Carpe Diem

*22*

Ryan. 

 

Camila ni siquiera le dio tiempo a saludarla, Lo tomó por un brazo y lo arrastró a través de una puerta trasera hacia un callejón húmedo, oscuro y solitario. Ella sacó un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta y le lanzó una mirada que Ryan no pudo descifrar. Se la veía molesta y muy cansada.

— ¿Mi novio? —chilló, después de una calada— ¿Mi novio, Ryan? ¿Desde cuándo se supone que somos novios?

Ryan buscó frenéticamente dentro de su cabeza algo que decir, pero ninguna idea inteligente acudió en su rescate. Ella continuó, sin notarlo.

—Oye, no sé de dónde vienes, pero de dónde vengo yo no es necesario ser novios para tener sexo. No puedes aparecer aquí y decir que eres mi novio cuando ni yo estoy enterada. Es…. Raro.

Su voz había ido gradualmente en ascenso hasta convertirse en gritos airados. Aquello era tan vergonzoso e incómodo, se sentía como un imbécil, y de seguro así mismo lo estaba viendo Camila en aquel momento.

—Lo siento, yo solo supuse...

—No supongas, Ryan, pregunta. Me gustaría saber que tengo un novio caminando por ahí.

Ryan se sintió tonto y confundido. No sabía si con sus palabras Camila le decía que estaba aceptando ser su novia, que nunca pasaría o que no le importaba en absoluto.

—¿Eso significa que...? —No pudo evitar hacer la pregunta, no quería andar por ahí creyendo cosas que no eran, o haciendo el ridículo. Otra vez.

—Significa que puedo ser tu novia si eso quieres. Pero te arrepentirás de esto.

Camila le dio una última calada a su cigarrillo antes de tirarlo al suelo y pisarlo con la punta de zapato. Se veía tan mala cuando hacía eso, y él debía estar loco para encontrarlo sexy. Pero bueno, se consoló pensando que eso no era lo peor que había hecho aquel día. ¿Su novia? En serio, ni el mismo sabía en qué había estado pensando mientras decía eso.

Era solo que cuando el tipo ahí dentro le preguntó quién era, no tenía idea de que contestar. ¿Un conocido? ¿Alguien con quien se acostó hace unos días? La respuesta “novio” le pareció la más noble en ese momento.

Y ahora tenía una novia entusiasta. ¿Alguien podía decirle donde estaba la cámara escondida?

—Esto es tan extraño. Nunca había tenido un noviazgo que iniciara así.

—Entonces ve acostumbrándote. Nada es normal conmigo.

Ella se dio la vuelta hacia la puerta del bar y por un momento Ryan pensó que se iría y lo dejaría allí, pero luego se giró hacia él y simplemente lo besó, fue muy repentino y cuando quiso reaccionar ella ya estaba separándose.

—¿Vienes o te quedad, cariño? —cuestionó con sarcasmo, pero eso no logró que a Ryan le pareciera menos excitante.

Naturalmente, la siguió al interior del bar, observando sin ningún tipo de reparo la forma de caminar de Camila, la forma aparentemente natural en la que contoneaban las caderas a cada paso era, que era tan hipnótico como un péndulo.

El hombre que estaba detrás de la barra salió tan rápido como Camila entró y pasó junto a Ryan quejándose de lo tarde que era y mirando su reloj. Él se acercó a la barra y se sentó frente a Camila que ya estaba sirviendo algunos tragos. Cuando terminó, levantó la vista hacia Ryan, pero no dijo nada.

Él decidió hablar y opto por lo obvio.

—Hay mucha gente hoy.

—Sí, no sé si es que ninguno de los que están aquí no tienen un maldito trabajo al que ir mañana —gruñó.

Él no pudo evitar reír. ¿En qué mundo vivía aquella mujer?

—Nadie trabaja mañana, es día de la independencia.

Ryan no sabía que reacción esperaba de ella, después de todo ya era bastante consciente de lo explosiva que podía llegar a ser. Pero si podía admitir que la expresión furiosa en su rostro era lo último que había esperado. Ella comenzó a susurrar cosas que él no entendió pero que interpretó como fuertes obscenidades, luego ella tomó un teléfono que tenía al lado y marcó furiosa.

Dado el ruido del lugar, Ryan no lograba escuchar lo que ella decía y no tenía de como ella misma lograba sostener una conversación. Su furia parecía ir en aumento y lo único que Ryan pudo distinguir fueron las palabras “Sam” e “idiota”.

Camila cerró el teléfono con un golpe seco y, de la misma forma en que esa furia había surgido, se evaporó en el acto más escalofriante que Ryan había visto jamás.

Camila continuó haciendo su trabajo unos minutos. De aquí allá sirviendo tragos por todo lo largo de la barra. Tina, a quien Ryan había visto igualmente ir y venir por todo el bar, se acercó a la barra y llamó a Camila. Por su expresión, algo estaba sucediendo, la muchacha le mostraba algo en su teléfono móvil y parecía estar desesperada, luego Camila puso una mano sobre su hombro y le señaló la puerta, parecía estar diciéndole que se fuera. Tina le dio un abrazo y luego salió a toda prisa.

Camila volvió a la barra y deslizó una mano debajo de esta, en unos segundos la música se detuvo y las personas voltearon en busca de lo que sucedía. Camila sacó un micrófono y dijo:

—Lo sentimos mucho. Ya vamos a cerrar, deben irse. Lo siento mucho.



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En el texto hay: humor, chica ruda

Editado: 16.01.2022

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