Mis ojos se abren y me doy cuenta que me encuentro en el medio de la nada despierta, todo está oscuro por lo que deduzco que me encuentro en el medio de la noche, no veo la hora, no me animo a hacerlo. Mi corazón se acelera y siento una gran amargura en el pecho, concluyo lo que se avecina y las lágrimas empiezan a brotar, el ataque de pánico en algún momento iba a llegar. Mi agonía son los sentimientos, los instantes y la vida; me aterra el estar aquí y el ahora, junto con todos los problemas que solo esto puede generar. Lucho con mis instintos, me digo palabras de paz, pero ya nada de esto sé que va a funcionar.
Interminable fue la velada que no me dejó descansar pero más infinitos son los días en los que nada me deja pero ni respirar. Algo tan insignificante como la brisa de los árboles me provoca incierto, me hace pensar en la fuerza que tiene el viento y me pone a meditar en todo lo que me puede poner en riesgo. Me levanto todos los días aterrada de los peligros que me acechan, esto no es algo normal, definitivamente no es solo un sentimiento que aparece momentáneamente y se va como el viento. Es más como una esencia que existe dentro de mí, es el conflicto básico inconsciente y no resuelto que siempre ha formado y formará parte de mí, solamente necesito saber como controlarlo y algún día podré dominarte yo a tí.
Algunas veces este esquema adaptativo de supervivencia el cual constituye un mecanismo de defensa me permite luchar para enfrentarme a situaciones complejas con una destreza que ni yo sabía que tenía; por otro lado, me hace ver cuán pequeños y diminutos somos los seres humanos y cuán insignificantes son los problemas a los que nos enfrentamos y me hace analizar todo más lento viéndolo más abstracto, más difícil e incomprensible, siendo así tú para mí una espada de doble filo.
No solo te encuentras en mi cerebro sino que juegas y manipulas lo que quieras con él para poder genera de mi orden un desorden moviendo solo un par de piezas que van dejando pequeñas huellas y cicatrices que jamás podré borrar dejando así un rastro intachable que jamás podré dejar atras.
No solo me afectas mis emociones y mi estado afectivo, también me provocas una fuerte angustia que me deja sin aliento junto con una ansiedad que me carcome por dentro sin la existencia de algún motivo en específico, solo con el simple hecho de ser viviente y pensante, solo con existir.
En la sociedad y en el fondo de mi ser, sé que formas parte de mí, estás conmigo desde que nací, eres parte de mi carácter e influyes de muchas formas en las relaciones sociales que me rodean. Provocas que sienta precaución en contextos que antes me han aterrado, así como en objetos que no son de mi agrado; me haces sentir cómoda con lo conocido y cálida aunque estés conmigo, que ironías de la vida lo que siento yo contigo. No me afectas de una sola manera, puedes estar aquí y ahora o dentro de media hora. Eres tan complejo que te entrelazas con mis sentimientos y siempre estás un paso adelante en mis pensamientos. Distintos elementos se relacionan a tí aunque pocos de ellos se relacionan entre sí.
Algunos te relacionan con el dolor ya que tú te apareces cuando algo nos ha causado esa sensación para evitar algún peligro o melancolía que nos hiera en el día, llamale supervivencia o adaptación, yo le llamo amor y comprensión, ya que siempre estás conmigo en esos momentos de necesidad, abrazándome y empujándome al camino que los dos creemos necesitar.
Desconfianza es una palabra que te describiría muy bien, sin contar solo que piensas que algo malo va a suceder y la inminente angustia que siempre vas a tener, eso puede estar solo en tu mente y no ser real y ahí es dónde me veo como maníaca por siempre escuchar lo que tienes que comentar. La relevancia de ese matiz a muchos puede aterrar pero para mí todo lo vivido siempre va a ser nuestra realidad.
Eres útil en algunos para evadir y escapar y a otros los haces aislar con una barrera que los empieza a alejar del goce de la vida y del amor por explorar, impidiendo a aquellos lograr poder llevar, una viveza a la cual llamamos normal. Eres el mal de muchos y contigo la mayoría del tiempo empieza todo pero no te podemos evitar por eso solo entendiéndote, te vamos a aceptar, a dejar llevar y a soltar.
No dependes de mí, por lo que apareces cuando te place, involuntariamente siempre llegas a manifestarte y me provocas sentimientos de prevención como la huida y la sumisión. Mis pupilas se dilatan, mis manos sudan y mi temperatura se empieza a elevar cada vez que te siento presente en mi gran agonía.
Ocasionalmente con el peligro recurrente sea real o imaginado me generas un gran valor que algunas veces se distorsiona produciendo una gran catástrofe que no debería de existir pero lo haces para acorralarme y tener que ceder a tí. Me generas fobias donde no tendrían porqué vivir, dónde pueden estar un instante o la vida entera.
Amigo mío, te dedico este relato a ti que siempre me acompañas y nunca te alejas de mí. No solo eres lo malo, no solo eres lo bueno, eres el balance que se produce con los dos extremos. Eres mi primer amigo, eres mi eterno amor, así como mi primer gran martirio y el que considero mi más grande enemigo. Sé cuando estás conmigo, sé cuando eres tú, porqué mi agonía por la vida siempre se retorna a tí, el primer lamento que no me deja vivir. Sigue a mi lado lo que quieras estar, que cuando estás conmigo siempre me haces mejorar. Gracias fiel amigo, gracias por ser el primer fantasma al que todos llaman MIEDO.
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Editado: 16.08.2024