Carpe Diem

*34*

Si reírse por largo rato era doloroso, intentar evitarlo era peor. Camila pensó que tal vez debería sacarle una foto a Ryan y así algún día él sabría como ella se había reído internamente de la cara de simio constipado al comer sus spaguettis. Se lo merecía. Si hubiera cerrado la boca mientras ella intentaba ser linda y preparar la cena, habría disfrutado tanto como ella.

Pero no, él tenía que pasar todo el rato incomodandola mientras ella tenía el destino de su estómago en sus manos. Esperaba que él hubiera aprendido a no meterse con ella.

En aquel momento ambos estaban tirados en el sofá, o mejor dicho, Ryan estaba sentado y ella recostada usando las piernas de él como almohada. Era algo nuevo para ella sentirse tan cómoda con alguien, pero no pensaba ponerse a dar vueltas sobre aquello otra vez porque ya había confirmado que nunca llegaba a nada por ese camino.

Eran domingo y ella no trabajaba los lunes, así que podía pasar la noche allí sin tener que preocuparse de despertarse temprano. Aunque Ryan si tenía que ir al trabajo, ella se había acostumbrado a pasar allí la mayoría de su tiempo. A decir verdad, no había pasado mucho en su departamento últimamente; cuando no estaba en el trabajo salía por ahí a ver departamentos en alquiler, incluso un par de veces habia invitado a Tina.

Las noches las pasaba en casa de Ryan, era sorprendente la cantidad de ropa que había acumulado allí. La sorprendía y la asustaba porque cada día estaba más conciente de que aquello se estaba volviendo muy serio. Incluso tenía un cepillo de dientes en el baño, si eso no era seriedad, no sabía que significaba.

Escuchó el celular de Ryan sonar en la distancia y rezó para que él no lo oyera y se quedara muy tranquilo viendo aquella película tonta, no porque quisiera verla, sino porque si Ryan se paraba del sofá ella tendría que moverse y no quería abandonar aquella cómoda posición, en la que por ratos también disfrutaba de sus caricias en el pelo.

Por desgracia, sus oraciones no solían ser escuchadas y lo confirmó cuando él se removió un poco.

—Oye, mi teléfono está timbrando. Debo contestar.

Ella lanzó un gruñido antes de mirar de reojo el reloj en la pared.

—Son lad 11:49. Nadie llama a estas horas. Sólo déjalo estar —murmuró haciendose un ovillo—. Seguro es alguien equivocado.

—O tal vez si sea algo serio y me necesiten —contestó mientras se ponía de pie y buscaba su celular.

Camila no lo escuchó contestar pero fue consciente de cuando la molesta musiquilla dejó de atormentarla. Unos minutos después Ryan salió de la cocina con el teléfono aún pegado de la oreja. Ella lo miró y supo de inmediato que algo había pasado. Como si el hombre que había ido a contestar aquella llamada hubiera desaparecido y dejado en su lugar a algún desconocido diez años mayor.

Se puso de pie formulando con la mirada una pregunta que ella misma desconocía, pero Ryan estaba tan inmerso en la llamada que ni siquiera la miró, continuó con su conversación moviéndose por todas partes mientras hablaba.

—Tranquila, estaré allá mañana al medio día, lo prometo —hizo una larga pausa seguida de un gesto indescriptible que Camila identificó como desesperación— No, no puede ser antes. Sólo, cálmate, cariño. Llegaré mañana.

Contrario a lo que alguna vez había pensado, oírlo llamar cariño a otra mujer que no conocía, incluso cuando nunca la había llamado así a ella, no la hizo sentir celos. Parecía que algo realmente malo estaba sucediendo. Así que esperó con calma a que terminara antes de acercase y preguntarle que pasaba.

Él tardó unos segundos en responder.

—Mi madre murió —Ryan pareció un poco perdido por un momento, luego continuó— Tengo que...

Camila pudo ver el momento justo en que Ryan se quebró, así que solo se acercó y lo abrazó. Conocía la situación, sabía lo que se sentía y también era consciente de que no había nada que pudiera decir que lo hiciera sentir de otra manera; así que solo guardó silencio mientras sus brazos rodeaban a un Ryan en shock. Sintió caer algunas de las lágrimas de él en sus hombros y unos minutos después Ryan se apartó de ella con la vista perdida en ninguna parte.

—Tengo que prepararme para irme mañana temprano —La miró unos segundos, expectante— ¿Vendrás conmigo?

Camila lo miró sorprendida. No era una invitación que estuviera esperando, además no le parecía que la casa de la madre de Ryan quedara a la vuelta de la esquina y por mucho que quisiera, ella no podía solo marcharse.

—¿Cuándo volverás? —preguntó a su vez.

—Dentro de una semana o dos. No creo que Lizzi pueda quedarse sola durante estos días, ni siquiera creo que lo intente.

Él parecía moverse en automático, caminó hacia su habitación y Camila lo siguió, cuamdo se giró hacía ella pareció entender la pregunta en sus ojos

—Es mi hermana pequeña —dijo sacando algunas cosas del closet y colocándolas en una maleta que había puesto sobre la cama.

¿Hermana? Camila no recordaba haber escuchado que él tuviera una hermana. De hecho, aparte de haberle dicho fugazmente sobre la enfermedad de su madre alguna vez, Ryan había sido bastante hermético acerca de su familia y su vida privada. Una hermana... o viarias. Que dijera "hermana pequeña" significaba que habían más ¿O no?

Sacudió la cabeza tratando de volver a la línea de pensamiento. En aquel momento las hermanas de Ryan no eran la prioridad. Volvió la vista hacia él y se encontró con sus ojos fijos en ella, buscando una respuesta.

—¿Vendrás? —volvió a preguntar.

—No creo que pueda irme sin más por una semana o dos, en el trabajo buscarían un reemplazo para mi y terminarían echándome, sou muy nueva para marcharme.

Camila se sintió decepcionada de sí misma, porque ella quería estar con él y porque hubiera querido su compañía si el caso fuera el contrario, pero no había mucho que pudiera hacer, por lo menos no si no quería verse desempleada y desesperada por segunda vez en menos de dos meses.



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En el texto hay: humor, chica ruda

Editado: 16.01.2022

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