Esta mujer conocía mis largos vuelos y caídas. La escuche atentamente y note que el equipo de la escuela es pesimo, nunca pasan de las preliminares y que es algo que sucede en ambos géneros. Son inútiles para el equipo y quiere cambiarlo, quiere usarme como lo hicieron en la mejor escuela del país. No lo pienso más y la interrumpo.
—Comprendo que ponga las esperanzas en mí, pero yo no puedo componer a un equipo completo sola. No sé si sea conveniente entrar a un equipo así… —el toque de la puerta me interrumpió.
—Pase —dijo la mujer seriamente sin apartar sus ojos de los míos.
Sentí la presencia aun lado mio. Miro por unos segundos y me encuentro una chica. Su rostro se ve antipático y serio. Su cabello cae detrás de sus orejas en una media cola.
—Leah le presentó a la vicepresidenta estudiantil Alice Anderson, Alice ella es Leah Walker una nueva alumna.
Me levanté ante la presentación de la directora y nos estrechamos las manos. La chica accedió por obligación, al parecer no le agradó en absoluto. Sus ojos azules no se apartaban de los míos. No había nada o eso quiero creer.
—Alice fue convocada para ser tu guía el día de hoy. —En serio está decidida. —Piénsalo Leah, tienes un gran futuro y mejorará si tu lo deseas.
Asiento con molestia.
Veo de reojo a Alice que sigue inerte ante esto, no le importa que note su disgusto hacia mi, tampoco me importa demasiado. Gira levemente el rostro a la puerta para seguirla y eso hago.
—Nos vemos en un rato mamá. —Ella asiente con una sonrisa.
Seguí a la pelinegra a la entrada donde comenzó su recorrido. Ella estaba irritada por tener que tomarse este tipo de molestias.
—Se que no te agrado y no reparas en ocultarlo así que si gustas yo podría quedarme en las gradas perdiendo el tiempo mientras tu regresas a clases o algo —digo de mala gana.
Ella se detiene frente a los trofeos de antiguas generaciones en el aparador. No apartó la mirada en absoluto de su cabello tan negro como la noche.
—Leah Walker la hija prematura de la mejor institución en deportes del país, amada por muchos y odiada por más —la suavidad en su voz me es indiferente a la de los demás, es más sutil y trata de cuidar su tono en todo momento. —Tú destruiste la defensa de mi equipo sin siquiera jugar.
La mire con confusión al no saber de qué hablaba. ¿Destruir su defensa? ¿Sin jugar?
Se giró sobre su eje con el mentón bien alto. Tenía esa osadía ante mi como si yo fuera la persona más difícil de enfrentar.
—No tengo ni idea de que hablas —restó un poco importancia.
—Hace un par de meses antes del torneo en preliminares nos derrotó tu equipo con una mano en la cintura. Tu estabas sentada en la banca. No despejaste la mirada de tu teléfono hasta que notaste que anotamos una canasta —relata con cuidado. —Frunciste el ceño y sin más comenzaste a dar órdenes en el descanso. Ni una canasta más fue anotada por mi equipo.
Su tono sonaba venenoso en mis oídos. Sus cejas delineadas se enarcan. ¿Quería intimidarme?.
Con un suspiro largo y restándole importancia me encogí de hombros.
—Realmente no recuerdo eso, y, si eso es lo que realmente te molesta no me importa demasiado. Estoy aquí y ahora debes de fingir al menos que te agrado, eres vicepresidenta ¿no? compórtate como tal —digo tajante sabiendo que tengo el total control de esta situación.
Ella no puede meterse conmigo si quiere seguir en su puesto.
Lo piensa un par de segundos más y yo no despego los ojos de sus orbes azules. No brillan en absoluto. La mayoría no tienen luz alguna. No hay nada. Igual que los mios, cada vez que me veo al espejo, el verde en los mios es tan oscuro que juraria que es negro algunas veces. En estos tiempos de oscuridad es lo único que dejamos a la vista.
—Lo que más me cabrea es fingir —dice sin calma alguna, —lo haré, fingiré que me agradas con una condición.
—No estás en una buena posición para poner condiciones —reclamos cruzándome de brazos.—Seré generosa esta vez y te escucharé pero no estés segura de que aceptare.
Me molesta tener que hablar así. Antes no me comportaba como me obligaban y todo lo eché a perder, no quiero volver a hacer y menos aquí donde empiezo de nuevo.
—Soy la capitana del equipo…
—Wow crei que eras una porrista, te estas superando —interrumpo burlona como seguramente se lo esperaba. Me mira con reproche, casi puedo ver a una niña que tiene miedo de que le quiten su chuche.
—Del equipo de baloncesto y quiero jugar un uno versus uno, si gano tú no entrarás al equipo y harás lo que yo diga en lo que resta de nuestro último año.
—¿Qué obtendré a cambio? Creeme que si gano yo y entro al equipo te verás muy beneficiada al tenerme, y eso de que seas mi esclava por un año no me convence. Eres muy mala poniendo condiciones. —Afirmó con autoridad.
La chica que me lleva unos cuantos centímetros continúa pensando. Suelta un suspiro pesado.
—Seré tu respaldo para cualquier cosa que necesites, soy la vicepresidenta —dice ya dándose por vencida.
Todo esto es una tontería. El día de ayer a esta hora estaba en clase, viendo alguna clase inutil para la vida que quiero en mi futuro. Y ahora estoy a punto de enfrentar a la capitana de este equipo que ni siquiera recuerdo su nombre.
—Acepto pero hay un pequeño problema —le recuerdo con burla —No juego baloncesto callejero desde secundaria y no tengo uniforme.
—Una compañera y tú tienen estaturas parecidas, siempre deja un repuesto por si lo olvida en los casilleros. —Comienza a caminar en otra dirección, la sigo.
Toda esta situación suena muy conveniente. Como si lo deseo tanto que ahora llegue aquí y por fin me enfrentara. ¿Eso sentirán los demás?
Yo nunca jugué por competir, yo juego para perderme de todo. Mentiría si escribiera que siempre lo he logrado, siempre es una palabra imposible de lograr pues nunca hay todo, nunca, ni siempre hay algo. Esa pequeña obstrucción que impide que use siempre vino cuando no pude dejar de pensar en la culpabilidad que sentía Adele cuando claramente nunca lo fue...