Me estaba volviendo loca, eso era seguro.
Me sentía demasiado confusa con lo que había pasado que no logre ir al aeropuerto, vine directo al hotel a pensar pero eso solo empeoro las cosas.
Un golpe me saca de mis pensamientos, luego otro y otro más hasta que me doy cuenta que alguien toca la puerta con desesperación. No muy segura me acerco a la puerta para abrirla para ver a un Antonio agitado y eufórico frente a mi.
—¿Puedo pasar? —Me hago a un lado para que entre, cierro la puerta y me giro hacia el. —Escucha tienes razón, es real, todo. Conciencias que migran, universos múltiples, líneas, susurros, vortex...
Lo miro no muy segura de que decir antes de que siga hablando.
—Estuve con el, el mensajero ¿Lo sabias? Gaspar Marín es increíble, es metódico, un rol secundario vital. Mira esta moneda. —Pone frente a mi una pequeña moneda dorada. —Es mía, la encontré alguna vez en esta ciudad, una moneda vieja, yo la elegí. Esto explica tantas cosas, porque uno siente que conoce a alguien, porque hay sincronías, porque nos quedamos atentos frente a un atardecer o frente a un objeto. Ya hemos estado ahí, era tan simple, es porque estamos en todas las líneas y todos los tiempos, anamnesis, conocer es recordar, ¿no es una belleza?... Escucha esto, mientras venia para acá veía la gente en la calle, estaban como dormidos, robóticos ciegos pero hay algo en su interior que sabe que deben confiar en su intuición, en la suerte, en las historias no en su mente... tenias razón, la mente es la enemiga.
—Antonio...
—Otra cosa, pantallas, ¿por qué la gente no puede dejar las pantallas? toda la ficción, cualquier libro, cualquier serie, cualquier película es un eco, es de algún modo real por eso estamos en una cultura de historia somos adictos a las historias porque ahí esta el futuro de nuestra sobrevivencia, susurros y siembras tu lo dijiste...
—Tranquilo... —Antonio caminaba de un lado a otro moviendo las manos y sin dejar de hablar, parecía más agitado que antes y en sus ojos se veía la desesperación como si no pudiera procesar todo a la vez.
—Tu lo dijiste... recuerdas tu lo dijiste, el mensajero lo articula todo, supongo que también consiguió que me invitaran acá al congreso no se los detalles, tal vez en otra línea no vine pero lo que importa es donde estamos aquí y ahora ¿no? eso es lo que nos toco ¿no? somos lo que somos.
—Tenemos que ser cuidadosos Antonio, yo también e estado pensando.
—Síndrome del impostor, siempre lo sentí cada minuto desde el accidente, cuanta gente va por la vida con un nombre, con una profesión y nunca podrán experimentar la sensación de sentirse realmente eso, su verdadera identidad. Quien soy yo en presente eso es lo único importante, lo mas importante en este universo es comprender quien eres, ahora soy yo, debo averiguar sobre Vicente correa. —Se detiene frente a mi señalando la esquina de la habitación. —¿Puedo ocupar tu frigobar?
—¿Quieres algo? ¿un vaso de agua?
—¿Algo mas fuerte puede ser? Porque los nombres y cuerpos importan una mierda... —Susurra mientras me acerco a la mesa donde tomo un vaso.
—Las maquinas de números aleatorios predicen que viene un vortex, ahora te creo, asumí el derrumbe Beatriz ya no solo quiero escuchar, quiero ser parte de un movimiento mayor.
Me acerco a el pasándole el vaso medio lleno de whisky, toma todo de un solo trago y sigue moviéndose en toda la habitación.
—Antonio, entiendo que estés eufórico pero por favor trata de escucharme, yo se que voy a deshacer cosas que te he dicho hace muy poco pero e estado pensando. Luego de que te fueras me subí a un taxi camino al aeropuerto y de pronto en una esquina vi un supermercado del barrio y el nombre del súper era Pegaso y el número era sesenta y tres. Luego en la pantalla de una esquina una publicidad sobre estudiar ingles o algo así pero decía en muy grande el futuro esta en tus manos y entonces entendí, me baje del taxi y me viene acá. Nadie por muy sofisticado que sea el proyecto puede poner en mi trayecto esas claves, comprendí algo de golpe, o estamos llenos de coincidencias matemáticamente abismantes o puede que estemos completa y jodidamente locos y que nunca ese fue el nombre del supermercado ni el numero en la dirección, ni el texto en la pantalla y que mi mente puso todo ahí para confirmar mi delirio.
—No, es real. Yo se suena a una locura. —Antonio había dejado de caminar y me miraba atento.
—No, no, hablo enserio, es una posibilidad que no exista ni esta habitación ni roma ni nada y que en este momento estemos en otro lugar, en algún hospital en Latinoamérica y que uno de nosotros sea el delirio del otro, folie a deux...
—¿Folie a deux?
—Trastorno psicótico compartido, es muy raro, son síntomas psicóticos ideas delirantes pero de a dos, se auto refuerzan y modifican la realidad, el vinculo de una pareja es tal que para no romperla crean un universo excluyente y de pronto todo el mundo comienza a encajar.
Tomo mi cabello con ambas manos quitándolo de mi cara, hace apenas unas horas estaba convenciendo a Antonio de que me ayudara y ahora sentía que mi cabeza era un torbellino siendo más difícil distinguir la realidad. Antonio se me acerca con las manos levantadas pero no me toca.
—Escucha... estamos bajo una gran presión, pero no tenemos que dudar ahora, las ampollas...—Mira alrededor hasta que ve la maleta en la mesita a lado de la cama. —Ok tenemos que inyectarnos, si todo sale mal estaremos protegidos y podre volver a inocular con mi sangre a María. Ahora entiendo porque Pedro Roiter o sea yo u otro yo tenia esa anomalía en la sangre porque tu me la inyectabas justo ahora, vez que todo tiene sentido...