Casada Con Mi Jefe. Saga: New York City N° 1

Capítulo 15

—Lo sé Paige, Alexander es un gran hombre, y siempre supe que encontraría a una buena mujer para él— respondió Martha.

Se notaba el amor de esa mujer hacia su hijo, a pesar de no ser su sangre de su sangre, ella lo ama como si lo fuera.

—Debo dejarte querida, me imagino que haz de estar cansada, ah, y no te preocupes; yo me encargaré de mi nieta el viernes por la noche— siguió Martha.

¿Viernes por la noche? se preguntó pero recordó su despedida.

—Gracias Martha, nos ha ayudado mucho. Con Alexander estamos muy agradecidos.

—No es nada querida, para eso está la familia; bueno ahora si debo dejarte. Dale un beso de mi parte al cabezota de mi hijo y que descansen.

—Lo haré. Muchas gracias, adiós— así colgó la llamada.

Paige sentía las lágrimas seguir en sus ojos, se sintió una persona ruin por montar esta farsa, pero más le dolía encontrar una familia que la trate como una de ellos. Las lágrimas cayeron y ya no las pudo detener. Era alguien despreciable.

Alexander aprovechó el momento para entrar, el verla tan triste le alborotaba sus emociones, se acercó a ella que estaba de espaldas a la puerta y le dio una vuelta para poder abrazarla.

Ella se asustó al sentir los brazos de él a su alrededor pero en este momento necesitaba apoyo, este matrimonio la haría sufrir mucho.

Primero, su esposo no le será leal y posiblemente la engañe en sus narices como ya está demostrado. Segundo, su familia no estará en su boda; tercero, la familia de su esposo es perfecta y la quieren como a una hija cuando ella no es más que una vil mentirosa, y cuarto… ella tiene miedo de sentir algo por Alexander, ella sabe que él jamás va a poder corresponder cualquier sentimiento que ella llegue a tener por él, excepto atracción física.

Son cuatro razones…

Cuatro motivos por los que no debería casarse, pero el pensar en ser arrebatada del lado de su hija le duele más que todos esos motivos juntos.

Se abrazó a Alexander y dejó fluir sus temores y miedos.

— ¿Qué pasó?, ¿Qué te dijo mi madre?— pregunto Alexander con miedo en su respuesta.

—No fue por lo que ella dijo— se alejó un poco para poder ver su cara, el levanto la mano y le sostuvo su cabeza mientras con el pulgar le retiraba las lágrimas.

—Entonces ¿por qué?—susurró.

—Es por todo Alexander, me siento mal por la mentira. Tengo miedo de dañar a tu familia y a mi hija con todo esto...

—Oye, escúchame, se cómo te sientes. Pero es lo mejor para los tres; la niña no será separada de ti y yo podre mejorar mi imagen ante todos.

—Lo sé, es solo que este miedo no desaparece, lo tengo aquí atravesado en el pecho— le dijo ella. Verla tan triste lo ponía mal.

—Tengo una idea. Ven— el, la tomó de su mano y la dirigió al vestidor— ponte tu pijama.

— ¿Tu idea es dormir?— dijo ella con una pequeña sonrisita.

—No exactamente— aseguro guiñándole un ojo.

— ¿A qué te refieres?— le dijo ella seria.

—No es nada de lo que esa pequeña mente sucia que tienes está pensando— aseguro tomándole el pelo.

— ¿Ahora yo soy la de la mente sucia?— le preguntó a lo que él solo asintió con una sonrisa feliz de haberla distraído— ¿Quieres que te recuerde quién quería acostarse con quién?— le dijo ella regresando la puya.

—Eso no interesa ahora. Además, quiero aclarar que solo lo sugerí. Pero apresúrate, cambiante aquí; yo lo haré en el baño.

Él tomó su ropa y se dirigió al baño, Paige quedó dudosa sobre que planeaba Alexander; pero era muy difícil decirle que no.

Se decidió por un pijama rosa pálido de satín de dos piezas, una camisa de tirantes y un short. Quería verse bien, se quitó su ropa y se colocó su pijama, dudó en dejarse el sostén pero igual… no habría nada que jamás hubiera visto en otras mujeres.

Se amarro su cabello en una coleta alta y salió al dormitorio, Alexander se cambió con un conjunto igual al del día anterior.

—Espérame, iré a desmaquillarme— ella se dirigió al baño y se lavó cara y dientes.

—Ya estoy— cuando ella salió Alexander la miro de forma pausada deleitándose en sus piernas descubiertas. Eso seria divertido.

—Si. Claro, ven— la tomó de la mano y la acercó a la cama— acuéstate boca abajo.

— ¿Qué? Estás loco— le dijo ella alejándose un paso de él.

—No seas dramática, ven que no pasará nada. Confía en mí.

Paige lo medito por un momento y al final decidió arriesgarse, se acostó boca abajo con la duda de que tiene planeado Alexander.

—Haré que te relajes, ¿Alguna vez te han dado un masaje?—le preguntó.

— ¿Un masaje? –Rio- La verdad no, nunca me ha llamado la atención.



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En el texto hay: matrimonio, romance, amor

Editado: 10.01.2020

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