Casada Por Una A P U E S T A©

EMBOSCADA II

Hace media hora que llegamos a Mexico, especificamente a puerto vallarta, buscamos al general Shiro, un alias que usa uno de los amigos del cartel que embaucó mi cargamento. El tal Shiro este, nos dijo que iremos a Ixtapa, un resort de playa localizado en el municipio de Zihuatanejo de Azueta, en el estado mexicano de Guerrero, la verdad es que no entendí ni papas, yo jamas habia viajado hasta aquí.

Pude contar más de veinte hombres armados hasta los dientes con cara de intimidación a diferencia de mi que solo iba con Esteban, no quería ir allí con toda una manada  repercute de manera negativa

—subanse a las trocas, iremos a una de las casas de negociación— dijo Shiro antes de entrar en ella. Recorrimos alrededor de nueve kilómetros y nos detuvimos en una caseta, la cual nos concedió el paso y fuimos hasta una hacienda muy hermosa por cierto.

El general salió y nos indico por donde caminar, nos condujo hasta un amplio jardín, en el cual habian hombres por todas partes armados, mucha comida y música mexicana a todo volumen, más bien, todo tenía las características de una fiesta

—con él es que tienen que hablar— nos señalo a un hombre que estaba de espaldas —Eriberto— aquel hombre se giró y caminó hasta nosotros, calzaba unas botas de vaqueros, unos pantalones de vaquero, una camisa colorida ajustada y un fabuloso sombrero de esos que usan los mariachis, era un tanto mayor de edad, de tez morena y facciones relajadas

—¿que paso Shiro, acaso no ves que estoy ocupado?— llegó hasta nosotros —¿quienes son estos?— agitó su dedo índice desde Esteban hasta mi

—soy Taylor Maher— él me miró por encima del hombro

—no hable contigo— miró a Shiro —te hice una pregunta pendejo—

—pero yo si hable contigo y te estoy diciendo que soy, soy el que intentó pasar una embarcación por aquí y tu te la quedaste—

—ah chingados con que muy guapillo— se puso frente a mí y colocó sus manos en la cintura

—no estoy aquí para armar un alboroto, solo quiero saber que debo hacer para recuperarla, no sabia que esta zona era restringida, para mi era libre de comercio, así que si estoy aquí, es para ofrecer una disculpa y recuperar mi mercancía—

—ta bueno— caminó un poco y luego nos llamo, tomamos asiento —asi me gusta la gente, que no se ande con rodeos, que vaya directo al matadero, Shiro, traenos unas chelas—

—Eriberto, no se como sea tu agenda, en verdad me gustaría socializar, compartir intereses y quien sabe si hasta llegar a ser socios, pero ahora mismo estoy atravesando por una situación complicada y solo cuento con dos horas para llegar a un acuerdo y que mis socios tengan tranquilidad— me apoye un poco sobre la pequeña mesa redonda que nos dividía

—mira Taylor, aquí no vienes a mandar, recuerda que estas en mi territorio— se veía un poco molesto y mientras decía aquellas palabras usaba su dedo índice para enmarcar en la mesa y sus hombres al ver aquella acción se nos acercaron apuntandonos

—mi esposa está secuestrada Eriberto y si estoy aquí, es porque mis socios me pidieron que viniera, si quieres acabar conmigo, hazlo, pero no te garantizo que mis amigos se queden de manos cruzadas—

—¡eres un cabron!—  río de forma exagerada y tocó mi hombro —bajen esas armas ya chingada madre— tomó un trago de la botella —mira, esta ruta es mía, me pelee por ella hace varios años ya con el difunto Amado Carrusel y cuando es así sabes que no puedo permitir que nadie ajeno a mis socios o yo pueda usarlas, ya que esto podría desatar otra guerra territorial, pero eso no es lo que queremos ¿verdad?— negué —sabes que intentaste pasar diez toneladas, así que para liberarla necesito  el veinte por ciento de cada kilo—

—hecho— me puse de pies —solo dejame hacer una llamada y te traen el dinero—

—¿asi de facil?, ¿no piensas quejarte cabron?— estaba sorprendido

—como te dije Eriberto no tengo tiempo para esto, necesito encontrar a mi esposa, ademas te estoy delegando la mitad de lo que gano por cada kilo— arregle mi traje

—me cae que sabes hacer negocios, pero la familia es sagrada, ¿acaso los cabrones de tu país no saben eso?— sorbió por su nariz —mira, me caiste bien, asi que quiero ayudarte—

—gracias Eriberto, aprecio tu deseo de ayudar, pero ahora mismo todo está bajo control, quiero decir, es algo personal, te prometo que te llamaré si te necesito— sonreí sinceramente

—si, mira— se puso de pies y apoyó su brazo sobre mi hombro — soy bueno para los chingadazos y además, mis hombres donde ponen en el ojo ponen la bala— se separó de mí y extendió su mano la cual estreche —eres bueno pa´esto, no olvides echar un fonazo—

Eriberto era un tipazo, parecía una buena persona y según lo investigado era de esos hombres que se mantienen bajo perfil y su palabra es ley. Nos entregó la mercancía apenas recibió el dinero y como regalo nos dio unas botanas para el camino.

 

Llegando a la casa , Sandino me informo sobre alguien que tenía información sobre Matt y él ya tenía todo un contingente de hombres que me esperaba para ir hacia allá, no le di tiempo a la espera y le ordene a Esteban que me llevara hasta allí.

Al llegar no encontramos con que el informante sólo hablaría conmigo en la azotea adyacente al edificio en el que estábamos

—pasame mi arma Esteban, iremos los dos, traete el radio, esto no me huele bien—

—¿estás seguro de esto Taylor?— pregunto sandino

—todo por ella— fui junto a Esteban y subimos cada escalón, hasta llegar a la azotea en la cual había un joven con una capucha —oye tu, ¿que es eso que tienes que decir?— le pregunté a la distancia

—yo nada, él, mucho— dijo señalando a Matt

—¿no pensaste que me quedaría lamiendo mis heridas?— me dijo Matt cargado una arma de alto calibre, lo que a mi parecer era una Carabina M4 —se que traes tu arma ahi detras, déjala en el suelo— 

La saqué lentamente y fingí que la dejaría en el suelo, pero le dispare —jamás bajaré mis armas ante ti, maldito— Esteban me ayudo con los disparos y los que estaban con Sandino también disparaban desde la otra azotea.



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En el texto hay: odio, desprecio, masoquismo

Editado: 16.06.2020

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