III Accidente

Ya ha pasado un mes y medio de que estoy en Chillán y definitivamente ha sido lo mejor que he podido hacer. 
     Durante la primera semana, conocí a todos los amigos Liria y aprendí sus nombres, pero solo con Marcos y Elena comparto clases.  
     Estaba finalizando la clase de literatura, cuando el profesor anunció que este sábado iríamos de gira de estudio junto con la profesora de arte, para realizar un trabajo por todo el fin de semana. 

- ¡Genial, vamos a pasar el fin de semana en un bosque! – exclamó Liria entusiasmada.  
- Y lo mejor es que va a ser cerca de la cordillera, en una de esas hay nieve – continuó Marcos.  
- Creo que es muy pronto para que haya nieve – intervino Elena.  
- Aguafiestas – dijo Marcos. Liria y yo reímos.  
- Yo soy feliz con solo la idea de estar afuera – dije entre risas, mientras entrabamos a la sala de artes. En la clase, la profesora, dio más detalles acerca de la gira.  
- Como ya saben, el sábado iremos de gira de estudio al bosque, que se encuentra camino a la cordillera, junto con el profesor Robinson. ¿Por qué un bosque? Uno, por cercanía y dos el bosque es un lugar inspirador, los sonidos, los animales y los mismos árboles los van a ayudar en su trabajo, que va a consistir en hacer cinco representaciones del lugar a través de un texto y una ilustración. La entrega va a ser el próximo miércoles. 
- ¡¡QUÉ!!  
 
    Todos chillamos al escuchar que tendríamos dos días, para hacer el trabajo. La profesora notó nuestro pánico y agregó. 

- … por supuesto, como el tiempo es limitado, lo van a realizar en parejas – de inmediato el ambiente se relajó – Eso sí, las parejas las elegiremos el profesor y yo, cuando lleguemos al sitio. 
     Terminada la clase, la profesora nos dio una lista con las cosas que deberíamos “considerar” llevar. 

- Qué entretenido dibujar un arbolito y describirlo, me muero porque sea sábado - dijo un sarcástico Marcos. 
- Eres un exagerado. Además, el trabajo no es tan malo, solo tienes que dejar que tu “imaginación fluya” – lo molesté. 
- Por eso, le va a dibujar ojos y boca a su arbolito – continuó Liria. 
- Lo importante es que haya buen clima, porque si no… – empezó a decir Elena. 
- No seas tan positiva “Eli” – interrumpió Marcos. 
- Quién habla – dijo Liria y todos reímos. 
 
    La semana paso tan rápido, que había olvidado comprar las cosas para el sábado. Así que quedé con Liria para hacer las compras después de clases. 
     Estábamos viendo los sacos de dormir, cuando… 

- Aprovechando que estamos solas – dijo, traviesa. 
- ¿Qué? – pregunté a la defensiva. Nunca me ha gustado ese tono. 
- Jajaja relájate, solo quiero preguntarte algo – dijo entre risas. 
- Aps, dime – dije mientras veía un saco de dormir verde. 
- Me pregunto… ¿te gusta Marcos? – preguntó seria. 
- ¿Eh?... No – respondí confundida. 
- ¿Segura?  
- Sí, no me digas que a ti… 
- ¡Por supuesto que no! – me interrumpió casi gritando. 
- ¿Entonces? - pregunté curiosa. 
- Por curiosidad, como siempre te veo conversando con él – respondió encogiéndose de hombros –. Aunque eso quiere decir, que alguien tiene posibilidades – dijo volviendo al tono travieso. - ¿Quién? – estaba atónita.  
- ¿En serio no te has dado cuenta? – preguntó sorprendida. Yo solo la quede mirando. Suspiró – ¿Me vas a decir que no te das dado cuenta de que Will no para de mirarte? 
- ¡¿Qué?! Estás loca, si ni siquiera me habla – exclamé sorprendida.  
    
    Desde el primer día de clases, William no volvió a dirigirme la palabra y lo entiendo, me comporté como una verdadera loca. Al recordarlo, tomé mi brazo izquierdo, sintiendo la venda que muy pronto iba a desaparecer. 

- ¿No te estará fallando la vista? 
- Puede ser, yo solo digo lo que veo. Eso me recuerda, ¿por qué tuviste esa reacción? – ambas sabíamos a qué se refería y ya era hora que le contara, pero no aquí. 
- En el hostal – respondí. 
- Tan grave es – adivinó. Solo asentí. 
 
    Terminamos de hacer las compras y nos fuimos directo al hostal. 

- Muy bien, soy todo oídos – dijo, sentándose en la cama. Yo solo suspiré resignada.     
- No sé por dónde empezar – dije, sujetando el brazo izquierdo – Creo que… primero, te voy a mostrar por qué evito que me toquen los brazos – dije, arremangando las mangas de la blusa. 
- Pero… qué… - quedó en shock al ver las vendas que cubrían mis brazos, de las muñecas, hasta el codo. 
- Antes de que pienses cualquier cosa, yo no me hice esto – dije aclarando lo primero que pensaban los demás al ver las vendas – esto me lo hicieron un mes antes de venir. 
- ¿Quién? ¿Cómo? – preguntó tratando de mantenerse lo más tranquila posible. 
- Esto empezó casi apenas llegué a Lyon, no es muy original, había una niña el doble del tamaño que yo, que comenzó a molestarme, solo por no ser francesa. Poco a poco, los ataques empeoraron, de simples comentarios a empujones, de repente y sin razón me tomaba del brazo y me lanzaba lejos… 
- ¿Por eso tu reacción cuando Will fue a tocarte el brazo? – concluyó ella. Asentí. 
- Y también porque tengo muy sensible la piel, después de lo último que hizo – Liria me quedó mirando, como tragándose la pregunta que iba a decir. Sabía lo que iba a decir –. Estaba en una cafetería esperando a mi mamá, cuando apareció la niña y parece que hice algo que a ella no le gustó, no recuerdo bien, y simplemente me lanzó contra la ventana. Por el golpe no recuerdo mucho lo que sucedió, lo que recuerdo es que alcancé a cubrirme la cara con los brazos y a mi mamá gritando para que reaccionara. 

    Nos quedamos en silencio un buen rato, ninguna de las dos sabía que decir. 

- ¿Por qué no dijiste nada? – preguntó Liria, rompiendo el silencio. 
- No creí que iba a llegar a ese extremo – respondí encogiéndome de hombro. Sentándome en la silla. 
- Supongo que habrán hecho algo con la niña. 
- Por lo que supe, parece que la mandaron a un centro psicológico. 
- Menos mal, no es normal lanzar a las personas contra las ventanas… ¡Ay Hannah! – exclamó, mientras me abrazaba –. Lo bueno es que ya pasó y aquí no te va a pasar nada de eso. 
- Gracias, Liria. 
- Para qué están las amigas.