—dije observándolo, él sonrió levemente, sabía muy bien que eso iba en referencia a sus magullones.
—Fue por una buena causa, debo admitir que me molieron a golpes, pero valía la pena, te lo puedo asegurar—reveló.
— ¿A dónde se ha visto que una buena causa conlleve tantos golpes?—le cuestioné
—Tengo mis métodos para conseguir las cosas…— confesó de modo misterioso con una suave sonrisa maliciosa.
—Eres un poco drástico
—No me queda de otra, últimamente hay algo que me está motivando a hacer cosas que solo un loco haría—explicó de forma misteriosa.
—Deberías tomarlo con más calma.
—No puedo
—¿Por qué?