Casados A la Fuerza

•1•

Luego de esa atareada y peculiar mañana la tarde fue usualmente normal. Papá volvió a su trabajo y mamá habló con Ale y conmigo. Claro, lo anormal era la altanera diseñadora que Vélez mandó a nuestra casa, su cara al mirarnos no la olvido, y la pila de insultos que mamá le dijo al irse tampoco. 

Pero aún así tenía miles de preguntas en mi cabeza y no dejaba de maquinar planes fallidos, no dejaba de pensar que hubiera pasado si esta mañana mi familia no habríamos pisado la casa Vélez. No quería casarme pero.. ¿qué podía hacer yo? Era una niña. Una que no sabía moverse allá afuera, una que dejaba una familia para meterse en otra, tenía miedo. 
No conocía al hermano de Jonathan y lo poco que había visto de él me era más que suficiente para no querer ver más.

Mi cabeza era un caos y en medio de ese caos estaba yo, lidiando con aquello y procesando lo en tan sólo un día. De pronto escucho su quebrada voz. Ale no ha dejado de llorar desde que volvimos de la casa de su novio y verdaderamente está arrepentida, pero yo, yo no era Christopher, yo no la culpaba por esto.

—Hermanita ¿estás despierta? -susurra.

— Si, lo estoy. -le contesté. 

—Lo siento. En serio lo siento, lo siento mucho, muchísimo. -volvía al llanto.

—No te preocupes hermanita, además tú.. lo amas ¿no?

— Pues... sí. La verdad es que lo amo muchísimo. 

De pronto su cara se ilumina y me contesta con una sonrisa plasmada en su rostro, la misma sonrisa de esta mañana.

—¿Qué se siente? -quería saber.

—Qué se siente ¿que? -de pronto mi versión adulta frunce su entrecejo. 

—Eso que tú sientes. Amor. ¿cómo es estar enamorada? -volvi a preguntar a lo que recibo la misma sonrisa boba y suspiro de admiración. 

—Hay hermanita es.. increíble. -suspira, como si estuviese recordando algo, para luego reaccionar y seguir hablando- Amar a alguien es quererlo mucho, pero ese cariño no es cómo el que tú me tienes a mi, o a mamá o papá. Ese cariño va más allá, es más lindo, fuerte e intenso. Ese cariño es mayor, por que cuando tú amas a una persona la amas, a tal nivel de necesitarla, tú la quieres, así, tal cuál es, no intentas cambiarla, por que apesar de sus defectos para ti es simplemente.. perfecta -suelta una risa nerviosa- . Quizás esperabas otra explicación, pero no soy buena dandolas.

—Eso suena increíble. Ojalá algún día pueda sentir algo así -admito. Pues parece ser lindo enamorarse.

Ale, por su lado queda en absoluto silencio, por unos largos segundos. Hasta que de pronto vuelve a fruncir su entrecejo y sus ojos verdes esmeraldas vuelven a tornarse cristalinos y comienzan a gotear cuál cascada. Arrepentimiento, es lo primero que noto en su mirada y he acertado al cienporciento ya que vuelve a hablar con su quebradiza voz.

—Perdón, Perdón, Perdón. En serio, lo lamento tanto hermanita, fui tan egoísta, sólo pensé en mi y no en ti, y ahora te debes de casar por mis acciones. En serio, lo lamento tanto. Nunca quise esto.

—Ale..

—No escucha Mia, nunca quise esto..

—Ale escúchame. 

—Lo siento mucho.. 

—Ale escúchame.. por favor.

—Perdóname. Perdóname pequeña.. -su voz es un leve susurro.

—Te perdono hermanita -fue lo primero que dije-, y si tú eres feliz, yo también lo soy. A demás ¿qué tan malo puede ser? 

No dije más, el sueño inesperadamente había llegado a mi para llevarme rápidamente al mundo de los sueños, sin embargo alcance a oír:

—No te merezco.. eres la mejor.




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