—¡Tienen que hacer algo maldita sea! — exclama con desespero agarrando al doctor de la camisa — ¡Por algo les pagamos el maldito sueldo que reciben! — solloza — Por favor… Tiene que hacer algo — balbucea Adam dándole golpes en el pecho al doctor y soltando sollozos — Dígame que harán algo para que él se recupere — le pide cayendo al piso, siendo Jessi quien le va a abrazar, mientras que yo estoy afirmada en el pecho de Artur llorando en silencio.
Dr. Andrew: Lo siento mucho… Pero ya no está en mis manos chicos, él ahora está en cuidados intensivos. Pueden pasar a verlo, está despierto, no pueden asustarlo o hablarle demás, solo pueden pasar de a una persona a la vez y… — corta la palabra agachando la cabeza — Despedirse de él… Traten de que no se altere — dice mirándonos con tristeza, para luego dar la vuelta e irse por los pasillos.
—Chicos pasen primero, yo... Yo entraré luego — les digo en un susurro luego de un largo silencio. A lo que Arthur me da un beso en la cabeza para luego soltarme y caminar hacia la puerta con notoria dificultad.
Déjanos envueltos en otro silencio espeso.
Sale luego de unos minutos limpiándose las lágrimas, luego Adam, en donde pasan unos seis minutos aproximadamente, saliendo del cuarto del abuelo llorando, soltando sollozos se afirma en la pared y se desliza hasta llegar al suelo, llorando más fuerte.
Yo solo miro con mis lágrimas caer, luego entra Maikol, en donde pasaron otros minutos y este sale de la misma forma que Adam, a fin es como un abuelo para ellos también, entra Liam y pasan los minutos en donde sale con la mirada en el suelo y se va al mismo lugar de Adam, pasa Jessi y lo mismo.
—Linda es tu turno — me dice Jessi en un susurro, yo solo asiento con la cabeza para comenzar a caminar hacia la puerta, antes de abrirla tomó tres bocanadas de aire, intentando que mi cuerpo deje de temblar, porque siento frio, un frio que pasa de arriba abajo, por lo que trato de tranquilizarme para luego abrir lentamente la puerta.
Comienzo a dar pasos para cerrar la puerta tras de mí y miro hacia adelante en donde en el centro de la habitación lo veo. Está mirando a la nada y al sentir el cierre de la puerta se da cuenta de mi presencia por lo que me sonríe, una sonrisa apagada.
Se la devuelvo y me tragó un sollozo que se quería escapar.
—A-Abuelo — le digo con voz temblorosa y mirando a otro lado porque ya no solo es un “vengo a entretenerte y luego nos vamos a casa” ahora es un “vengo a despedirme de ti, porque no sé cuándo volveré a verte” y no puedo, duele, duele mucho, es como volver a revivir el momento en el que nos enteramos de la muerte de mis padres.
—Mi niña — dice bajito — Ven aquí — me dice extendiendo su pálida mano, por lo que yo camino a pequeños pasos, hasta llegar a su lado y tomarla — Siéntate por favor aquí — dice dándoles leves palmadas al lugar vacío de su cama, le cuesta hablar, lo puedo notar por lo que me siento sin rechistar en la orilla para no hacerle daño.
—Abuelo no hables… Tienes que descansar, vas a estar bien — le digo sintiendo mis ojos picar de nuevo mientras tomo su mano con delicadeza nuevamente y con miedo de lastimarlo. Se ve tan frágil, ninguna de las veces que hemos tenido que estar aquí, se compara, está demasiado pálido, sus ojeras son muy notorias y su mano ya no tiene ese calor normal.
—Princesa los dos sabemos que no es así — dice mirándome y sonriendo débilmente — Quiero que cuides de Adam, que sepas que los amo como si fueran mis hijos.. Fueron mi motor cuando murió tu madre, gracias a ustedes sonreía por las mañanas… — para de hablar porque comienza a toser con dificultad — Gabi y Gonzalo me dejaron… Los mejores regalos… Tu abuela estaría muy orgullosa de ti, por tu valentía y fuerza que has tenido desde… Que ellos ya no están — dice con dificultad para respirar.
—A-Abuelo ya no hables por favor — le suplicó con lágrimas cayendo por mis mejillas, pero él sonríe triste.
—Te amo mi niña — dice en un susurro dándome un pequeño apretón en mi mano para verle cerrar sus ojos lentamente y no pasan más de dos segundos cuando comienzo a escuchar el sonido del aparato en el que toma las pulsaciones, el cual suena sin parar.
—Abuelo — le llamó abriendo mis ojos asustada — Abuelo — le vuelvo a llamar desesperándome, por lo que tomo su mano y no siento pulsación en ella — Abuelo no me dejes — le pido soltando sollozos — ¡Abuelo!... Por favor…Tu no — me desespero aún más colocando mis manos en su cara — ¡¡¡AYUDAA!!! — grito desesperada — ¡ABUELO! Respóndeme… por favor… NO ME DEJES — gritó llorando fuertemente tomando mi cabeza con ambas manos sintiendo el dolor de su partida. Lo abrazo aun con lágrimas cayendo una tras otra, sin parar.
No sé cuánto pasa, pero siento unos brazos rodeando mi cintura con firmeza. Provocando que me separe de mi abuelo sin mi consentimiento.
Dr. Andrew: Sol, necesito que salgas de aquí — me pide buscando mi mirada, sin embargo yo solo trato de mirar detrás de él en donde se encuentra mi abuelo, en donde veo a una enfermera buscar su pulso por todos lados.
—No, no, no, no me iré — repito en tartamudez y torpeza haciendo fuerza para volver a su lado y tomar su mano.
—Doctor ya lo perdimos, no hay pulsación — habla la enfermera mirando el reloj de pared y anotando en una hoja.
—No. No. N-No — recuerdo cayendo al suelo soltando un grito de dolor — ¡Porque tu abuelo! — exclamó soltando fuertes sollozos y gritos. Tomo mi cabeza con ambas manos por segunda vez, gritando desesperada y llorando desconsoladamente — ¡NO NO NO! ¡Porque me dejas abuelo! — le reclamo colocando su mano en mi frente — Aún te necesito — susurro cerrando los ojos al sentir nuevamente mi corazón romperse.