Cinco minutos de palabras al azar parecen una gran recompensa, tu voz como suave vapor fluye en mis recuerdos, risas llanas que alimentan mi alma y un ruego oculto de ambos, solo me queda esperar a que la noche caiga de nuevo, y que las gotas suenen en los techos, sosteniendo el abrigo con pelos de gato que algún día estará sobre tus pechos evitando que el frío arruine nuestro lecho.
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