Casada Por Una A P U E S T A©

EMBOSCADA

TAYLOR

Escuchaba un fuerte pitido en mis oídos y un fuerte dolor en cada parte de mi cuerpo, intente salir del auto, pero el choque causó que mis piernas quedaran inmovilizadas debido a que el volante me estaba haciendo presión en ellas

—señor, no se mueva— vi a Esteban parado por la ventanilla intentando abrir la puerta, pero no obtenía resultados —cúbrase, voy a tratar de romper la ventanilla— como pude cubrí mi rostro como pude y luego escuche el extridente sonido del cristal al ser rompido, entró la mano, quitó el seguro y abrió la puerta, la cual se desplomó tan pronto fue abierta, se subió con cuidado hasta quedar del lado del conductor e intentó echar el asiento hacia atrás, pero estaba trabado —¡MALDICIÓN!— maldijo al verse atado de manos

—intenta empujarlo con tus piernas— limpio un poco el asiento debido a los grandes pedazos de cristal, tomó asiento inclinado hacia atrás y trató de empujar con sus pies, pero el asiento se descoloco

—señor, voy a dispararle al asiento para destrabarlo— sacó su arma

—haz lo que tengas que hacer Esteban, confio en ti— tosi y sentí un fuerte dolor en mi espalda  baja

—ahi voy señor— escuché tres disparos, seguido de eso Esteban me ayudó a salir y fue cuando empecé a sentir el fuerte dolor en mis piernas, lo cual me llevó a pensar que tal vez estaban fracturadas —no se queden ahi mirandonos, ayudenme— le ordenó a los dos hombres que estaban vigilando y estos rápidamente fueron a asistirlo.

Esteban llamo a Sandino y fue a recogernos, nos llevó hasta su casa y una vez allí llamo a su doctor de confianza el cual vendo y pudo suturar algunas heridas y milagrosamente mis piernas solo estaban afectadas por la presión del volante, lo cual causó que hubiera poca circulación y así fue como surgió el dolor, pero no había una fractura.

Me indicó algunos analgesicos para el dolor que pueda surgir y antibióticos para prevenir una infección, le agradecí por la atendencia e hice lo mismo con Sandino, quien ha demostrado ser un buen amigo y en quien confiar.

—necesito un móvil Esteban, debo hablar con Cristóbal, le dije que hoy tendría a su hija— suspire y mire hacia otro lado, porque sé que gracias a lo ocurrido hoy, mis esperanzas han disminuido en gran manera.

Hable un momento con Cristóbal y le pedí que me esperara en mi casa, para poder hablar, le volví a agradecer a Sandino y le  pedí a Esteban que me llevara a la casa.

—señor, lo que paso, yo...—

—no fue tu culpa Esteban, era yo quien estaba conduciendo, agradezco que estés a mi lado en esto— apreté su hombro y volví a recostarme sobre el asiento del auto.

Me pase todo el trayecto sumergido en mis cavilaciones de como hacer para traerla de vuelta, en como hacer para que el infeliz de Matt no se atreva a ponerla en mi contra. Necesito saber que ella está bien. Lleve una de mis manos a mi frente, cerré mis ojos e inspiré profundamente

—llegamos señor— Esteban tenía la puerta abierta y me ayudó a salir

—¡por Dios Taylor! ¿que te sucedió?— Cristobal camino hasta llegar a mi y me ayudó

—intente salvarla Cristóbal y termine por empeorarlo todo— tomamos asiento

—¿qué fue lo que hiciste Taylor?— su cara mostró preocupación —pusiste en riesgo la vida de mi hija al no informar a la policía Taylor— se puso de pies —lo siento pero no permitiré que a mi hija le pase algo peor, daré parte a las autoridades— 

—no Cristóbal, no hagas eso— me puse de pies y al hacerlo con rapidez sentí un ligero mareo y Cristóbal fue en mi ayuda —es una situación complicada Cristóbal y si llamas a la policia jamas la volveremos a ver— lo mire seriamente y vi como trago duro

—me niego a no verla jamás, pero debes de tratar de comprenderme, no puedo permitir que unos bandidos jueguen con la vida de mi tesoro y verla cuando ellos deseen...no han pedido un rescate y cada día que pasa me mata el hecho de saber si esta bien, si ha comido, si duerme bien, cada día es toda una tortura— pasó la mano por sus cabellos —necesito que esto termine, si vieras— de sus ojos empezaron a brotar lagrimas —si vieras a Fernanda, ella— tomó asiento, se veía realmente abatido y contrariado —no ha tenido ni un solo dia de descanso, su presión se ha vuelto inestable y ahora la diabetes está presente en sus días, todo es un completo desastre— me encogio el corazon verlo asi y me arriesgue a lo peor, decirle la verdad sobre quién la tiene

—Cristóbal, el hombre que tiene a Marlene secuestrada es alguien a quien conocemos, alguien que se ha dado querer y respetar entre nosotros, es alguien a quien Marlene amo un tiempo atrás y ahora es su captor— lo vi fruncir el ceño

—¿de quien hablas Taylor?— giro su rostro un poco —¿hablas de Matt?— 

— si Cristóbal, hablo de Matt, el se obsesiono de una manera aterradora de Marlene, él fue el causante de aquel atentado que tuvimos y fue más allá cuando causó la pérdida de nuestra hija y ahora estamos aquí sufriendo por el secuestro que le hizo— 

—eso no puede ser verdad Taylor, él no, ¿como pudo hacer algo así?... Taylor, pero si sabes todo esto ¿porque no has ido a las autoridades?—

—no tengo pruebas de ello, además fue muy claro cuando me llamo y advirtió que si llamábamos a la policía no era responsable si uno de sus hombres al verse en peligro malograran la vida de ella—

Cristóbal no salía del asombro y estaba realmente molesto, pero no vi otra opción para poder contenerlo y que no pueda llamar a la policía, con esto no quite su preocupación y dolor como padre, pero si ayudo a saber que quien la tiene tal vez no le haga daño por el sentimiento que tiene hacia ella...esto es lo que me forzo pensar a diario, pero conociendo a Matt, dudo que del más mínimo arrebato pueda herirla.

 

Pasaron varios días, días en los cuales me recupere por completo y mientras lo hacía, ya tenía un plan trazado. Había hablado con Enzo y este se ofreció a ayudarme en las armas, dejando muy en  claro que no se quiere ver envuelto en guerras ya que el promueve la paz y como última palabra me deseó buena suerte.



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En el texto hay: odio, desprecio, masoquismo

Editado: 16.06.2020

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