Capítulo 35
-Nina-
Estaba atardeciendo, acomodé mis apuntes
—Lefrevre, Nina—levanté la vista hacia la secretaria que desde que la conocía yo no parecía caerle muy bien, o quizás nadie le caía bien, ni siquiera su propia sombra. Sus lentes se habían detenido en la punta de su nariz mientras alzaba una ceja marcando su mal humor, el sonido de su zapato repiqueteaba sobre el suelo de la sala.
—¿sí?
—Afuera te buscan—asentí mientras una invasión de extraña alegría se colaba en mi pecho.
«Luca»—pensé
Era el único nombre que producía un particular eco en mi corazón mientras caminaba por el pasillo, tenía que ser él, mi corazón vibraba con suavidad ante la dulzura de verlo una vez más.
Me detuve cerca de un hombre yo miré girando hacia mis costados, buscándolo.
—¿Señorita Lefrevre?—él pasillo era tan amplio que su voz retumbo en el vacío.
—Sí, así es—respondí, mientras mi ilusión de ver a Luca se apagaba de un soplido.
Un hombre de impecable traje, me sonreía suavemente, sus ojos verdes y su cabello castaño completaban su aspecto muy bien cuidado. Un tenue perfume envolvía cada uno de sus movimientos. Estiro su mano para estrecharla con la mía.
—Un placer. Soy Káiser Dómine—literalmente estaba estrechándole la mano a la persona que Gabrielle consideraba una mala, mala, persona—lamento importunarla—dijo de manera afable mientras yo quitaba mi mano de la suya.
—¿Qué necesita de mí?— pregunté de manera distante.
—Soy una persona muy cercana y querida de la familia de Luca, vengo aquí, por pedido expreso de su padre, que está muy preocupado por él. He investigado un poco—Káiser era el vivo ejemplo de que las apariencias engañaban, de no estar al tanto a través de la advertencia de Bastián yo habría caído en su trampa—y pude averiguar que están saliendo juntos, mi interés es que…—lo interrumpí.
Miré a Káiser, recordé a Danna hablado sobre Gabrielle y lo mal que la pasaba con Laurent y su asistente, gracias a ella yo por primera vez podía estar un paso delante de alguien que venía a hacerle daño a Luca.
—No puede ser—mi firme respuesta removió la sorpresa poco contenida de ese sujeto.
—Pero—insistió—todo el mundo me ha dicho que sales…—yo lo interrumpí
—En parte es verdad, yo estoy saliendo con alguien—él interés de Káiser parecía re avivarse.
—Nina, está saliendo conmigo—Káiser se volteó hacia la voz, su rostro aun contenía una mesurada turbación.
Caminé con una sonrisa hacia él, deslicé mis brazos sobre su cuello, mientras él besaba una de mis mejillas, tragué con dificultad obligándome a sonreír.
—¿Alguien está preguntando por mí?
—Él es, Darrel, mi novio—anuncié aferrándome a él.
—Bueno, vaya, entonces he estado buscando mal—la sonrisa forzosa de Káiser me hacía pensar que aquello lo había descolocado.
—Demasiado mal—aseguró Darrel deslizando una mano sobre mi rostro para… ¿besarme?
La mirada intimidante de Káiser estudiaba cada uno de mis movimientos, alejarme de Darrel en esos momentos no sería la decisión más acertada, pensé en Luca. Mis ojos frente a los de Darrel y esa incómoda cercanía. Yo no podía…
—Nina, soy yo: ¡Britanny! ¡Sorpresa!—me separé de Darrel, mi amiga de la infancia, acaba de salvarme de todo aquello, sonreía de felicidad, su presencia me había salvado.
— ¡Britanny!—me aferré a ella saltando de alegría, me sorprendía verla allí, pero mi felicidad era un oculto festejo por librar a Luca de ese sujeto.
—Veo que quizás todo fue un extraño error…—la voz inquebrantable de Káiser me obligó a recordar que aun él está allí, asentí dejando que Darrel me tome por la cintura con seguridad—Gracias por tu tiempo—murmuró con seriedad.
—Claro— respondí con una gran sonrisa. Eso había estado cerca.
—¡Amiga! ¿Cuánto tiempo sin vernos?—Britanny me tomó de las manos contenta, mientras Káiser se alejaba Darrel suspiraba:
—justo a tiempo…—le oí decir en un murmullo.
—Gracias Darrel—susurré tímidamente algo turbada.
—No vemos—musitó con una suave mueca antes de irse.
—Nina: ¿no me digas que ese es tu novio? Es guapo—cuchicheó Britanny mirando a Darrel irse.
—No, no lo es—aclaré en voz baja.
—pero si hasta un segundo los vi a punto de…—ahogó un grito—¡interrumpí el beso que iba a darte!—exclamó avergonzada.
—No, no es así, es que...—¿cómo explicar todo aquello?
—Soy una idiota—se quejó con frustración por haber interrumpido algo a lo que yo secretamente estaría agradecida a Britanny de por vida.
—Tranquila, él no es mi novio, solo me estaba ayudando con un problema que por suerte acaba de irse—aclaré observando en la dirección por la que Káiser había desaparecido.