Cartas a mi amado

Martes 21/Agosto/2018

Mi amado Sam:

Hoy fue mi primer día de clases. Debo admitir que estaba muy nerviosa, temía no encajar con los grupos de los que formaré parte. Lamentablemente llegué tarde... aun puedo sentir sus miradas sobre mi conforme me acercaba a un lugar abandonado en el rincón. Podía notar su curiosidad acerca de mi presencia, pero no pasó a mas. No me dirigieron la palabra durante el día. Sinceramente, lo prefiero así.

Dejando de lado la indiferencia de mis nuevos compañeros, sentí que fue un gran día. Nadie tomando mis cosas, ni poniendo cosas en mi cabello... hace tiempo que no me encontraba en paz durante la escuela. Espero las cosas sigan así, tranquilas.

Me encontré con mis ahora viejos compañeros al llegar. Parecía que acababan de salir de clase. Estaban un tanto extrañados por mi ausencia durante el día, pero no crucé miradas con ninguno. Ya no importan, no los veré tan seguido como antes... tengo cosas mas importantes de las cuales hacerme cargo. Ahora, si alguno llegara a perjudicarme, no dudaré en hablar. Fue en estas vacaciones que entendí la importancia de mi bienestar, ya no seré tapete de nadie. Si algo me afecta, debo comunicarlo, hacerlo saber a las personas a cargo. No me volverán a hacer sentir de esa manera. Lo prometo, Sam.

Mientras tanto, mi madre y Lena están teniendo una guerra fría. No hablan, pero es como... como si solo esperaran a la mas mínima acción de la otra para jalar el gatillo de su arma de drama y gritos. Dorian dice que las cosas se encuentran mejor, pero tengo el presentimiento de que esta paz superficial no durará mucho. Esperemos este equivocada.

En otras noticias, encontré ayuda. Creo que pudiste deducirlo por mis palabras en esta carta. Se trata de la psicóloga de mi institución. No te lo quería mencionar hasta sentir un cambio, por más pequeño que fuera. Comenzamos a vernos durante las vacaciones una vez por semana, pero acordamos en implementar nuestra hora en mi horario. Decidí leerle todas y cada una de tus cartas anteriores a la ultima que te escribí. No pude evitar llorar con cada memoria que revivía al recitarlas, el dolor en mi pecho crecía cada vez más, no podía contenerlo. 

La licenciada me dio las gracias por mi "valentía" durante estos meses, pero la corregí. Le conteste que, de haber sido valiente, habría enfrentado a esas personas, hubiera intervenido en las discusiones en casa, así como también hablar frente a los directivos sobre mi situación. En ese momento, me miró a los ojos... y dijo las siguientes palabras: Si fueras cobarde, te habrías quedado en casa después del día en que te mancharon de pintura... en vez de eso, volviste. Tu, mi niña, puedes parecer una oveja, pero tienes el alma de un león. Ahora, que esas personas que te hirieron te escuchen rugir". Y maldición que lo harán.

También hablamos de ti, pero... creo que lo mejor será discutirlo en otra carta. Confía en mi.

Te amo, muchas gracias por todo.

Siempre tuya,

Siempre tuya,




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