Casada Con Mi Jefe. Saga: New York City N° 1

Capítulo 24

Alexander agradeció que Grace se retirara a la cocina y no escuchara esa conversación.

–Ven, te mostrare la casa– dijo molesto.

Alexander le dio un recorrido por toda la villa, Paige se quedó extasiada al ver la extensión del jardín posterior, era hermoso; Mely disfrutaba mucha del paseo, pero en un momento se empezó a remover en los brazos de Paige para que Alexander la cargara.

El felizmente lo hizo, amaba a su hija, y le encantaba tenerla en sus brazos y a su madre junto a él.

Continuaron el recorrido hasta el pequeño establo, solo se encontraban tres caballos y un pequeño potro.

Mely trataba de tocarlos pero Alexander no la dejaba.

– ¿Son peligrosos? –Preguntó Paige al ver a Alexander alejar a Mely.

–No estoy seguro, estos caballos son de los cuidadores y lugareños, algunos de ellos no tienen espacio para sus caballos y cuando compre la villa ya traía el establo, así que se los ofrecí a cambio de vigilancia.

—Es un trato inteligente— concedió únicamente, trataba de no ser tan fría pero mantenía las distancias cosa que estaba exasperando a Alexander. Odiaba sentirla tan distante.

Regresaron a la casa donde Grace les tenía la cena preparada, Paige se negó a comer en la mesa del comedor ya que no quería que Grace trasladara toda la comida hasta allá.

Así los cuatros comieron en el desayunador de la cocina.

Paige y Grace hablaban arduamente mientras Alexander reía de sus ocurrencias, Grace contó un par de anécdotas sobre Alexander y su fase rebelde.

–Una vez él estaba castigado, pero el niño quería salir; tuvo la brillante idea de saltar de la terraza de su cuarto— contó Grace.

Paige estaba disfrutando tanto aprendiendo de su esposo.

–Pero Alexander ignoró la altura y término con un yeso de tres semana–continuo.

–No me lo recuerdes; fueron las peores tres semanas de mi vida.

–Eso sucede cuando eres joven, tengan paciencia, cuando esta pequeña crezca y traiga a más de uno tras sus huesitos... conocerán las dificultades de ser padres…– Grace dejo la frase al aire al ver la cara de Alexander.

–Falta mucho para eso– dijo el aludido con el ceño fruncido

Paige lanzo una carcajada, ver a Alexander en pose de padre celoso le derrite el corazón.

–Bueno, ya es muy tarde, deberían de ir a descansar –les recomendó Grace.

–Sí, tienes razón– concedió Paige, a pesar de haber descansado en el avión, aun tenia sueño.

Se despidieron de Grace y tomaron a Mely. Alexander las guio hacia la segunda planta; él había mandado a equipar el dormitorio de la niña hace una semana y quería ver la reacción de Paige.

Tenía la leve esperanza que si ella veía todo el esmero que había puesto en esa habitación, se daría cuenta que la amaba y lo perdonara por la estupidez de besar a Alisson.

–Esta es la recamara de Mely— al abrir la puerta dejo que ella entrara primero seguida por él, encendió la luz dejándola impresionada.

Era muy similar a la recamara que tenía en casa, la cuna, una mecedora y el cambiador, pero hoy habían más detalles, ella se fijó en las frazadas rosas que adornaban su cuna y en las estrellas pegadas en el techo, estas también se encontraban en la pared pintadas.

Un móvil  musical se encontraba sobre la cuna y daba luz para evitar que su pequeña se quedara a oscuras. Dentro de las figuras también había unas pequeñas estrellas.

Alexander se acercó a Paige por la espalda y se pegó a ella diciéndole –Ella es mi estrellita, debía de demostrárselo de alguna forma.

Paige sintió el ya conocido nudo en su garganta, odiaba esos detalles porque la hacían amarlo más.

–Te agradezco el detalle— agradeció con dificultad— pero como una vez me dejaste claro, esto solo es temporal.

Y Alexander no se pudo odiar más, era cierto. Él había dicho esas palabras porque en su momento lo sentía, y no podía estar más arrepentido de haberlo hecho.

Sin querer le había hecho más daño a Paige del que él pensaba, pero la amaría cada día hasta que ella olvidara todo.

Ella se separó y procedió a cambiar a su hija y arroparla en su cuna.

Una vez la niña estuvo en su lugar, Alexander los llevo a su recamara, era una la habitación más grande de la casa, poseía unos sofás cerca del ventanal, una cama matrimonio, su propio baño y una terraza con vista al jardín posterior.

– ¿Hay otra habitación donde pueda dormir?— pregunto Paige observando el espacio, se sentía demasiado cansada de forma emocional para estar cerca del causante de su dolencia por más tiempo.

Quería un tiempo a solas.

Alexander se quedó de piedad al oír su pregunta. – “¿Es enserio?”— se quejó mentalmente.

–Vamos a dormir en la misma habitación Paige, estamos casados–le respondió Alexander con la voz enojada.

–Alexander, me siento demasiado cansada para discutir; pero no dormiré en la misma cama que tu—dijo exasperada.



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En el texto hay: matrimonio, romance, amor

Editado: 10.01.2020

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