Casada con una Mentira

CAPÍTULO 25

No quiero soltarme de él, no quiero estar de nuevo sola, alejada de esa persona que logra poner mi mundo de cabeza, de ese hombre que amo y nunca he podido olvidar por más de mis miles intentos de arrancarlo de mi vida. Todos ha sido en vano, no lo he podido lograr, solo ignore esos sentimientos y seguí con mi vida como si jamás hubiera existido en mi mundo. 

Ame a Damir, sin embargo, no de la misma manera que ame y aún sigo teniendo sentimientos por Aitor. 

Odio el amor. 

A mi idiota me entregué por completo sin guardarme algo, puse mi vida en sus manos causando unas heridas que nadie logró cerrar jamás, aún siguen vivas como este amor por él.

Me ha dolido soltar sus manos, aunque no puedo hacer nada, debo dejarlo ir de nuevo, no me pertenece esta vez a mí. Él tiene una familia… y yo… yo no seré la destrucción de ese hogar, debo retomar mi vida como lo he hecho todos estos años y empezar de nuevo luego de todo este desastre que ha resultado ser mi vida.

— Está muerta — Suelta, dejándome helada, quebrantando mi corazón con esa confesión. Detengo mis pasos para verlo un poco alejado en la oscura noche, solo la luz de esa luna brillante nos alumbra a ambos — Es… está muerta… hace un año partió. Murió de cáncer. — Trago grueso para poder seguir con su relato. Podía ver el dolor en sus ojos al recordarlo — batallamos por seis años con su enfermedad. No ha sido nada fácil para mí, y menos para Damián, asimilar la muerte de su madre. 

>> Su muerte aún me duele… la ame… te juro que la ame, mas no, como lo hice contigo, a ti te amé de una forma que no sé cómo explicarlo. — Dice acercándose a mi abrazándose a mi cuerpo buscando refugio en mis brazos. Sus palabras estas rotas, llenas de dolor — No me alejes de nuevo de tu vida, no de nuevo, Minions. Puedo esperar por ti. Si te he esperado por diez años a verte de nuevo, puedo esperarte un poco más por volver a estar a tu lado unos meses más. Te divorciaras ¡Verdad!

— Jamás he deseado tanto el divorcio como ahora, idiota, mi idiota.

— Mi Minions bello.

Lo beso sin reparos, sin miedos, sin remordimientos. 

La felicidad me abraza de nuevo luego de tanta tempestad. No me importa el lugar, el espacio, o donde nos encontremos, solo quiero sentir su piel sin importarme nada más, quiero recordar sus labios sobre los míos, sus caricias recorrer cada parte de mi cuerpo, quiero perderme en él. 

Quiero recordar aquellos momentos tan únicos entre los dos, aquellos que nos arrebataron por muchos años y nos alejaron de la felicidad de nuestro amor. Quiero en estos momentos recuperar el tiempo perdido.

El deseo nos ganó en este momento, más que nuestra cordura que nos grita que paremos que estamos en un sitio público y nos descubran.

La adrenalina se apodera de nuestros cuerpos que se entregan sin reparos en un torbellino de emociones. 

Marca mi piel con posesividad, dejando algunas marcas muy visibles en mi cuello y otras partes de mi cuerpo. No me importa que me marque, somos dos cuerpos en uno. Somos dos almas gemelas que se vuelven a reencontrarse después de una larga década de sequía del uno por el otro. 

Somos dos almas que no podemos estar separadas por más que intenten, siempre nos volvemos a encontrar. Somos como el vicio y la droga que se atraen mutuamente.

No peco en estos momentos al entregarme a otro hombre que no es mi esposo, no juego su mismo juego sucio, no cuando me he entregado por amor. No le pago con la misma moneda a Damir. 

Con Aitor nunca he fingido y nunca lo podría hacer, al contrario, con él solo puedo ser yo misma, puedo ser traviesa y angelical, locura y calma a la vez sin que quiera cambiarme, me ama como soy sin querer apagar mi llama.

— Sigues siendo mi loca, Minions. — Dice besando la punta de mi nariz, abrazado a mi cuerpo desnudo, mezclado con la arena — Extrañé tanto esto, amor. Juro que casi muero cuando desapareciste de mi vida, por 2 años busque un fantasma, y nadie me lo regreso, me hundí en mi mundo sin esperanzas de volver a tenerte así, entre mis brazos profesándonos amor el uno hacia el otro.

— Pensé que nunca te volvería a ver, idiota. — Suelto aferrando a ese cuerpo y que no sea algo surreal de mi imaginación traviesa — Aún no puedo creer que el amor de mi vida fuera mi psicólogo a quien le cambie el nombre sin darle algún chance de decirme su nombre real, y aún no se inmutó en sacarme de mi error — Susurro tapando mis ojos — Esto es una locura… Te Amo, mi idiota. Mi señor Bass.

— Te Amo, Maciel Miranda, mi Minions bello.

Esto es un sueño, uno muy real, estoy en las mismas nubes en estos momentos y no quiero que nadie me saque de mi sueño, por favor. Debo hablarle de algo importante, pero no dañaría mi burbuja mágica, no en estos momentos.

Las palabras sobran en estos momentos en nuestro encuentro, dejo que nuestros cuerpos, nuestras caricias, nuestros sentimientos hablen por si solos. Que nuestras pieles se unan por completo recuperando todo el tiempo perdido, acostumbrándonos el uno al otro. 




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