En las profundidades de un bosque, existe un mundo en donde conviven las criaturas que el tiempo convirtió en susurros. Y, su servidor, es quien protege este lugar de los peligros del exterior, en el que, curiosamente, está el ser humano.
Son realmente extraños. Por un lado, existen los que deciden dedicar sus vidas a cazar a las criaturas mágicas como si fueran simples animales, aunque… he de admitir que no todas son buenas. Por otro lado, existen humanos que tienen cualidades tan especiales, que es mi deber protegerlos. Pero ni lo curiosas que son, ni el tiempo que llevo en este mundo, que difícilmente podría calcular, evitaría la sorpresa de lo que presenciaría.
Llevaba meses viendo la misma escena y aún no podía creerlo. Una humana y un elfo juntos. Y precisamente aquella humana de cabello castaño, que respondía al nombre de Katherine. Que no hacía mucho tiempo había dado caza sin piedad a todas las criaturas mágicas que viven en mi interior, se había enamorado de un ser mágico. A pesar de mis pensamientos acerca del pasado de la joven, pude observar cómo poco a poco se unían más, dándome a entender que permanecerían juntos. Sin embargo, había algo que me molestaba.
Este último tiempo, el ambiente se sentía extraño, como si algo oscuro fuera a ocurrir. Pasaron varias noches de especulaciones, pero nunca pude prever lo que aquella noche ocurriría
Desde mi puesto, escuché un grito desgarrador, de inmediato pensé en la humana. No pasó mucho tiempo para corroborarlo, casi de inmediato, oí el grito más doloroso y enloquecido que había oído en mi larga vida… no había duda, era del elfo.
Para mi sorpresa de entre los árboles que me ocultaban, apareció la humana. Se notaba que la vida escapaba de su cuerpo y ella lo sabía. Con dificultad se acercó al río que nacía de mí y como si supiera que la escuchaba, susurró con su último aliento…
- No dejes… que se repita…
Han pasado doscientos años y aún la frase de aquella humana permanece en mi cabeza, por supuesto, no literalmente. Aquella suplica, a pesar de su agonizante voz, tenía tanta seguridad… que me molesta. El futuro no está escrito en piedra, pero había algo en esa simple frase... Como si hubiera podido ver más allá de sus simples ojos de mortal.
La risa de varios niños humanos rompió la tranquilidad del bosque y con ello mis pensamientos. Hacía mucho tiempo que no escuchaba aquel sonido tan… ¿melodioso? No ¿divertido? Tal vez.
Hace un poco más de un siglo, los humanos comenzaron a alejarse de la montaña, asustados por las criaturas mágicas que vagaban por el bosque. Es bastante curioso, hasta divertido, pues no hace mucho los humanos eran los “depredadores” del lugar... ¡Ah! ¡¿Qué es esto?!... Qué energía tan especial... hace mucho que no sentía algo similar... ¿de dónde proviene?... ¡Ah! es uno de los niños. Es mejor que “la llame” o tal vez no la vuelva a ver.
Tardó más de lo que había pensado y al verla entendí el porqué. No debería tener más de cuatro años, lo que hacía más sorprendente la energía que emanaba, seguramente se convertiría en u...
- ¡Alicia! ¡¿Qué haces aquí?! Es peligroso – exclamó un jovencito que ha juzgar por su aspecto, era hermano de la niña... y al igual que ella tenía una energía especial, la que podría jurar es más fuerte que el de la pequeña.
“¡Oh no, no te acerques!”
De entre los árboles, apareció lo que la mayor parte del tiempo era una de mis pesadillas. A pesar de que me ayudaba a proteger la entrada, aquel teriántropos no diferenciaba entre un elemento peligroso y la bondad personificada.
Pero para suerte de aquellos niños y a la asombrosa agilidad del joven, esta fue una de las raras ocasiones en que no logró capturar a sus presas.
Ahora que ya están a salvo en mi interior, deberán tomar una decisión, quieran o no, que cambiara sus vidas mortales. Aunque había algo que no encajaba... faltaba algo ¿O alguien?
Siglos más tarde…
La tranquilidad de mi bosque ha sido interrumpida por un bullicioso grupo de humanos que han llegado a “instalarse” al prado cercano. Siempre es bueno ver caras alegres, en especial cuando ni las criaturas mágicas se asoman a este lugar. Aunque debo admitir que de entre estos humanos, hay algunos que pareciera que vienen a quedarse aquí. Lo que no me molesta, ya que los humanos ya pasaron la etapa de “depredador”.
Con el pasar de las horas, el ambiente comenzó a cambiar. En algunas ocasiones esto indicaba que algún ser vivo cercano estaba dando señales de ser “especial” entre sus pares.
¡Ah! ¿Esta energía? No es posible… necesito ver quien emana esta energía tan… ¿tan familiar?… Es una joven, ¡debo atraerla hacia mí! Minutos más tarde, la joven apareció de entre los árboles. Se parece un poco… pero… no estoy seguro.
- ¡HANNAH NO! – exclamó el mismo joven de siglos atrás, sacando de mi trance a la joven ¡Que insolencia! ¡Cómo se atreve! ¡Después de lo que hice por él y su hermana…!
No dejes… que se repita…
La voz de la humana de hace casi cuatro siglos atrás retumbó en mi mente deteniendo mi enojo ¿No será que…?
Volví a fijarme en la joven, que ahora se retiraba del lugar, junto al elfo.
- El futuro no está escrito en piedra… – susurró una voz femenina. Esa voz… no puede ser, ella no… no debería escucharla.
Ella está muerta.
- El futuro no está escrito en piedra, pero la historia siempre se repite, aunque con varian tes… – continúo, materializándose.
“Así que eras tú la que vagaba por el lugar”. Solo me miró asintiendo con la cabeza para seguir mirando, al ahora grupo de humanos que se alejaba. La había sentido hace tiempo, bastante. No me imaginé que era ella, su muerte había sido repentina, pero nunca pensé que volvería a verla en espíritu, nunca me ha gustado el término que tienen los humanos para esta clase de criatura, fantasma.