Nuestra estancia en el rancho Morgan había sido agradable y puede que demasiado largo, porque lo que en principio iban a ser unas cortas vacaciones se habían alargado durante más de dos meses. Los últimos días allí, me sentí cómoda y feliz en aquel lugar que al llegar me había parecido sucio y molesto. Eso era quizás debido a mi falta de costumbre a los quehaceres diarios de un hogar. Pero la noticia de mi nuevo embarazo había hecho que la estancia allí fuera perfecta. Noticia que aun no había contado a mi madre debido a no querer que arruinara estas vacaciones, con la insistencia de hacernos regresar para anunciar mi nuevo estado. Me alegró felizmente ver a Geovanni ilusionado y enormemente feliz ante la idea de ser padre por segunda vez. En el rancho había descubierto sin duda aun nuevo Geovanni, lejos de todos los lujos y las fiestas. Los dos nos sentíamos dichosos de ver a nuestra hija correr y disfrutar en la compañía de los hijos de Luis y Natali, así como en la compañía de Daniel. Quién al entrar en confianza con nosotros, se la pasaba diciendo que el sería el prometido de Elisabeth cuando esta fuera mayor y prometió que la haría feliz. Al oírlo su padre no podía evitar reír anchamente y advertirle que para llegar a eso, tendría que pasar muchos años y él debería estudiar, así como convertirse en un hombre de bien. Un hombre digno de ser escogido por Geovanni para casarse con su hija. Ante aquello Geovanni solo sonreía y reía chistoso y yo me perdía en su risa, allí Geovanni era feliz.
- ¿Como es que nunca has aprendido a cocinar?. - Me preguntó Natali mientras la ayudaba en la cocina de su pequeña casa. Aunque debido a mi poca mano en aquel campo, mas bien evitaba ser una molestia.
- Mi madre nunca creyó que me fuera hacer falta. - Respondí con sinceridad. Para Regina yo debía casarme con un hombre rico y apuesto, el cual me pusiera a mi disposición cuantas doncellas necesitara, para que yo no tuviera que manchar mis manos en esas minucias. Si supiera que había sido el propio Geovanni quien me enseñaría a cocinar y a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.
- Con todos mis respetos su madre estaba muy equivocada. - Me contestó Natali y yo sonreí mientras picaba unos pimientos, aquel simple gesto fue suficiente distracción para mi y terminé cortándome en el dedo. - Cuidado. - Natali se alarmó y cubrió mi dedo con un trapo.
- Solo es un pequeño corte. - La calmé y ella me dedicó una sonrisa.
- Cuando nos enteramos que Geovanni se había casado nos preocupó que lo fuera hecho con una mujer cualquiera e interesada. - Me contó y me hizo pensar que no andaba muy equivocada. - A todos nos alegra haberte conocido y que seas una buena mujer. - Siguió diciéndome.
- Gracias. - Respondí y fuimos interrumpidas por los gritos de Daniel, el cual entró en la cocina corriendo.
- ¡Tía Natali!. - La llamó Daniel y su mirada se perdió en el queso recién cortado, que aguardaba en la mesa hasta la hora del almuerzo. - ¿Puedo probar el queso?. - Preguntó entonces mirándonos con sus ojos celestes. Geovanni me comentó que Daniel era la viva imagen de su hermano mayor, y por los viejos retratos que había visto en nuestra casa, pude ver que era cierto.
- Claro. - Natali se acercó hasta la mesa diciéndole. - Pero solo un poco o después no comerás. - Mientras Natali le daba un trozo de aquel delicioso queso, yo me atreví a preguntar.
- ¿A que venías tan corriendo, Daniel?. - Este me miró y su cara se iluminó a recordar el motivo.
- Tío Luís y tío Geovanni están intentando controlar al caballo loco. - Nos dijo entusiasmado mientras Natali y yo nos miramos preocupadas. Había visto a ese caballo siempre desde la distancia, y había comprendido el porqué de su nombre.
Acompañada de Natali salí al porche de la casa y pudimos ver como alrededor de la cerca para los caballos se agrupaban parte de los trabajadores del rancho mientras, Geovanni intentaba dentro de este doblegar a aquella fiera. Aquello me hizo sentír realmente mal pues cabía mil posibilidades de que aquel monstruo le diera un mal golpe. Me pregunté como Ana Simón podía montar a su caballo con tanta confianza. No se si fue debido a la calor o al miedo que me produjo que Geovanni saliese herido de aquella situación, pero cuando quise darme cuenta todo a mi alrededor se volvió borroso y tan solo escuché llamarme a Natali, antes de que todo se volviera oscuro.
Cuando volví en mi, había trascurrido la mañana y parte de la tarde. Geovanni me acompañaba sentado en nuestra cama y me contó que había perdido el sentido. Que todos se habían preocupado por mi, pese a que el doctor había asegurado que estaba todo perfectamente. Le pregunté por nuestra hija y me comentó que Natali se había ofrecido a cuidarla hasta que yo estuviera mejor. Y aunque insistí en que ya estaba bien, Geovanni no me permitió levantarme de la cama. Así que pasé allí el resto de la tarde y no fue hasta ya entrada la noche que desperté. Para cuando lo hice Geovanni no estaba ya allí conmigo y decidí levantarme.
Al mirar en la que era la habitación de nuestra hija, la vi plácidamente dormida y no me resistí a darle un beso de buenas noches antes de encajar la puerta e ir en busca de Geovanni. Cuando lo encontré, lo hice en la biblioteca. Hablaba por teléfono y su semblante era serio, así como en su voz noté que algo había ocurrido y no fue hasta que colgó el teléfono que me dio la terrible noticia que no esperé recibir... Don Esteban, el cual sabía por mi madre que su salud no estaba pasando por su mejor momento, había fallecido. Lo primero que pensé fue en mi madre, en como estaría. Geovanni me dijo que partiríamos por la mañana de regreso a la ciudad y durante el resto de la noche no pude pegar ojo. Me preocupaba no solo el estado en el que se encontrara mi madre, también Toby Osmo y sobretodo como estaría Candela... Geovanni me animó a llamarla y así lo hice, hablé con ella durante largas horas aunque nuestra conversación se basó en Candela llorando cual niña pequeña y me pregunté si yo acabaría así de derrumbada con la muerte de Regina. Antes de colgar el teléfono tuve también la oportunidad de hablar con Toby, en cuya voz noté que su estado de ánimo no era el mejor, pero se mantenía mas en pié que Candela... Puede quizás que para no empeorar el estado de su esposa.