Casada Con Mi Jefe. Saga: New York City N° 1

Capítulo 5

Una boda.

Un matrimonio de verdad.

De ser casi despedida a estar escuchando una propuesta de matrimonio del mismo hombre en menos de 12 horas, esa situación es impactante para cualquiera.

— ¿Casarnos… de verdad? — le pregunté con un hilo de voz, necesitaba estar segura de lo que creo haber escuchado.

— Escúchame Paige— me dijo totalmente serio— te estoy ofreciendo un matrimonio de conveniencia. Quiero aclarar esto. Después de casarnos esperaremos un año para divorciarnos, de esta manera tendremos la custodia de la niña de forma conjunta y te la cederé en su totalidad durante el divorcio.

Un año de matrimonio.

Esto es increíble, no sabía que pensar, al ver todo en perspectiva él… tiene razón, pero ¿casarnos?

— Yo... no creo que tengamos que ser tan extremistas.

— No seríamos extremistas— me refutó.

—Claro que sí ¡Por Dios!, el matrimonio no es algo que se pueda hacer y deshacer cuando uno quiera; es algo… sagrado entre dos personas que quieren compartir su vida; y sí, dime anticuada, pero eso es lo que pienso— le dije alterada, Dios mío, está hablando de casarnos como si fuera un simple contrato laboral.

— Me impresiona que poseas una idea anticuada sobre el matrimonio con los tiempos que corren— me dijo mientras arremangaba las mangas de su camisa en sus antebrazos y se recostaba en el sofá.

—Escuchame Paige, necesitas mi ayuda y yo te la puedo brindar, pero con cierto beneficio; tú misma dijiste que harías lo que fuera por tu hija, así que dime ¿Qué es un año de farsa en comparación a la vida que compartirán ustedes cuando todo termine? — Me dijo mientras apoyaba sus codos en sus rodillas—

Todo esto me sobrepasa, no sé qué hacer; si acepto de aquí a un año estaré con mi hija feliz muy lejos de aquí, pero si no acepto puede ser que pierda mi única oportunidad para asegurar la adopción de Mely.

—Necesito pensar, yo…iré por agua— me levanté con rumbo a la cocina; necesitaba poner distancia con ese hombre.

La palabra matrimonio se había quedado atorada en mi cerebro.

Una vez en la cocina saqué un vaso y lo llené con agua helada.

Necesitaba despejar mi mente; no lo puedo creer, de aceptar esa propuesta… pasaría de ser una simple diseñadora a la esposa de uno de los empresarios más poderosos del país.

Estoy consciente de que los medios nunca nos dejarán en paz y no quiero que Mely pase por eso, pero es la única forma. Si no acepto…podría perder a Mely, el señor Ambrosetti podría acusarme por difamación y ese seria el final de todo. El estado jamás me cedería la custodia de m pequeña.

Estoy apoyada en la encimera mirando mi vaso a la mitad, razonando mi respuesta; cuando siento unos pasos en la puerta; levanto la vista y ahí está Alexander.

Mirándome.

Su rostro se encuentra tan serio que no puedo imaginarme que podría estar  pensando.

— ¿Entonces? ¿Qué me dices?

Ahora o nunca, Paige.

— Creo que tiene razón señor Ambrosetti, una boda sería la solución más rápida, pero ¿cómo lo manejaríamos?, me refiero a que sí tendría que trabajar en otro lugar o ¿dónde viviríamos… — pero las demás preguntas murieron en mi boca al ver como se acercaba a mí y colocaba sus manos a cada lado de mi cadera enjaulándome en sus brazos, nuestros cuerpos no se tocaban, pero sentía el calor irradiar del suyo.

A estas alturas mi corazón latía desbocado y mis piernas amenazaban con fallarme al igual que mi boca. No decía nada, no podía articular nada.

—Si nos vamos a casar— susurro más relajado— lo mejor sería que me empezaras a llamar por mi nombre— dijo cerca de mi rostro— en segundo— se acercó un poco— mi esposa jamás trabajará para alguien que no sea yo—  ¡Por Dios! Estoy a punto de sufrir un paro cardíaco debido a la sensualidad brutal de este hombre, ¿Por qué no podía ser feo?— y tercero creo que lo mejor sería que se mudaran a mi casa ya que tu departamento no es muy grande para los tres.

Y así de fácil como llegó... se alejó dos pasos de mí, estoy segura que mi cara ha de ser una gran combinación de rojos y rosados.

—Em…mmm...este sí claro— dije tratando de no parecer afectada y fallando estrepitosamente.

— Que pasó señorita Evans, acaso la pongo nerviosa— dijo mientras se acercaba otra vez con una sonrisa de jugador experimentado.

Y eso fue peor, si con el rostro serio se veía guapo, cuando sonría era mil veces peor.

Trate de lucir tranquila y me paré lo más recta posible.

— Claro que no, señ… Alexander— usé su nombre de pila; él ya me había dado permiso, pero el efecto recibido no lo esperaba, sus ojos negros se hicieron más intensos mientras pronuncié su nombre.

— Me alegro mucho Paige, porque de ahora en adelante eres mi prometida y si te toco— levanto una de sus manos y con delicadeza, acaricio un lado de mi rostro haciendo temblar un poco—  o te beso en público espero que reacciones como una enamorada y no como un ciervo que corre de su cazador— pero para mí él era como un cazador, yo sé que nunca podría sentir algo por alguien tan frío como Alexander además de atracción o curiosidad, pero lo mejor era guardar las distancias.



#366 en Novela romántica
#147 en Chick lit

En el texto hay: matrimonio, romance, amor

Editado: 10.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.