Como esperaba, el camino hasta el internado fue largo, más largo de lo que me hubiese gustado. Mis padres hablaban y hablaban sin cesar, innumerables reproches salieron de ellos, y aún que ya estaba acostumbrada, me molestó bastante.
-Chicos, chicos... No os preocupéis, no me tendreis que ver la cara en los próximos nueve meses, asunto resuelto.- dije ya harta de todos los comentarios despectivos hacia mi comportamiento problemático.
Ellos callaron y deseé que ninguno de los dos hubiese vuelto a abrir la boca, pero para mi suerte, notese el sarcasmo, mi madre volvió a hablar.
-Cass... Solo queremos lo mejor para ti, hija...- susurró ella con pesar- El ambiente y las compañias de Albany no te hacian bien...- empezó a decir. Oh no, por ahí no paso...
-¿A que compañias y malas influencias te refieres?- la corté de mala manera.
Vi por el espejo retrovisor como miraba a mi padre de reojo mientras callaba y juntaba sus labios en una fina linea de disgusto.
Bufé ante su silencio y después de poner música en el móvil me coloqué los auriculares para intentar evadirme de aquella realidad de mierda que estaba viviendo.
Pasamos por algunos pueblos más antes de internarnos en uno de los espesos bosques de Georgia y pasados varios quilómetros, porfin llegamos a St. Anthony.
Me quité los auriculares y después de enrollarlos los metí en el bolsillo trasero de mis vaqueros junto con mi teléfono. Bajé del coche de mala gana y me dirigí al maletero sin detenerme siquiera a mirar el enorme edificio que se alzaba en frente de mi.
Saqué mi equipaje del maletero rechazando cualquier ayuda que viniera de mis padres y una vez lo tuve todo fuera, me di la libertad de analizar visualmente el lugar.
Vi como más gente empezaba a llegar, estudiantes y más estudiantes llenaban el lugar. Gritos de emoción por parte de algunos tras un verano sin verse y caras de otros que expresaban la misma frustración y fastidio que la mia.
Noté la insistente mirada de mis padres sobre mi y volteé en su dirección para encarar a mis carceleros... Echarían de menos todos los problemas que les daba, de eso no cabia duda...
-Cass, nuestra pequeña y rebelde Cass...- suspiró mi padre sin querer despedirse aún.
-No hagamos un drama de esto, al fin y al cabo fue vuestra idea mandarme a esta prisión- espeté molesta al ver sus ojos entristecidos y vidriosos.
-Queremos que seas una persona de bien, una persona que no busque problemas y sepa estar... Algun dia nos lo agradeceras, cariño- dijo mi madre explicando las razones por las que me mandaban a ese lugar.
-No pienses que voy a considerar esa palabreria barata como una disculpa- me crucé de brazos haciendo una pausa- Creo que es hora de que me vaya ya...
Mis padres se miraron entre ellos apenados y dirigieron sus ojos nuevamente a mi, acercandose y fundiendonos a los tres en un abrazo que correspondí involuntariamente. Por muy enfadada que estuviese, al fin y al cabo eran mis padres... Les queria, claro que les queria, pero consideraba sus medidas dràsticas y algo exageradas... Solo fue un poco de fuego.
Después de aquello y de innumerbles ''portate bien'' ''intenta no meterte en problemas'' y besos por toda mi cara, decidí cargar con todo mi equipaje hasta el interior de la institución, no sin antes dar una última mirada a mis padres.
Me guié por los carteles que habian en las paredes y para mi suerte no tardé mucho en llegar a la secretaria, donde se encontraba una mujer algo entrada en sus años, de constitución pequeña, cabello canoso y nariz algo aguileña sobre la cual descansaban unas gafas de montura metálica.
-Buenos dias- dije llamando su atención y haciendo que se acercara al mostrador.
-¿Qué necesitas, cariño?- preguntó ella con amabilidad.
-Soy Casiopea...- empecé a hablar, pero la secretaria enseguida me cortó.
-Natasha Brown, ¿No?- dijo ella acabando la frase por mi. Asentí y entonces siguió hablando- Bien, querida... Aquí está tu horario y la llave de tu habitación, que se encuentra en la tercera planta, puerta doscientos veinti cuatro- informó entregandome la llave y unos papeles, entre los cuales había un folleto del lugar con todas las actividades extraescolares que podía hacer, el horario y una pequeña tarjeta con mi nombre y apellidos junto a un codigo numérico.
-¿Para qué es?- pregunté mostrando la tarjeta.
-Es tu tarjeta de identificación en esta institución. Con esta misma tarjeta debes ir a la biblioteca y pedirle a Harold, el bibliotecario, que te entregue todo el material escolar que necesitaras los proximos nueve meses- explicó la mujer- Y aquí te dejo un mapa para que no te pierdas estos primeros dias...- dijo entregándome otro folleto donde indicaba la localización de los lugares principales de St. Anthony- hizo una pausa- Espero que tu estancia aqui sea lo más agradable posible... Cualquier cosa ya sabes donde encontrarme, cariño- dijo la mujer amablemente. Sonreí y asentí.
Me las arreglé como pude para cojer todas mis cosas y guiandome por los pequeños carteles y el mapa que la secretaria me habia dado, pronto llegué a la zona de dormitorios.
Editado: 30.05.2018