Capítulo 39

Vigésima Segunda Carta.

20/Diciembre/1988.

Morgan y Camille Woods.

Era un invierno violento y caía nieve de una manera irreal, había estado en la vida de los Woods durante años antes de cometer su acto macabro y sangriento, sabía que los Woods tenían a una pequeña de 8 años, pero a la hora de actuar ella no estaría en casa, la pequeña ahijada que le habían dado se encontraría en la primaria.

Era la hora de la catástrofe en casa de los Woods así que se puso en marcha…

La señora Woods, era una mujer alta, esbelta, de cabello rojizo envuelto en un moño desaliñado; por otro lado estaba el señor Woods, un hombre joven, un poco más alto que su esposa, con el cabello, negro y bien arreglado, abrí la puerta de la estancia sin problema debido a que la pequeña había dejado la puerta sin seguro.

Antes de llegar a la cocina, pasaban por mi mente las mil maneras de matar a los Woods a sangre fría, estos que me habían hecho dar tantas vueltas como si fuera un trompo pero, había llegado el momento justo para cometer la atrocidad que les esperaba a la feliz pareja.

 -¿Fred?

-Camille, he esperado tanto tiempo el poder hacer esto.

Me abalance sobre ella ahorcándola y tirándola al suelo como trapo viejo, tome la pistola que traía y golpee a Morgan en la cabeza dejándolo inconsciente

-¿Qué te pasa Fred? ¿Qué estás haciendo?

-He esperado 9 años casi 10 para hacer esto y no se me había presentado la oportunidad hasta ahora.

-¿De qué hablas?

-¡Tu! Me recuerdas a ella

-¿A quién de que estás hablando?

-A mi madre…

Morgan despertó y lucia confundido, cuando vio a Camille tirada en el suelo y todas las cosas esparcidas en la casa.

-¿Qué demonios está pasando? Fred ¿Cómo puedes hacernos esto? Te hemos dado confianza y así vienes y la quebrantas.

-Morgan… mi querido amigo Morgan, esto les enseñara a nunca más volver a depositar tanta confianza en una persona…

Y así fue… apuñale a Morgan Woods, gire mi mirada hacia Camille quien estaba en shock, agarre su cara con fuerza y corte su nuca, lo que nunca me espere era que la pequeña estaría presentando tal atrocidad y yo ahora debía encargarme de ella pero antes de tomarla y llevarla a otra parte le dije:
-Esto es solo un sueño…